Si la improvisación y la incoherencia caracterizaron las negociaciones de cada rescate, el último de los aprobados, el de Chipre, rozó el esperpento. Muy afectada por la crisis de Grecia, Chipre necesitaba 17.000 millones de euros para evitar la suspensión de pagos. La troika accedió a facilitarle 10.000 millones, a cambio de aplicar en el país sus consabidas recetas (recortar un 10 % las prestaciones sociales, reducir un 15 % el salario de los funcionarios, privatización de empresas estatales, aumentar el IVA) y una acción novedosa: implantar un gravamen sobre todos los depósitos bancarios para recaudar 5.800 millones de euros. No solo eso. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, fue más allá al anunciar que ese sería el modelo de futuros rescates. Los ahorradores, especialmente los españoles e italianos, se echaron a temblar. Poco después de prender la mecha, el Eurogrupo tuvo que rectificar, excluyó del expolio los depósitos inferiores a 100.000 euros y se estableció un impuesto del 15,6 % sobre depósito superiores.
El siguiente paso, obligado para evitar la fuga masiva de capitales, consistió en establecer un corralito. Todavía a día de hoy se mantiene, aunque más atenuado: nadie puede retirar más de 300 euros al día en efectivo y existen limitaciones a las tranferencias internas. Pese a tales normas, el volumen de depósitos bancarios se redujo un 33 % el año pasado.
La economía chipriota se hundió en el 2013 un 6 %. La troika, no obstante, se muestra satisfecha: esperaba una caída mayor. E incluso confía en que Chipre volverá a la senda del crecimiento en el 2015.
pib en el 2013
-6,0 %
Las previsiones sobre la evolución de la economía chipriota apuntan a una contracción del 4,8 % este año y un crecimiento del 1,0 % en el 2015.