El Dépor invita al Racing al salón de Yeremay (1-0)

DEPORTES

El canario marca y se exhibe en la banda derecha para agitar el duelo vecinal y dar a los coruñeses su primer triunfo del curso

01 sep 2024 . Actualizado a las 04:29 h.

Cristóbal Parralo es un señor. Un ejemplo de cortesía en el complicado mundo del fútbol; empeñado en resucitar el apretón de manos como señal de respeto y muestra de educación. En su regreso a Riazor, no merecía menos que ser invitado al nuevo salón blanquiazul. Ese tramo de campo móvil, alfombrado en césped, donde juega Yeremay. Cualquier lugar sirve al genio de El Polvorín para entretenerse con brincos y regates, alborozando al espectador y a sus compañeros; desesperando al rival. Le tocó padecerlo al Racing de Ferrol en este duelo de vecinos necesitados. Lo disfrutó, de nuevo, el Deportivo; por fin de estreno en su retorno al fútbol profesional.

Fue ese pibe liviano, al que no frena la carga del 10, quien desequilibró un partido cargado de imprecisiones, producto propio del arranque de campaña y de dos conjuntos por ensamblar. Reincidió Cristóbal en la propuesta que se dejó tres puntos en A Malata frente al Granada. Le dio una buena vuelta Imanol Idiakez a la que retornó de vacío de El Alcoraz.

Inició el técnico vasco su reforma bajo palos, retirando a Germán Parreño y plantando allí los casi dos metros de Helton Leite. Por delante, tres centrales, para entregar los costados a David Mella y a Yeremay. Ambos, actuando con su pierna buena arrimada a la línea de cal. Villares, José Ángel, Lucas y Soriano formaron en caja a la espalda de Barbero. La propuesta visitante, quizá por cuestión de costumbre, pareció funcionar mejor. A los anfitriones les costó un rato repartirse el campo, y durante esos minutos de poner orden fue Pablo Martínez quien se encargó de barrer.

El francés se ganó a la hinchada impidiendo a Dorrío explotar el terreno vaciado por Mella en el carril, mientras sus compañeros sufrían para salir al toque desde atrás. A la tercera intervención del veterano central, el Dépor empezó a desperezarse, y pasó el Racing a achicar agua, resguardado por Manzanara y movido al ritmo de Perea y Señé.

Jesús Ruiz metió la manopla abajo, desviando el derechazo de Mella, que había envenenado su marcador al tratar de despejar, y José Ángel ensayó un zurdazo que se perdió sobre le larguero. Justo después, se produjo un duro choque de cabezas entre Pablo Vázquez y Aitor Buñuel. El central tuvo que continuar el encuentro con un gorro de natación; el lateral precisó ser reemplazado por Cristóbal, quien poco más tarde perdió también a Álvaro Giménez. El primer tiempo dejó dos bajas ferrolanas y poco más. El segundo, dejó a Yeremay.

El canario ya había desbordado a Brais al filo del descanso, poniendo un centro perfecto que Mella cabeceó contra Delmás. y tras tomar aire en vestuario, regresó al césped mejor adaptado a ese costado derecho donde se rodó en pretemporada. La faena comenzó con gol. Conducción hasta la esquina del área grande y chut imposible para Jesús Ruiz. El Deportivo en ventaja por primera vez desde su regreso al fútbol profesional. 

El Racing amagó con devolver el golpe. Probó Chiki con un centro tenso que despejó oportuno José Ángel, y también Jauregi, superando en el cuerpo a cuerpo a Pablo Vázquez para encontrarse con Helton, rodilla en tierra, al disparar. Interrupciones apenas, dentro del espectáculo ofrecido por el 10 blanquiazul, una tortura para Brais y para cuanto socio de vede se acercó en auxilio del lateral. Un quiebro entre el carrilero y Manzanara levantó a la grada; otro, cerrado con lanzamiento enroscado desde la izquierda, causó furor. 

Lucas Pérez se contagió y también dejó su intento, ejecutando una falta cargada de impotencia sobre el canario. En lugar de colgar el cuero, como parecía aconsejar la distancia y la posición escorada, buscó directamente la red. Respondió bien el meta visitante, manteniendo a los suyos en el encuentro. Jauregi quiso rentabilizar el aire extra en el enésimo despropósito del Dépor en la defensa a balón parado; Helton se lo impidió. La exhibición de Yeremay no merecía un borrón.