Del mitin del Coliseo a Santa María

La Voz

DEZA

RAMÓN LEIRO

Los socialistas recuerdan a los impulsores pontevedreses del Estatuto de 1936

27 jun 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Han pasado 66 años desde el refrendo del primer Estatuto de Autonomía de Galicia, pero la memoria de la gesta de aquella generación de republicanos y galeguistas, a quienes les dolía la situación del país, aún no ha podido ser sofocada del todo por esa legión de bomberos que se afanan en echar tierra sobre nuestra más reciente historia. Ayer, sin ir más lejos, fueron los socialistas pontevedreses quienes depositaron un ramo de rosas rojas ante la estatua de Castelao en los jardines de Santa María, justo 66 años después de que en Pontevedra se celebrasen dos grandes mítines pro Estatuto, uno de los republicanos en el antiguo Cine Coliseo (hoy edificio Viacambre en la calle García Camba) y otro galeguista en el Principal. Fue un homenaje sencillo, sin mucha gente, sin aspavientos, pero sentido, como atestiguaban las palabras emocionadas de Gonzalo Adrio y el homenaje a quienes fueron fusilados en A Caeira por defender la República y la autonomía de Galicia. No hubo nombres -sólo el de Castelao- pero en la mente de todos estaba aquella generación de pontevedreses víctimas de nuestra más odiosa contienda civil. Gonzalo Adrio recordó las vicisitudes de la gestación de aquel Estatuto -sólo el catalán llegó a entrar en vigor durante la República y el vasco lo haría en plena guerra- ya que, veinte días después del refrendo, llegó la sublevación de julio del 36 y el inicio de la contienda. Intervino igualmente Antón Louro Goyanes para reafirmar las señas de identidad galeguistas y socialistas del PSdeG-PSOE, su vocación por la igualdad y por la autonomía, y para reafirmar la apuesta por las instituciones de Galicia finalmente logradas en 1981. Pocas personas quedan ya en la ciudad que ocupasen un lugar protagonista en la vida política de aquellos años, que participasen activamente en campañas como la del 36 -cuando no existía la televisión y el índice de analfabetismo era tan elevado- en las que era fundamental el boca a boca, el mitin, la influencia. A veinte días del estallido de la guerra, Galicia tenía, sin embargo, las cosas claras: el referéndum del Estatuto obtuvo un apoyo masivo con un 74% de votos afirmativos y, el 15 de julio, fue trasladado a las Cortes. En realidad, el Estatuto adquirió estado parlamentario en las Cortes de Montserrat de 1936 y no llegó a aplicarse, aunque su utilidad ya nunca podría ser negada. El camino abierto sirvió años después, en 1978, para que la Constitución incluyese a Galicia entre las nacionalidades históricas con derecho a una autonomía amplia. Doce personas Quizá sea un síntoma de normalidad que sólo una docena de personas -entre ellas, el portavoz socialista, Roberto Taboada, el secretario local del PSOE, Benito Gama y el concejal Guillermo Meijón- sientan la necesidad de recordar a los grandes protagonistas de la autonomía en el 36. Quizá sea un síntoma de normalidad que las emocionadas palabras de Adrio fuesen acompañadas del ruido de fondo de las grúas y las sierras de obra, o de algún que otro vehículo. Es sólo una forma, tal vez la más optimista, de ver las cosas. La otra es que esa extraña mezcla de longa noite da pedra y de vídeo-consumismo, de pseudocultura de lo zafio y de operación triunfo de lo banal, esta tontería inmensa que nos envuelve, no dejan ya tiempo para el recuerdo que merecen quienes fueron capaces de darlo todo -incluida vida, bienestar y hacienda- por el futuro del país, aún sin saber que su épica actitud podría ser considerada un rollo sólo 66 años después. Y es que, quizá, algunos aún no hayamos reparado lo suficiente en esa inscripción de la escultura de Buciños sobre nuestro Castelao andante y con pajarita en Santa María: «Hoxe temos fe no noso pobo / e moi largo o noso pobo terá fe en nos».