Teresa Bascuas abre su primera exposición en A Estrada y escribe sus memorias
22 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Hace casi cinco años que falleció el ex alcalde estradense Ramón Campos Durán y solo ahora su viuda, Teresa Bascuas Brea (Silleda, 1942), se ha decidido a exponer su obra pictórica en A Estrada. Antes, mostró su obra en otras localidades, pero A Estrada siempre fue quedando de lado intencionadamente. «No quería que nadie pudiera pensar que exponía por ser la mujer del alcalde», se sincera.
Teresa Bascuas fue la auténtica primera dama. Educada, empática y con un indudable don de gentes, supo aportar un punto popular y diplomático al tándem. Silledense de origen, se mantuvo en un segundo plano, pero fue siempre una mujer valiente y decidida que ahora ha decidido dejar por escrito sus memorias. «Estoy escribiendo un libro contando mi historia de emigrante. A lo mejor no lo publico porque no creo que le interese a mucha gente, pero lo dejo ahí para mi familia», dice con modestia.
Sin embargo, la historia de Teresa tiene su aquel. Nació en Abades, en una humilde familia de campo. «No había muchas cosas materiales, pero nunca me faltó el cariño de mis padres y abuelos», dice orgullosa y emocionada. Cuando tenía siete años la familia se trasladó a vivir a Piñeiro y, después del colegio, Teresa estudió Diseño de Moda en A Bandeira. Tenía solo 19 años cuando conoció a Ismael Vázquez Rey, un silledense emigrado en Argentina que contaba 36. «Nos casamos por poderes y él me reclamó para que fuese a vivir a Buenos Aires. Él ya llevaba 15 años trabajando en Buenos Aires, donde tenía bodegas de vinos, así que yo ya me encontré la América hecha», cuenta Teresa. «Imagínate lo que fue para mí, que lo más lejos que había ido era a A Coruña, aterrizar en una ciudad como Buenos Aires. Era una chica de aldea y de repente tenía una casa con lavadora, lavavajillas y televisión. En el año 62, que aquí aún no había nada de eso. Descubrí América», recuerda. «Viví 20 años en Buenos Aires y fui muy feliz. Tuve mucha suerte con mi marido. Los fines de semana eran para su mujer. Íbamos a bailar a la Casa de Galicia y a los mejores cines, teatros y restaurantes. En Buenos Aires conocí a Lola Flores, Sara Montiel, Rocío Jurado, Joselillo... Y cada dos años volvíamos a España y estábamos seis u ocho meses. Trajimos un Chevrolet, que era de los pocos que había aquí», recuerda.
La pareja tuvo tres hijas y un hijo y en 1980 decidió regresar a España e instalarse en Vigo. «Nuestra hija mayor tenía 14 años. Era entonces o nunca, porque si los hijos echan raíces allá...», reflexiona Teresa. En Vigo la pareja abrió la cafetería-restaurante Glorieta Juan XXIII y luego Teresa, aprovechando sus estudios de moda, montó la boutique Monet Moda. «Yo misma diseñaba y cortaba todo. Le hice el traje de madrina para la boda de su hijo a la madre de Manquiña», cuenta orgullosa.
La historia de amor de Teresa e Ismael se truncó en el 92, cuando a él le diagnosticaron un cáncer. «Ingresó en el hospital el 30 de diciembre y el día de Reyes estaba muerto», dice.
A Ramón Campos, Teresa lo conoció años después, durante un viaje oficial a Argentina siendo ya alcalde de A Estrada. «Yo seguía yendo todos los años a Buenos Aires porque tengo allá amigos y familiares de mi primer marido. En uno de esos viajes conocí a Ramón en el vuelo. Ya en Argentina, me encargaron a mí si podía acompañarlo en sus visitas porque él no conocía Buenos Aires. Yo acepté y quedamos un día a las nueve de la mañana. Recuerdo que crucé todo Buenos Aires para ir a recogerlo a su hotel y al llegar me dijo que había llegado un poco tarde. Le dije: ‘Yo no soy su secretaria'. Cuando me preguntaron qué tal con él, les dije: ‘Es un repugnante'. Fue mi primera impresión», confiesa Teresa riendo.
«Ramón era una persona exigente y tenía su pronto. Todos los que lo conocieron lo saben. Algunos le llamaban ‘Ramón ¡Xa!', porque todo tenía que ser al momento. Pero era muy buena persona. En Buenos Aires, cuando le presentaron a unos familiares que no conocía se echó a llorar», dice Teresa. Después, a golpe de cafés de ida y vuelta, Teresa y Ramón acabaron casándose en el año 98. «Yo alquilé el negocio en Vigo y me vine a A Estrada con él. El amor es tonto, sordo y loco», dice Teresa. Sin embargo, la viuda no se arrepiente en absoluto de aquello. «No pudo ser mejor: el trato con la familia de mi primer marido, con mis hijos... Mis nietos no conocieron otro abuelo y le llamaban abuelo», cuenta la viuda emocionada.
Teresa se sintió tan acogida que a día de hoy sigue instalada en su hogar estradense. «Cuando falleció Ramón, mis hijos querían que me fuese con ellos a Vigo o a Pontevedra, pero yo me quedé en A Estrada por la gente de aquí. Me siento muy querida», confiesa.
«Volver», una muestra a medio camino entre Galicia y Argentina
Teresa Bascuas empezó a pintar cuando se instaló en A Estrada. «Venía de tener el negocio en Vigo y necesitaba algún entretenimiento. Fui a clases con el pintor Ángel Lemos, pero ya era muy mayor y a los dos meses me dijo que dejaba de darme clases. Volví a casa llorando, pero empecé a pintar por mi cuenta y me enganché. Es un mono. Ahora pinto todas las tardes. Es una terapia buenísima. La aconsejo a todas las personas mayores. Yo pintando me olvido del tiempo. Me pongo a las cuatro en la terraza y me dan las nueve y no me entero», cuenta Teresa. «La exposición, más que nada, la hago para animar a la gente mayor como yo a que se ponga a hacer cosas y no se amorriñe en sus casas. Hay mucha gente sola en sus casas y cuando estás solo a veces el mundo se te viene encima», explica.
«A mí ahora ya me gusta demasiado. El traumatólogo me dijo que igual tenía que sacarle horas, pero a mí si me saca la pintura me manda al psiquiatra», bromea Teresa.
Teresa Bascuas no solo se debe a la pintura. También le gusta hacer vida social por las mañanas y está escribiendo sus memorias. Además, sigue viajando cada año a Argentina, donde es madrina del cuerpo de baile del centro de A Estrada en Buenos Aires, al que ha donado 15 trajes de gallega hechos por ella y un lienzo de su autoría.
Hoy Teresa inaugura exposición en A Estrada. La muestra incluye una veintena de óleos que van del realismo a la abstracción, con paisajes o temas costumbristas. La calle Caminito comparte sala con hórreos gallegos, paraguas o ancianos. La muestra, titulada Volver, se inaugura hoy domingo a las 19.00 horas en la sala Abanca. Podrá visitarse hasta el día 28 de 10.00 a 12.00 y de 18.00 a 20.00 horas.