La factura de los gastos básicos como la luz, el butano, la gasolina o el teléfono, sigue creciendo, pero no los salarios, pese al nuevo discurso oficial de que ya es el momento de que suban también
07 ago 2017 . Actualizado a las 14:12 h.«Es el momento de subir salarios. La mejora del empleo tiene que ir acompañada de una ganancia de poder adquisitivo para los trabajadores». Así lo aseguraba en junio la ministra de Empleo, Fátima Báñez. No es la única voz en ese sentido: incluso el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, firme defensor de la moderación, admite el «problema» de los bajos salarios.
El caso es que el crecimiento de la economía y del empleo no se está trasladando al poder adquisitivo, ahogado por la pinza del estancamiento retributivo y el constante aumento del coste de la vida. La última encuesta de costes laborales confirmó un recorte en el primer trimestre del año de dos décimas en las nóminas respecto al mismo período del 2016, mientras que la inflación, que el pasado año estaba en negativo, arrancó este 2017 disparada al 3 %, aunque en junio se había moderado a la mitad. A esa subida en el coste de la vida se suma que los autónomos, desde el pasado mes, pagan 8 euros más.
En cualquier caso, como se detalla a continuación, las facturas de los servicios básicos siguen subiendo y obligan este verano a seguir con el cinturón apretado, pese a las alegrías que está dando la macroeconomía.
electricidad
Encender la luz, un 17 % más caro este año. La factura de la luz sigue siendo la bestia negra de muchos hogares. Durante el invierno, por el uso intensivo de la calefacción, y en verano por el aire acondicionado, amén de todos los electrodomésticos y aparatos de la casa, la cuantía media del recibo supone un pico, y en la primera mitad de este año aún más, ya que debido a la escasez de renovables -poca lluvia y viento-, y a su peso en el mercado eléctrico, encender la luz ha sido un 17 % más caro que en el primer semestre del 2016. Es decir, más que al arranque del pasado verano.
Así fue para una familia tipo que tiene suscrito un contrato de suministro en el mercado regulado, sin discriminación horaria, con una potencia contratada de 4,45 kilovatios y un consumo anual de 3.487 kilovatios hora, aunque la casuística es infinita porque la tarifa eléctrica es diferente casi en cada hogar. Ese perfil de consumidor abonó 381,62 euros entre enero y junio, frente a los 325,93 del año pasado, es decir, casi 10 euros mensuales más.
Desde las asociaciones de consumidores se muestran especialmente críticos. «Tenemos uno de los suministros eléctricos más caros de la UE, eso no es nuevo, y se debe al modelo de negocio, ya que la supuesta privatización ha derivado en un cuasi oligopolio en el que cuatro o cinco grandes empresas fijan con el Gobierno el precio del kilovatio», subraya Miguel Ángel Serrano, portavoz de Facua. Este colectivo pone el acento en las inadmisibles tasas de pobreza energética del país, por lo que reclama al Ejecutivo que intervenga, introduciendo precios «coherentes y aceptables», a los que pueda tener acceso toda la población, dado que el suministro eléctrico es un servicio esencial. Igualmente, Facua pide que se baje el IVA de la luz, por considerarlo un servicio básico.
gasolina
Subidas de precio antes de la operación salida. Otro de los agujeros en el bolsillo del consumidor es el de llenar de combustible el depósito de coche. Mientras que los informes mensuales del Ministerio de Energía -el último disponible es el de junio- mostraban unos precios interanuales prácticamente estables para la gasolina y el gasoil, el arranque de las vacaciones de verano ha cambiado el escenario. De hecho, la OCU ha denunciado las subidas reiteradas -encadenan tres semanas- del precio de los combustibles «justo antes» de la operación salida, según datos recogidos a partir del Boletín Petrolero de la Unión Europea (UE). En el último mes, el gasoil se ha encarecido más de un 2 % y la gasolina el 1%. Comparados con un año atrás los precios son un 3,3 % más elevados.
butano
Sexto incremento consecutivo. Desde el tercer martes de julio -el precio se revisa cada dos meses- la bombona de butano es un 5 % más cara que en mayo. Es el sexto incremento consecutivo que encadena su precio, que, con 14,88 euros, es nada menos que un 32 % más caro que doce meses atrás y un 15,5 % más que en enero. Pese a la escalada de su coste -para que las empresas dejen de vender a pérdidas y no por el precio del petróleo, casi un 14 % inferior que hace un año-, la bombona tradicional, que es la de precio regulado, aún está lejos de su récord histórico, los 17,50 euros, entre mayo del 2013 y marzo del 2015 . En cualquier caso, las organizaciones de consumidores enfatizan que el butano es aún básico en algunas zonas del país, que no tienen acceso a gas canalizado, por lo que demandan otros instrumentos de cálculo que garanticen la protección de los usuarios y eviten los precios excesivos.
telefonía
Una factura 5 euros más cara este año. «Con la entrada de las operadoras virtuales en el mercado sí hubo más competencia y se notó en los precios, que bajaron. Pero es historia porque el mercado lo controlan las cuatro o cinco grandes empresas que tienen por costumbre modificar unilateralmente los precios, sin contar con sus clientes», denuncian desde Facua. El resultado es que, de media, la factura este año es cinco euros más cara.
gas
Primera bajada en un año. Lo que sí ha dado un pequeño alivio desde el pasado 1 de julio es la Tarifa de Último Recurso (TUR) del gas natural, que ha bajado un 1 % después de tres repuntes consecutivos. Y es que el pasado abril el precio subió un 1,8 %, sumándose al incremento del 3,5 % de enero y al del 1,2 % de octubre del pasado año, que supuso el primer incremento desde la revisión del cuarto trimestre del 2014. El Ejecutivo actualiza la TUR de forma trimestral, en función de la cotización internacional del gas, de la evolución del precio del petróleo y de la subasta de adquisición del gas.
