Evo fue uno de los primeros proyectos que definieron José María Castellano y César González-Bueno, presidente y consejero delegado, cuando aterrizaron en la cúpula de NCG. Un modelo de banca sencilla, de proximidad, con productos innovadores y oficinas abiertas mañana y tarde. Un modelo para la zona de expansión del banco (es decir, todo aquello que no es Galicia, Asturias y León) y que ha alcanzado un buen nivel de penetración en el mercado.
Su plan de venta, pautado, se enmarca dentro del plan de reestructuración del grupo gallego, consecuencia de recibir 5.425 millones de euros del rescate financiero de Bruselas. Supone desprenderse de todo aquel negocio fuera del noroeste, y de toda aquella actividad no vinculada a la banca tradicional. Por eso, en los últimos dos meses el banco ha puesto también en el mercado su división de activos singulares (UGAS se denomina) y su área inmobiliaria. Incluye no solo el negocio, sino también personal. Y tiene su parte positiva para estos últimos porque permitiría reducir el número de despidos que tiene que afrontar el banco por su cuarto ERE.
Hay también otro pilar en venta: las participaciones industriales (Sacyr, Itínere, CLH...), con un valor de 1.800 millones de euros. El mismo plan obliga a desprenderse del 25 % este 2013, para llegar al 100 % en el 2016.