La Policía trata ahora de determinar por qué el joven no aceptó cargar su móvil cuando se quedó sin batería o por qué acabó en el techo del tren averiado
17 oct 2023 . Actualizado a las 21:30 h.El hallazgo el lunes del cuerpo de Álvaro Prieto y la autopsia realizada este martes confirmaron que su muerte fue accidental, por electrocución y sin intervención de terceras personas. Pero eso no cierra, ni mucho menos, el caso. Y es que las incógnitas crecen conforme se confirma el errático y desconcertante recorrido del joven deportista durante las dos horas y media anteriores a su muerte por la estación sevillana de Santa Justa y alrededores.
El primero de los cabos sueltos que la Policía quiere atar cuanto antes es, básicamente, aclarar por qué el joven no aceptó cargar su móvil. Según han revelado diversas fuentes de la investigación, Álvaro perdió el tren que a las 7.35 horas del 12 de octubre debía de llevarle de vuelta a Córdoba, ya que no pudo enseñar su billete electrónico que guardaba en el teléfono por falta de batería. Sobre las 8:00 de la mañana fue derivado al control de servicio donde, por primera vez, los trabajadores de Renfe le ofrecieron un cargador para ‘resucitar’ su teléfono para que con la tarjeta virtual que también guardaba en el móvil comprara otro billete en el siguiente tren. Según los testigos, Prieto aseguró que no le funcionó el cargador y se marcho de la taquilla sin poder comprar un nuevo billete.
Siempre de acuerdo con el testimonio de las personas presentes esa mañana en la estación, fueron varios los viajeros que ofrecieron al chaval sus propios teléfonos para que éste llamara a su casa o a algún contacto a fin de arreglar su regreso. En todo momento, Álvaro, de manera respetuosa y sin aspavientos o nerviosismo, rechazó esas ofertas. Tampoco pidió a los servicios policiales de la estación ayuda para ponerse en contacto con sus padres.
Rechazó más ayuda
Sobre las 9:00 horas se arriesgó a cruzar las vías para colarse en un AVE, pero fue interceptado por la seguridad del recinto. Tampoco entonces pidió ni aceptó ayuda de otros pasajeros, policías o trabajadores para cargar su móvil o contactar con su familia.
Últimos pasos registrados
La otra gran incógnita es por qué Álvaro abandonó la estación a las 9:30 horas y encaminó sus pasos hasta el barrio de Las Huertas, que discurre entre las vías del tren y la avenida de Kansas City. Precisamente allí es donde, sobre las 10:00 horas, los testigos le vieron por última vez con vida. A esas horas del jueves de la pasada semana, que es más o menos a la que la autopsia fijó este martes su muerte por electrocución, es cuando la policía cree que el futbolista se coló de nuevo en el recinto por una zona con la valla en obras y vandalizada.
El lugar se encuentra cerca del Centro de Tratamiento Técnico de Santa Justa, los talleres donde estaba aparcado el tren número 43 del modelo 449 de media distancia en el que acabaría muriendo. Ese convoy estaba averiado desde que el 23 de agosto arrollara a un todoterreno en un paso a nivel sin barreras en la periferia de Córdoba.
El futbolista no fue perseguido ni mostró signos de violencia en su autopsia
«¿Por qué se subió a Álvaro al techo de este tren cuando era evidente que estaba en una zona de talleres y que no iba a ir a ningún sitio?». Esa es la pregunta del millón, que se encuentra sin respuesta todavía para los investigadores.
Tampoco saben aclarar por qué el joven se decidió a recorrer más de un kilómetro y medio por una zona que desconocía para luego volver a internarse en el perímetro ferroviario, pero esta vez en un área más alejada de los andenes; es más, una zona donde era evidente que no se podía abordar como polizón ningún convoy porque a esas alturas ya circulan a alta velocidad.
Hasta el momento, la Policía Nacional no tiene un solo indicio de que Álvaro Prieto estuviera siendo perseguido por nadie durante esa noche, tal y como han apuntado diversos bulos en las redes sociales durante la última semana.
La autopsia del Instituto de Medicina Legal (IML) de Sevilla zanja también que el cuerpo del futbolista no presentaba ningún signo de violencia por parte de terceros como se había especulado.
La grabación de la cámara de una gasolinera cercana, que recogió el momento en el que el joven futbolista se subió al techo del tren y se electrocutó al entrar en contacto con la catenaria, no recoge la presencia de persona alguna en esa zona. De hecho, estuvo totalmente vacía en un día festivo como lo fue el 12 de octubre.