El vehículo más antiguo es un Ford A de 1928, adquirido por una familia de San Andrés de Vea por un millón seiscientas mil pesetas a una marquesa en Valladolid
19 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Las comarcas de Deza y Tabeirós-Terra de Montes reúnen un total de 4.089 turismos con más de veinticinco años de antigüedad. Algunos son vehículos históricos, verdaderas reliquias que han llegado del pasado hasta nuestros días, que se conservan con todo el mimo por sus propietarios. Otros, no son más que unas carrocerías deterioradas y casi abandonadas. Antiguallas para unos y símbolos para otros que, pese a todo, han resistido con entereza el envite del tiempo.
En el Concello de A Estrada, en el que hay más de mil doscientos coches censados, se encuentra el ejemplar más antiguo recogido en los registros. Es un Ford A de 1928 que pese a figurar como furgoneta es, en realidad, un turismo. Pertenece a una familia coleccionista de San Andrés de Vea, que ha llegado a sumar una decena de vehículos históricos en su haber.
Este automóvil en cuestión, lo adquirió José Miranda por un millón seiscientas mil pesetas a principios de los años noventa en una subasta que se celebró en la ciudad de Valladolid. Además tiene historia de abolengo, pues pertenecía a una marquesa que, junto a este, ofrecía otro del mismo modelo que también fue a parar a la cochera de la familia. Aunque con peor destino, ya que fue desguazado para recomponer al primero.
La restauración de los coches históricos supone, en muchos casos, doblar la inversión realizada en la compra, pudiendo sobrepasar los 60.000 euros. Cada modelo trae una historia detrás de sí. Y, a los fallos mecánicos que pueda tener un vehículo que cuenta más de medio siglo bajo sus neumáticos, se une la corrosión, el cromado y otra serie de detalles y complementos de difícil recuperación. Muchas piezas son únicas y su reposición es realmente costosa.
Para casas reales
Tal es el caso de dos de los autos más preciados en la colección de los Miranda. El primero es un modelo especial de los años cincuenta de la gama Rolls Royce para casas reales, regalo de la casa Windsor a una familia americana de la alta sociedad. El otro, un Mercedes 170 de 1936 y primera adquisición de la colección -que comenzó ya hace veintiún años-. Hoy, pese a sus tres cuartos de siglo, sigue funcionando como un reloj y su propietario puede dar más de un paseo a bordo.
En el Concello de Lalín se encuentran otros de los ejemplares más longevos. En total, el censo de la capital dezana acumula 1.275 automóviles que han cumplido las bodas de plata. Pero, si hablamos de clásicos, tenemos que acudir a las cocheras de los presidentes de las dos asociaciones locales.
Pasión familiar
Juan Recimil, de la Escudería O Toxo, reúne unos treinta vehículos junto a su padre Manuel, de quien ha mamado la pasión por los vehículos históricos. Entre ellos se encuentra una motocicleta Harley Davidson de 1918 y un Autounión de 1935 sin restaurar, de cuando Audi aún no se había formado como marca reuniendo los cuatro aros que lo conformaron la empresa a posteriori. Sin embargo este ejemplar, que adquirió Manuel del director de Conxo, no aparece en el registro municipal.
Los más antiguos de las listas dezanas son un Fiat (modelo desconocido) empadronado en Silleda en febrero de 1941 y un Citröen, censado cuatro años más tarde en Lalín; ambos matriculados en Madrid, con las antiguas placas de seis dígitos y sin letra final.