Garrigós, un madrileño con licencia gallega, abre el medallero español

X.R.C. VIGO

DEPORTES

Garrigós, con la medalla de bronce
Garrigós, con la medalla de bronce Chema Moya | EFE

Sargento en la reserva, conquistó el bronce en yudo en menos de 60 kilos

27 jul 2024 . Actualizado a las 20:36 h.

Fran Garrigós le dio a la delegación española la primera medalla en los Juegos Olímpicos de París. La medalla de bronce en yudo, en la categoría de -60 kilos, la primera de esta disciplina deportiva en 24 años, tiene acento gallego, porque aunque este sargento en la reserva haya nacido en Madrid hace 29 años, tiene ficha con la Federación Gallega de yudo desde hace ocho años, milita en el Club Famu de Vigo y está empadronado en Galicia. Incluso durante el actual ciclo olímpico se pasó en junto a sus compañeros de selección por la comunidad para participar en varias concentraciones.

Fran Garrigós (Móstoles, 1994) es un pura sangre del yudo. Campeón de Mundo, campeón de Europa y coleccionista de medallas en todas las categorías de formación, pero el madrileño con ficha gallega tenía un estigma con los Juegos Olímpicos. Tanto, que que se metió en un túnel oscuro del que casi no regresa. Porque tanto en Río de Janeiro como en Tokio se fue para casa al caer en la primera ronda. De hecho, en el 2021, cuando volvió a la capital japonesa, dejó al lado un deporte que había practicado desde los cuatro años (sus padres lo llevaron a un gimnasio a ver si se cansaba, porque era hiperactivo) y para centrarse en los estudios.

Pero en el 2022, acudió a un torneo a Portugal sabiendo que no estaba en condiciones y perdió en cuartos de final ante el japonés Taiki Nakamura. Pese a la derrota, ese fue el impulso para comenzar un ciclo triunfal que le situó en París con la etiqueta de claro candidato al podio. Y en esta ocasión, la primera ronda no fue un obstáculo insalvable, sino el primer paso hacia el bronce.

«Fran ha ido de menos a más», comenta desde París Mario Muzas, el presidente de la Federación Gallega y alma máter del Famu. Exento en la primera ronda, Garrigós arrancó ante el belga Jorre Verstraeten. Lo hizo con precauciones y sin sacar todo su repertorio, pero en cuartos ya dio su real medida en un combate de tronío ante el japonés Ryuju Nagayama. El español fue inteligente y contundente a partes iguales y se metió en la lucha por las medallas con un ippon. En semifinales disputó el combate hasta el final, pero cedió ante el kazajo Yeldos Smetov en la técnica de oro por otro ippon.

Tal como se produjo la derrota, Muzas y compañía no tenían dudas. «Teníamos muchas esperanzas de que sacara el bronce» y así lo hizo ante el georgiano Giorgi Sardalashvili, actual campeón mundial. El madrileño supo sufrir y defenderse bien de las acometidas de su oponente y, pese a la amenaza de dos shidos, llevó el duelo a una Técnica de Oro y se llevó el bronce con un waza ari tras ejecutar un Tomoe-nage. «Ha sido una gran alegría», dice el presidente gallego.

Porque Garrigós le daba de esta manera la primera medalla a la FGJ y al Famu, un club al que llegó en la década pasada con todo el elenco del equipo nacional, con su inseparable Niko Sherazadishvili, un georgiano gallego de adopción, a la cabeza.

Militar de formación (es sargento reservista del Ejército del Aire y del Espacio) y graduado en Ciencias de la Actividad Física y Deporte con un Máster MBA en Gestión de Entidades Deportivas, Garrigós es una persona introvertida y discreto de inicio, un deportista que siempre prefiere el segundo plano, pero que gana muchos enteros en las distancias cortas, un perfil que responde también a la personalidad del entrenador que le vio crecer y que le moldeó hasta llevarlo a lo más alto, Quino Ruiz.

Garrigós y todos sus compañeros del equipo nacional tienen su base de operaciones en la localidad madrileña de Brunete, pero al menos tres o cuatro veces al año se desplazan a Galicia. «Siempre que pueden, hacemos entrenamientos conjuntos cuando hay concentraciones y por lo menos dos o tres veces al año hacemos una específica e intentamos que vengan todos», explica Muzas, que no tiene ninguna duda en decir que la medalla es gallega «al 100 %».