El inglés, brillante sobre el terreno de juego como brújula del Real Madrid, deslució su actuación al involucrarse en la tangana final
10 ene 2025 . Actualizado a las 18:24 h.La enésima trifulca entre Vinicius y Maffeo, una ya consolidada rivalidad que amenaza con más capítulos, salpicó esta vez a otros actores, menos habituales de este tipo de batallas. Jude Bellingham, santo y seña en la mejoría del Real Madrid en las últimas semanas, fue la cara y la cruz en la victoria blanca ante el Mallorca, un triunfo engañoso por la amplitud del resultado.
Sobre el césped el inglés lideró de nuevo a los suyos, abriendo el marcador a la hora de juego, cuando el duelo amenazaba con atascarse merced al siempre sólido planteamiento táctico bermellón. Nueve goles y nueve partidos viendo puerta de los últimos once con el Madrid, un registro que ya recuerda a la imperial versión del primer tramo de la pasada campaña, su espectacular puesta en escena con la camiseta blanca.
Sin embargo, con el definitivo 3-0 en el marcador y Vinicius ya en el banquillo tras ser sustituido, Bellingham se atribuyó un erróneo papel de vengador con la colleja a Maffeo que desató definitivamente las hostilidades. Ambos futbolistas se enzarzaron, provocando la tangana final en la que el canterano madridista Raúl Asencio tuvo un papel destacado.
«No tiene sentido. Ha sido una pelea innecesaria, el partido ya había terminado. No echo la culpa a nadie, ni a los jugadores del Mallorca ni a los del Real Madrid. Pero una pelea así era innecesaria. Los jugadores estaban un poco calientes y yo he intentado calmar las aguas, un poco, con Maffeo. Bueno, al final no ha pasado nada, pero ese final no era necesario», aseguró Carlo Ancelotti, que como su homólogo bermellón, Jagoba Arrasate, puso la nota de cordura y fue contundente para tratar de atajar un calentón generalizado que se trasladó a la zona de vestuarios y dejó imágenes bastante desagradables.
Más allá de los nervios a flor de piel tras un partido más disputado de lo que dicta el resultado, en el que la mínima ventaja del Madrid se prolongó hasta el descuento, y las innecesarias provocaciones de Maffeo a Vinicius, lo cierto es que las particulares cuitas del brasileño, un futbolista volcánico para lo bueno y para lo malo, han llegado a contagiar de crispación a sus compañeros. Incluso al habitualmente calmado Bellingham, un jugador que hasta ahora se ha caracterizado por la corrección en las formas.
Por ahora, la política del Real Madrid, que sigue la línea marcada por su presidente, Florentino Pérez, pasa por la defensa cerrada de Vinicius, al menos de puertas hacia afuera. El club sigue sacando la cara por uno de sus grandes activos sobre el césped, si no el mayor, pese a un convulso inicio de año en el que el brasileño vio la tarjeta roja en un rifirrafe con Dimitrievski durante el partido liguero ante el Valencia en Mestalla. Los dos encuentros de sanción al fluminense, fruto de la acción y también de su pérdida de papeles posterior, ya que sus compañeros tuvieron que sujetarlo para evitar que se dirigiera al árbitro, Soto Grado, de forma agresiva, no han condicionado la postura oficial del Madrid.
Defensa cerrada
«Escucho lo que se le dice en los campos y pienso que la sanción no es correcta», opinó el técnico italiano antes del duelo ante el Mallorca, cuando aunque visiblemente cansado del debate sobre la actitud de Vinicius, se mostró «encantado en todos los aspectos» con el futbolista brasileño y aseguró que «cuando se habla de la provocación se desvía el tiro sobre los insultos que recibe». Aunque previa a la trifulca con Maffeo, esta postura refleja muy bien el pensamiento del vestuario blanco, donde se considera al '7' víctima de habituales provocaciones.
De hecho, los futbolistas del Madrid han interiorizado como propias algunas de las particulares batallas de Vinicius, como demostró la tangana general final propiciada por las cuentas pendientes con Maffeo, un jugador que está en el centro de la diana de la plantilla blanca. Lo cierto es que esta vez el defensa del Mallorca fue el primero en abrir la pugna, con una actitud muy poco edificante a la hora de fingir una agresión inexistente del brasileño en los primeros compases de partido, en un episodio que fue solo el primero de la larga lista de encontronazos y desafíos verbales.
Dos no discuten si uno no quiere, según reza el refrán popular, aplicable a esta trifulca que no cesa entre Vinicius y Maffeo. Ambos pusieron de su parte para avivar ese estado de tensión que acompaña al fluminense con demasiada asiduidad y ha acabado por contagiar a sus compañeros. Por ahora, su rendimiento sobre el césped lo compensa y el Madrid es consciente de ello.