El Gobierno griego logró anoche dar un nuevo impulso a las políticas de austeridad que reclaman la UE y el FMI pero que fueron de nuevo contestadas en la calle y en el propio Parlamento, donde las nuevas medidas de ahorro salieron adelante con una apretada mayoría.
El resultado de la votación (153 votos a favor, 128 en contra, 18 abstenciones y 1 diputado ausente) fue muy ajustado, ya que la aprobación requería de mayoría absoluta. Además, el tripartito que dirige el primer ministro conservador, Andonis Samarás, controla, en teoría, 175 de los 300 escaños del hemiciclo.
El nuevo paquete de medidas, por valor de 13.500 millones, incluye, entre otras, el despido de unos 25.000 funcionarios hasta final de 2013, más flexibilización laboral, reducción de pensiones y el copago sanitario.
«Votamos entre permanecer en Europa o volver al dracma, el aislamiento internacional, la insurrección social y la guerra civil», declaró Samarás durante el debate.
Durante el debate, que fue bronco y cuajado de gritos e interrupciones, la oposición tachó de «inconstitucionales» tanto las medidas como el procedimiento para aprobarlas. El diputado Dimitris Papadimulis, de la izquierda radical de Syriza, el principal partido de la oposición, avisó tras la votación de que las nuevas medidas «herirán gravemente a la sociedad y a la economía» e hizo un llamamiento a que la población «lo impida» luchando contra un Gobierno que «ha sufrido importantes pérdidas».
Batalla campal en las calles
Mientras se procedía a la votación, centenares de personas protestaban fuera contra los recortes. En los enfrentamientos entre policías y manifestantes fueron detenidas 70 personas y al menos ocho agentes resultaron heridos por el lanzamiento de piedras y cócteles molotov. A pesar de la lluvia, entre 70.000 personas, según la Policía, y 200.000, según la oposición, abarrotaron una vez más la plaza Syntagma.