Escándalos, ceses y dimisiones destapan la crisis interna de la Agencia Tributaria

césar calvar MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

Cristóbal Montoro, en el Congreso, buscando documentación para su intervención.
Cristóbal Montoro, en el Congreso, buscando documentación para su intervención. ballesteros< / span>

El baile de cargos desgasta la imagen del organismo y cuestiona su imparcialidad

08 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La crisis que sacude a la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) desde hace medio año y la cascada de dimisiones y ceses de inspectores y altos cargos, han desgastado la imagen del organismo y puesto su imparcialidad en entredicho.

Políticos, inspectores y subinspectores reclaman al ministro de Hacienda un golpe de timón que dé más independencia a la AEAT, y una explicación en el Parlamento. Pero Cristóbal Montoro no se da por aludido. Su departamento achacó primero la zozobra al proceso «normal» de relevos inherente a la llegada de un nuevo director general. Sin embargo, el viernes, Montoro atribuyó la inestabilidad a la marcha de los socialistas que quedaban en la cúpula.

El último episodio de esta deriva fue el jueves, cuando el director general de la AEAT, Santiago Menéndez, cesó a los delegados de Castilla y León, Cantabria y Galicia y a la directora del Servicio de Planificación y Relaciones Institucionales.

Un día antes, había presentado su dimisión el jefe de la Inspección y número dos de la AEAT, Luis Jones, poco sospechoso de ser socialista, por su probada sintonía con la anterior directora de la institución, Beatriz Viana, nombrada por el PP y «dimitida» en junio debido al escándalo en torno al caso Noos y el DNI de la Infanta.

Presiones

Jones justificó su marcha por sus «notables diferencias» con Santiago Menéndez. El momento coincidió con el apogeo de otro escándalo, el de la cementera Cemex, que ya había generado la dimisión sonada de Ignacio Ucelay, jefe de Dependencia de Control Tributario y Aduanero de la Delegación Central de Grandes Contribuyentes, la oficina que fiscaliza a las mayores empresas y fortunas del país.

Ucelay renunció el 11 de noviembre tras las filtraciones sobre el expediente de Cemex y las supuestas presiones desde la jefatura a una inspectora (cesada de forma fulminante), para que cambiase de criterio y librase a la multinacional de una sanción de 450 millones.

Hacienda anunció el jueves el reemplazo de Ucelay por Eduardo Córdoba Ocaña, hasta ahora jefe de equipo en la Delegación Central de Grandes Contribuyentes. Al tiempo, Menéndez situó a Ángel Rodríguez al frente de Planificación y nombró a Luis Sánchez González director del Departamento de Inspección. Es el «número dos». Menéndez habría aprovechado la zozobra causada por las últimas dimisiones para cesar a varios altos cargos y acelerar la reestructuración de su equipo, situando a personas de su máxima confianza en puestos clave.

Socialistas y caza de brujas

Sin embargo, entre los inspectores y técnicos de la AEAT, el sentimiento que predomina es que lo ocurrido hace necesarias reformas para reforzar la independencia del organismo y disipen toda sospecha de favoritismo o de injerencia política.

Los inspectores de Hacienda piden un cambio legal para que al director general de la AEAT lo nombre el Parlamento y no el Gobierno de turno, y el colectivo de subinspectores (Gestha) exige una investigación.

El Gobierno defendió el viernes la «profesionalidad» e «independencia» de los funcionarios. De ahí que resulten aún más sorprendentes las palabras de Montoro achacando la crisis a los socialistas que quedaban en la AEAT. Su comentario ha enfadado al PSOE, cuyo secretario general, Pérez Rubalcaba, ha denunciado una caza de brujas.