Los restaurantes ven con preocupación el creciente aumento de clientes que no aparecen o grupos que se reducen sin previo aviso y ven difícil tomar medidas
15 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Aunque no a todos les pasa, los restaurantes de la zona ven con preocupación el aumento de clientes que reservan y al final no aparecen o grupos que a última hora se reducen considerablemente en número sin previo aviso. Una situación que, dicen, ha ido creciendo en los últimos años pero a la que ven difícil ponerle coto. En Lalín, donde el cocido llena los establecimientos hosteleros con clientela, en muchos casos de fuera, y que exige reserva previa, restauradores como José Luis Iglesias del Cabanas o Alberto González del Currás, no ven fácil hacer frente a esas situaciones, que no son muy habituales, pero se dan.
Iglesias explica que «co cocido nos ten pasado que encargan para 20 e aparecen 10, ou non chegan» pero le parece «conflictivo e complicado» atajar este problema. Parece que está poniéndose de moda, apunta, reservar en varios sitios y luego ir a uno. Una situación que, recuerda, se da más en los meses de verano y en la costa. «A xente pensa que os dos restaurantes somos inimigos uns de outros, pero non é así, somos compañeiros e falamos entre nós» y eso hace que alguna vez de estas conversaciones descubrieran que unos que habían reservado en un sitio y no aparecieron comieran en otro cercano donde también habían reservado. Todo se sabe, dicen.
Los hosteleros piden un respeto por su trabajo y el de sus empleados apuntando que, en función de las reservas, hay una previsión tanto de camareros como de personal de cocina, y por supuesto, de la comida a elaborar. Muchas veces se trata de reservas de grupos con precios cerrados y esas preparaciones también suponen un gasto a tener en cuenta. Gonzalo Pose, de Argentino's Burger de A Estrada, cuenta que «el otro día me faltó una mesa de 12». Los llamó «y al tercer tono colgaban y luego ya no cogían». Lo que quería «era que me dieran una explicación. No se trata de pensar mal, a veces son motivos de fuerza mayor, pero preocúpate de avisar», añade.
En la mayoría de los restaurantes de la zona reservas se realizan por teléfono dejando un nombre y un número. La mayoría de las veces no hay problema porque la clientela suele ser de gente conocida por los hosteleros, aunque en algún caso lo sea de vista, pero como apuntaba ayer un hostelero «son del pueblo».
Pose cree que «hay que empezar a normalizar en la hostelería lo que es normal para los alojamientos o para la compra de billetes para viajar». Apunta que «si compras un billete de avión o reservas una habitación de hotel o un alojamiento a través de una plataforma y no te presentas te lo cobran, y debería ser lo mismo en la hostelería». Se pregunta porqué en la hostelería no se hace esto. «Parece que en un restaurante de estrella Michelín donde el gasto es mayor si pides una tarjeta de crédito en el momento de la reserva se va tolerando» pero no en los sitios más pequeños y le parecía bien poder cobrar un recargo si los clientes no aparecen. Considera que «la ley nos tiene que amparar» y se plantea la posibilidad, en el caso de las reservas de grupos grandes, que paguen una cantidad por adelantado.
Una aplicación para registrar los datos y poder llegar a reclamar
Pose comenta que desde hace un año utilizan una aplicación que usan los clientes para reservar y donde quedan registrados todos los datos. Esta le permitiría presentar una posible reclamación que acabaría en el juzgado pero que acarrearía un proceso que les costaría tiempo y dinero. Alberto González del Currás explica que el método que siguen teniendo para las reservas es «falar coa xente» y no quisieran tener que romper ese vínculo y ese lazo de confianza. Eso quita, apunta, que «acabemos posibilitando as reservas por Internet» pero defiende que para las de grupos grandes «eu teño que falar con eles». Hay quien combate ese posible absentismo con llamadas para confirmar y confirmar las reservas. Es lo que hacen en A de Rafael, en Gres, Vila de Cruces, donde acostumbras a hacer la última llamada la víspera.
Los hosteleros creen que aunque suelen acabar pagando «xustos por pecadores» pero eso no quita que el hecho de que cada vez sean más frecuentes los clientes que varían el número de comensales o que no aparezcan pese a tener reserva preocupe. Hay quien opina que tendrían que acabar pudiendo bloquear a gente que realiza estas prácticas por costumbre reservando alegremente en varios sitios y dejando a muchos restaurantes con la mesa puesta, o en caso de grupos muy grandes, poder cobrar un adelanto que podría llegar hasta el 50 %.
Comida que se pierde, mesas que quedan vacías y gastos de personal
Los restauradores ponen el acento en los perjuicios que les causan esos clientes que no aparecen o las variaciones sin previo aviso en el número de comensales, tanto al alza como a la baja. Y aunque hay quien lo hace una hora antes, dejan mesas con el cartel de reserva que no se llegan a ocupar o huecos que podrían haber dejado sitio para otros clientes que entran por la puerta y que se van sin plaza cuando podrían haber comido con un reajuste previo. Sin aviso hay quien cobra los menús de los comensales de la reserva incluido los de alguno que falte. El sector pide un respeto por su trabajo y el de sus empleados alegando que los cambios conllevan gastos en la comida que no se consume y de personal. Alguno cuenta que tiene recibido el aviso una hora antes «pero xa tiñamos o marisco cocido e a comida lista», explica.