Manolo, el panadero solidario

ECONOMÍA

Desde que las trabajadoras de la conservera Cuca iniciaron su vigilancia para evitar que se desmantele, Manuel Díaz no ha dejado de llevarles pan y dulces

15 ene 2013 . Actualizado a las 11:35 h.

Sobre el negocio de Manolo se han notado, como sobre tantos otros, los efectos de la crisis. Aunque el pan sea un elemento de primera necesidad, las tartas y los pasteles no lo son tanto, así que sus beneficios han adelgazado al tiempo que lo hacían las economías de sus clientes. Pero hay ocasiones en las que el corazón puede más que la cuenta corriente, y el destino quiso salpicar con una de ellas el camino de Manuel Díaz Fuentes, propietario de la panadería Bello O'Campo de Vilaxoán (Vilagarcía).

Desde el lunes pasado, las trabajadoras de la conservera Cuca hacen guardia a las puertas de la fábrica para tratar de impedir su desmantelamiento. El grupo Garavilla, dueño de la factoría, prevé el cierre de la planta vilagarciana y el traslado del personal a sus instalaciones en O Grove, una medida a la que se opone frontalmente la plantilla y, con ella, los vecinos de Vilaxoán, cansados de ver cómo su tejido productivo desaparece poco a poco.

Manolo es uno de esos convecinos dispuestos a apoyar con todas las armas a su disposición esa lucha por la permanencia de una compañía que, desde hace ochenta años, da de comer a muchas familias de la localidad. Y como las armas que mejor sabe usar este vilagarciano son sus propias manos, ha decidido cargarlas con una buena munición de harinas, huevos y leche con el fin de que en la trinchera no falten las fuerzas. Cada mañana, Manolo hace un alto en su trabajo para llevarles dulces a las mujeres que montan guardia a pie de fábrica -ayer tocaban cruasanes y tarta de queso-. Por las tardes, unas ricas empanadas para que el frío y la lluvia resulten un poco más livianos.

Lo hace de forma desinteresada porque, dice, no le parece justo lo que están haciendo con ellas. «Danme moita pena, porque levan moitos anos aí traballando». Además, como a casi todos en Vilaxoán, la crisis de Cuca le toca de cerca. Una tía suya trabajaba en la conservera, y dos de sus primas también. Por no hablar de que entre sus clientas hay muchas operarias de la última fábrica de conservas que queda en Vilaxoán. «Non me parece xusto deixar a tanta xente así, sen traballo, tal e como está o país», sentencia. Así que, dure lo que dure la lucha de estas trabajadoras, las viandas de la panadería Bello O'Campo no faltarán en la caseta de obra que les sirve de cobijo.

Cada vez que la furgoneta de Manolo llega a las puertas de Cuca, comienza la fiesta. Las mujeres están conmovidas con el gesto del panadero, así que dejan ver sus sonrisas y lo reciben como se merece. Aplausos, canciones -«Manolo, Manolo, Manolo es c..., como Manolo no hay ninguno»- y palabras agradecidas son la recompensa que Manolo se lleva con él cuando regresa a su obrador. Su comida y, sobre todo, su solidaridad, como la de tantos otros, les dan ánimos para mantener la batalla por sus empleos. Claro que muchas ya están temiendo que si la situación se prolonga durante mucho tiempo será la báscula la que empiece a dar señales de alarma.