El sector tiene problemas para encontrar mano de obra especializada. Prepara un plan de choque para formar a 1.200 personas
17 ene 2018 . Actualizado a las 12:50 h.Casi diez años de crisis diezmaron las plantillas en el sector industrial. «En nuestro caso se perdieron más de 8.000 empleos directos», afirma el secretario general de la patronal del metal, Enrique Mallón. El impacto fue especialmente grave en la construcción naval, que asistió a la rescisión de miles de contratos, sobre todo en las empresas auxiliares. Ahora que los astilleros han empezado a adquirir fuelle (por primera vez desde el 2009 todas las factorías gallegas tienen pedidos), ha emergido un serio contratiempo: faltan trabajadores cualificados. El problema lo verbalizó la pasada semana el presidente de Barreras, José García Costas, con ocasión de la puesta de quilla del primer crucero de lujo que se construye en Galicia: «Estamos buscando mano de obra fuera porque aquí no la hay». Mallón confirma que llevan dos años advirtiendo lo que ahora es ya evidente. Reconoce que es una responsabilidad compartida entre empresas y Administración, en buena medida porque esta última «no terminó de creer que la recuperación iba a traer este problema».
-¿Cómo se ha llegado a esta situación dilapidando uno de los capitales más valorados de la industria gallega?
-Porque con la crisis se bajó la intensidad en los planes de formación, en parte por la drástica reducción de ayudas públicas, y en parte porque las empresas han tenido menos capacidad económica para afrontar ese tipo de costes. Bastante tenían muchas de ellas con intentar sobrevivir. Ahora estamos viendo las consecuencias.
-¿Qué van a hacer para remediarlo?
-Vamos a poner en marcha un plan de choque para formar a 1.200 personas, una iniciativa histórica, ya que nunca antes nos hemos visto en una situación semejante. Este año se van a necesitar no menos de 1.500 trabajadores solo en el naval, y otros tantos en el resto del metal, especialmente en la automoción. Se precisan soldadores, tuberos, caldereros, delineantes, fresadores, matriceros... Vamos a intentar que la Xunta financie parte del plan, que tendrá un coste de un millón de euros; si no lo hace, lo acometeremos en solitario, porque no podemos esperar. No puede ser que las empresas hayan logrado lo más difícil, carga de trabajo, y ahora no haya mano de obra adecuada para responder a esa carga.
-Pero un buen profesional no se forma de un día para otro. Tendrán un plan B.
-Lo sabemos. Somos conscientes de que es tarde, pero es posible. Necesitamos mantener la vitola de seriedad que siempre ha tenido Galicia ante los potenciales clientes. Por eso, además de recurrir a los trabajadores en paro con experiencia, trataremos de que regrese un número importante de los más de 3.000 a los que la crisis obligó a hacer la maleta, y que hoy están en Alemania, Francia, Gran Bretaña, Brasil... No es un consuelo, pero es un problema que no solo afecta a Galicia. En Cataluña, el País Vasco y Madrid se están enfrentado a la misma situación.
-¿Cree que algún día volverá a haber trabajo para todos los que tuvieron que emigrar si querían garantizarse los garbanzos?
-Si se mantiene la recuperación, desde luego. En conjunto, la capacidad de las empresas del metal en Galicia se sitúa en torno al 70 %. En el caso de la construcción naval, el porcentaje baja hasta el 60 %. Por lo tanto, queda mucho margen para seguir creciendo. Este es un sector atractivo y estoy seguro de que va a vivir una buena década. Es cierto que venimos de una economía de guerra y se nota, pero definitivamente se está acabando uno de los ciclos más difíciles.
«Portugal es un competidor, pero también un colaborador»
Si ahora el metal se está dando de bruces con la escasez de mano de obra cualifica, la falta de suelo industrial a precios competitivos ha sido otro hándicap mil veces denunciado, sobre todo en comparación con el vecino Portugal, que ha aprovechado para poner la alfombra roja a las empresas para que se asentaran al otro lado del Miño. «Portugal es un competidor, pero también es un colaborador. En vez de una debilidad, puede ser una fortaleza, pero para eso Galicia tiene que mejorar», asegura Mallón.
-¿De qué forma?
-Intentando captar inversiones de calado. Facilitando la implantación de industrias. La economía gallega empieza a mostrar músculo y es el momento de apoyar a las empresas.
-Por ejemplo, ¿con el suelo barato que ofrece Portugal?
-Con suelo barato, pero también con suelo donde se necesita. De nada vale proyectar parques industriales donde se sabe que nadie va a instalarse. Las provincias de Pontevedra y A Coruña concentran el 89 % del negocio del metal en Galicia. Y hay que estar atentos a los nuevos nichos de mercado que pueden resucitar zonas deprimidas.
-¿Está pensando en Ferrol?
-Es un buen ejemplo. La apuesta por la eólica marina ha sido determinante para toda la comarca. La fabricación de anclajes para los molinos de Iberdrola ha supuesto la creación de 1.500 empleos, 300 de los cuales son de empresas del sur de Galicia.
-Vulcano es, de momento, el único astillero que no logra cerrar contratos.
-Es una de las empresas tractoras, igual que lo son Barreras o Navantia. Es una instalación industrial que no puede perderse.