El hábil mediapunta eumés Luis Chacón se consolida como el último talento criado en la base del Racing, en el que había debutado a los 16 años, y con el que ha explotado en la ruta hacia el ascenso
27 may 2023 . Actualizado a las 04:14 h.El Eume se está jugando la fase de ascenso a Preferente y el pasado domingo, entre el público, como uno más, estaba Luis Rodríguez Chacón (Pontedeume, 2000) alentando a varios de sus amigos. Había llegado horas antes de Talavera, donde el Racing esculpió el penúltimo eslabón de su sueño. «A Luis lo vi nacer. Somos una pandilla que llevamos 35 años juntos. Jugué con su padre al fútbol y todos los niños se criaron en medio de nosotros», cuenta Juan José Fuentes, Juancho, directivo del Eume. «Somos muy futboleros y él desde muy pequeñito ya jugaba en la finca de sus padres o en la playa de Cabanas». Admirador de Griezmann, Luisito, como le distinguían de su padre, también Luis, se apuntó en prebenjamines al Eume. «Siempre le vimos maneras», explica Juancho, sobre el día en el que el Racing, en su segundo año de alevines, lo fue a buscar.
«Yo veraneaba en Cabanas e íbamos los dos a entrenar en el coche. A veces nos llevaba mi padre, a veces el suyo. Estuvimos juntos desde que llegó a Ferrol, en infantiles, hasta el último de juveniles. Nosotros, en el equipo, siempre le llamamos Chacky (por su apellido). Tienes muchos compañeros y a él ya le veías algo distinto», recuerda Berto Rodríguez, amigo de Luis, y que ahora juega en el Mugardos.
«Sabía siempre donde tenía que estar, recibir bien. Era muy delgado, parecía que lo iban a tumbar, pero es tan listo que sabe explotar sus condiciones. Antes de ir al choque, hacía un amago o un regate. Es algo que sigue haciendo, busca el espacio respecto al rival. No se pega, para generarse la ventaja. Es muy listo», desbroza Berto.
Chacón rotaba entre el extremo y la segunda punta. En su primer año de cadetes, experimentó como delantero centro. «En 26 partidos, hizo 51 goles. Marcaba diferencias. Era pequeñito, como ahora, y por eso se tenía que buscar la vida», recuerda Nacho García, el que fue su técnico aquella temporada. «Conmigo, en banda, no jugó. Le costaba un poco más, no tenía la fuerza que podían tener otros para descolgarse. Él es diferencial cerca del área, por el carril central, sobre todo si encuentra talento con el que asociarse. Siempre le digo que vive de hacer paredes, más que del uno contra uno. Busca apoyos. Cuando daba la bola, siempre lo hacía pensando en que se la devolvieran», cuenta Nacho.
Tras debutar con el Racing a los 16 años, Chacky salió cedido dos temporadas al Somozas para curtirse. «Además del talento, tiene mucho trabajo detrás. Nunca le vi bajar las brazos y pasamos días malos, peleando por permanecer, cuando los resultados no acompañaban. Nunca se escondió, siempre daba la cara. Recuerdo un día que no le salieron las cosas. Falló dos ocasiones bastante claras. El lunes, estaba el primero entrenando. Con ánimo, con ganas de quitarse el mal cuerpo. El fin de semana siguiente se salió, marcó un golazo increíble», rememora Estevo Grandal, que fue compañero en la cantera del Racing y con el que también coincidió en el Somozas.
«Éramos cadetes y ya me daba cuenta de que él hacía cosas que nadie nos había enseñado, que otros no teníamos. Chacky hacía lo que nadie era capaz. Practicaba las faltas, era el último en irse. Y quería mejorar con la pierna mala. Siempre hacía táctica, pero lo que más me llamaba la atención era su inteligencia. Él no destacaba en el cuerpo a cuerpo y se las arreglaba para jugar sin tener que utilizarlo. Se alejaba de ti para que no lo cojas», repasa Grandal, que ahora juega en O Val. «Es un obsesionado del fútbol, siempre quería saber más. De todas las categorías, de los contrarios, de cualquier compañero», añade.
«Lo tuve de rival, en un partido amistoso. Yo jugaba en As Pontes y él con el Racing. Lo pusieron de extremo y a mí de lateral, defendiéndolo. Se metía hacia adentro, fue un quebradero de cabeza. No sabía qué hacer, si seguirlo o si aguantarlo. Me enganchó en una y metió un golazo desde fuera del área que fue una barbaridad», recuerda Berto sobre el día en el que, en vez de compañero, tuvo a Chacky de rival.
Todos coinciden en la transformación de Luis cada vez pisa el campo. «Es callado, pero luego se echa el equipo a las espaldas», relata Juancho. «Es introvertido, pero le gusta hacer sus bromillas», apoya Berto. «Es tímido, aunque todo cambia cuando gana confianza», añade Estevo.
Esa confianza es la que le ha hecho despegar esta temporada en el Racing. «Es lo que necesitaba, tener continuidad. Ya no se puede hablar de Luisiño, ni del niño de la cantera. Es un jugador más de la primera plantilla. Y ojalá llegue a profesional aquí, en el Racing, sin marcharse. Casi el último en llegar fue Álex López y se tuvo que ir fuera», sostiene Nacho García, hijo de Guillermo García Agulló, el técnico que moldeó a Álex. En Pontedeume, Juancho no le aparta la vista. «Tenemos ahora a más de 200 niños en el club. De aquí salió Juan Domínguez. ¿Saldrá alguno más? Es dificilísimo. Ojalá que el próximo sea Luis».