La cesta de la compra no se libra: la carne de cerdo, el aceite y el pescado suben un 6 %
La cesta de la compra tampoco escapa de la tendencia alcista de los precios. En contraposición a lo que ocurría doce meses atrás, cuando el IPC arrastraba una evolución interanual negativa mes tras mes, que solo volvió al verde a partir de septiembre, este verano los precios de los productos básicos suben. El último dato oficial disponible, correspondiente al mes de junio, arrojaba un incremento del 1,5 % para el conjunto del país, que en Galicia se situaba en una décima más.
Aunque la inflación se ha moderado sensiblemente -arrancó el año al 3 %-, y dado que la evolución salarial es claramente inferior, llenar la cesta de la compra supone un esfuerzo mayor. «Porque el poder adquisitivo de la ciudadanía sigue siendo aún menor al del comienzo de la crisis», subraya el portavoz de Facua, Miguel Ángel Serrano.
Según los últimos datos del INE, en Galicia el alimento que más se ha encarecido en los últimos doce meses ha sido la carne de cerdo, un 6,4 %, cuatro veces más que la inflación total. Al cerdo le siguen el aceite y el pescado, con incrementos del 6 % y del 5,6 % respectivamente, mientras que también se han encarecido las patatas, el pan o las carnes de ave y vacuno.
«Tenemos que pensar mucho cada gasto que hacemos»
Dos familias relatan sus problemas para afrontar mes a mes el pago de los recibos más básicos
a. gerpe/ b. abelairas
Hace seis años que Tunia Nicola y su marido, Antonio Guijarro cambiaron su domicilio en una localidad próxima a Lérida por Ribeira. Fue, precisamente, cuando ella se quedó en el paro. Con ellos también vino su hijo, que acabó regresando a Cataluña al no encontrar trabajo en Galicia. Los únicos ingresos que tienen son los 605 euros de pensión que cobra Antonio y, a diferencia de lo que suele ser habitual, es su hijo quien les ayuda a costear parte de los gastos diarios.
Explican que llegaron a Ribeira en plena crisis y manifiestan que no observan los síntomas de recuperación de los que tanto se habla: «Cuando vinimos sí notaba que los precios eran más bajos, pero se han ido incrementando y eso que aquí, por los comentarios que nos hacen algunos conocidos sobre lo que cobran a fin de mes, vemos que los salarios son más bajos que en Cataluña», explica Tunia.
Para esta mujer, de 56 años, su principal preocupación es el hecho de no encontrar empleo. «Mando currículos constantemente, pero hasta la fecha solo me llamaron para dos entrevistas». Tunia se refiere a los datos de descenso del desempleo que acaban de hacerse públicos y expresa sus dudas: «Yo no sé si baja tanto, porque veo a muchas personas que buscan y no encuentran».
La subida de servicios básicos, especialmente la electricidad, es otra de las cuestiones que inquietan a este matrimonio: «Notamos mucho la subida que se ha producido este año. El recibo de la luz nos trae de cabeza. Este mes hemos pagado 50 euros, y eso que consumimos lo justo». Durante el invierno, precisa Tunia, no encienden la calefacción: «Nos tapamos con la manta».
Ambos reconocen: «Tenemos que pensar mucho cada gasto que hacemos». Y no aprecian que su situación vaya a cambiar, ni que el coste de determinados productos necesarios vaya a descender. Lo que más temen es que continúe encareciéndose el recibo de la luz. «Cada vez se hace más cuesta arriba llegar a fin de mes», dicen. Y visiblemente afectado por la situación y por la falta de perspectivas, Antonio Guijarro afirma que, para él, tomarse un café fuera de casa ya es un lujo.
Otro caso es el de Enrique Olivares. Llegó hace poco menos de un año a Ferrol con un bebé y dos pequeños de tres y once años. «Salimos de Venezuela por ellos, porque no se merecen estar en un país donde no hay medicamentos ni alimentos adecuados para ellos», cuenta este padre de familia de 39 años que acaba de conseguir su primer empleo. Recoge arándanos para una empresa del concello de Cerdido y su salario ronda los 900 euros. Enrique logró un alquiler a precio (300 euros), pero los gastos de los recibos del agua, la luz o el gas son los que le descolocan el presupuesto, alrededor de los 100 euros, tanto que tiene que echar mano de los ahorros que ha traído de su país.
La Asociación por la Movilidad Humana de Ferrol le ha conseguido el trabajo, le entrega ropa y alguna comida, «pero aún no he podido acceder a ayudas para pagar los recibos y es mucho, porque también tengo que enviar algo a Venezuela, ya que allí está mi madre y otros familiares», cuenta mientras hace la compra en el súper acompañado de sus pequeños. En el caso de Enrique los recibos son una tercera parte de lo que paga por su casa. Y ya sabe que cuando llegue el invierno, sumando el coste de la calefacción, serán casi la mitad de la renta del alquiler.