El legado silencioso de Castrovite

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

Valoran la puesta en valor del castro de Orazo y la difusión de los relevantes hallazgos de la excavación de 1986

14 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Para el común de los estradenses Castrovite es un mirador interesante, un acierto seguro para una excursión en pareja o el escenario de la concurrida romería de Santa Mariña. La propia toponimia evidencia la existencia de un castro, pero pocos vecinos saben algo de ese asentamiento o de los interesantes hallazgos de las excavaciones realizadas en 1986. Para corregir esta situación, la concejalía de Turismo de A Estrada y la Universidade de Santiago celebraron el pasado fin de semana unas jornadas en las que se repasó la historia de la arqueología castrexa estradense. En ese marco se ha abierto el debate sobre la conveniencia de instalar en Castrovite paneles informativos que den cuenta de la historia del lugar y documenten las excavaciones -de los sondeos no queda rastro visible- y sus resultados.

El arqueólogo de la Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta Xulio Carballo, que dirigió en su día la excavación, sugirió al Concello la puesta en valor del lugar desde el punto de vista informativo, ya que en otros aspectos como accesos o maleza el enclave no presenta problemas. Por su parte, el edil estradense responsable de Turismo, Óscar Rancaño, recogió el guante y se comprometió a buscar medios para una pequeña actuación en este sentido.

En su día, los hallazgos de Castrovite no fueron suficientemente difundidos. No obstante, las excavaciones permitieron destapar varios siglos de historia. La cronología del poblado es uno de los aspectos sobre los que pudo arrojarse luz. Se demostró que hubo ocupación desde el siglo VIII antes de Cristo y que el enclave estuvo habitado ininterrumpidamente hasta el I antes de Cristo. Los análisis estratigráficos también trajeron evidencias de la economía del poblado.

Una agricultura importante

En los 80 todavía se creía que la economía castrexa era esencialmente ganadera. Los hallazgos de Castrovite contradijeron esta hipótesis. En las excavaciones se hallaron 40 kilos de restos vegetales carbonizados que se corresponden con tres incendios accidentales registrados en el poblado: uno en el siglo IV antes de Cristo y dos entre el III y el I antes de Cristo. Se trata de restos de varias especies cultivadas: mijo sobre todo, pero también distintas variedades de trigo, cebada y, en menor medida, avena. Las enormes cantidades almacenadas -en algunos casos en algún elemento que se perdió en el incendio, probablemente sacos- y los tipos de cereales que testimonian la existencia de cultivos con ciclos biológicos diversos apuntan a una actividad agrícola importante.

En el plano paleoambiental, se encontraron restos de maderas carbonizadas, con claro predominio del roble y el avellano. El estudio de los carbones remite a una gestión del bosque que se orientaba a la obtención de leña para combustible, la carpintería -un trabajo del que se han encontrado evidencias- o la elaboración de manufacturas para el almacenaje del grano.

Por otra parte, en las excavaciones se recuperaron más de 2.000 fragmentos de cerámica que se conservan en el Museo de Pontevedra. Entre ellos predominan los lisos, aunque también se han hallado varios decorados. Algunas piezas presentan tipologías propias de la zona de las Rías Baixas o el Miño, lo que apunta a una relación de intercambio comercial con estas zonas. Incluso se ha encontrado un ejemplo de cerámica púnica del Mediterráneo que demuestra que en el siglo IV antes de Cristo había un comercio entre el Mediterráneo y las Rías Baixas cuyas implicaciones llegaban al interior.

40 kilos de materia vegetal carbonizada

La excavación de 1986 se llevó a cabo mediante doce sondeos de 2x2 que abarcaron conjuntamente una superficie de unos 50 metros cuadrados dentro de la hectárea que ocupa el castro. De las dos plataformas que presenta el yacimiento, el aterrazamiento inferior coincidiría en sus límites con el perímetro defensivo. Es en esta zona inferior donde aparecieron abundantes restos arqueobotánicos carbonizados.

«Unha nova escavación só para poñer muros á vista sería moi pobre»

Las excavaciones del yacimiento de Castrovite realizadas en el año 1986 buscaban principalmente datos paleoambientales e información sobre la economía y la cronología del castro y de la Edad de Hierro en la zona. Por este motivo el estudio se hizo mediante sondeos de 2x2 metros que arrojaron gran cantidad de información en los campos en los que se indagaba. Este tipo de catas, en cambio, no facilita una lectura horizontal y microespacial del yacimiento, por lo que no se ha podido determinar su estructura en lo que a murallas o construcciones se refiere.

Aún así, según explica el arqueólogo de la Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta Xulio Carballo Arceo, que estuvo al frente de la excavación, los restos hallados han permitido constatar la presencia de construcciones de barro, probablemente circulares, con un armazón interno de ramas de avellano. «Como se se tratase dun canizo revestido por dentro e por fora de barro», ejemplifica el arqueólogo. En un sondeo de 2x2 es imposible poner al descubierto la estructura de cabañas completas o de amurallamientos de defensa del poblado.

No obstante, Xulio Carballo tampoco considera interesante una nueva excavación para poner muros a la vista. «Desgraciadamente está moi de moda escavar para poñer muros á vista. Iso non é arqueoloxía. Con ese criterio só se escavarían castros e xacementos romanos porque os restos paleolíticos ou neolíticos, salvo os dolmens, non deixan pegada dese tipo», explica. «Sería interesante unha nova escavación pero buscando novos datos para facer coñecemento científico. Unha nova escavación so para poñer muros á vista sería moi pobre», comenta el arqueólogo.

Haciendo memoria

En un viaje a Japón Julio Carballo pudo ver unos restos arqueológicos en mitad de una zona urbanizada con un cartel explicativo. Para él, esa es la forma de proceder que tiene sentido. «Non porque o fagan alá, pero ten sentido. Os sitios teñen unha historia, pero non se coñece», lamenta. «A única forma de reconstruír a historia é o traballo arqueolóxico. Eu sempre digo que se un día unha pala escavadora viñera e levara por diante Castrovite, sería a destrución de 1.000 anos de historia», reflexiona.

«É importante facer memoria do que pasou nos lugares, para que coñezan a historia veciños e visitantes», comenta.