Pescanova, cinco años de una gran mentira

Manoli Sío Dopeso
m. sío dopeso VIGO / LA VOZ

ECONOMÍA

benito ordoñez

Más de 41.800 facturas de ventas nunca hechas y 3.600 millones de deuda oculta son los hitos de la fantasiosa era De Sousa, que irá a juicio. Mientras, el nuevo grupo reconstruye su prestigio

25 feb 2018 . Actualizado a las 14:32 h.

El 28 de febrero del 2013, a las 23.32 horas, la alfombra presidencial de Pescanova hizo jirones, y bajo los pies de Manuel Fernández de Sousa comenzaron a brotar zarzas de mentiras. En cuestión de días, la maleza de facturas falsas y de engaños a bancos y accionistas se enroscó por todas las divisiones, y no tardó en llegar a las 151 empresas presentes en 25 países hasta los que se extendieron las ramificaciones de lo que hoy, cinco años después y tras una larga instrucción, la justicia considera una gestión delictiva que merece ser procesada.

El honor y el buen nombre que Pescanova intenta volver a dignificar fueron picadillo a finales de ese mes de febrero, cuando reconoció ante sus 10.000 accionistas «incertidumbres» que impedían presentar las cuentas del 2012. Los más fuertes (Luxempart, Damm e Iberfomento) llevaron el caso a los tribunales. La mayoría (el 64 % del accionariado era minoritario) malvendieron o lo perdieron todo.

El auto del pasado día 5 por el Juzgado de Instrucción 5 de la Audiencia Nacional, el que da paso a la apertura de juicio, es demoledor en el relato de lo acontecido aquellos días. Y demuestra cómo aquel hecho relevante enviado a media noche a la CNMV destapó una trama presuntamente delictiva gestada durante años. «Toda la información relativa a los años 2009 a 2012, consciente y deliberadamente alejada de la realidad, fue remitida a la CNMV por los responsables de Pescanova SA», dice el juez José de la Mata.

Los responsables tiene nombres y apellidos. El documento se refiere a ellos como «el equipo de confianza del querellado Manuel Fernández de Sousa Faro». Son en total 18 personas, la mayoría vinculadas a los órganos de dirección de la empresa que presidía De Sousa. Entre ellos, su hermano, Fernando Fernández, su hijo Pablo Javier y su esposa, María Rosario Andrade.

Nueve delitos

Pero de todos, será el expresidente el principal procesado, por ser el único que acumula nueve delitos por los que será juzgado: falseamiento de cuentas anuales, falseamiento de información económica, estafa para captar inversores, estafa a entidades financieras, falsedad en documento mercantil, insolvencia punible, alzamiento de bienes, uso de información relevante e impedimento a la CNMV. De Sousa salió por la puerta de atrás de Pescanova, cesado por su propio consejo al que intentó contener hasta el último momento, tal vez porque él mismo llegó a creerse su Pescanova de ficción. Tanto es así, que tardó días en reaccionar públicamente a un escándalo para el que no encontró ninguna explicación convincente.

¿Y toda esta gran mentira por qué? ¿Qué llevó al presidente de Pescanova a maquillar los resultados del grupo, y a actuar de forma presuntamente delictiva para hacer creer a bancos y accionistas que Pescanova iba como un cohete cuando en realidad su situación era de insolvencia?

El juez determina que la insolvencia del grupo se debió a prácticas contables irregulares El fallo judicial es claro al respecto: «La investigación ha permitido determinar que la insolvencia de Pescanova tiene su origen en prácticas irregulares ligadas directamente al área financiera del grupo». Y detalla el procedimiento, que consistía en la obtención de financiación de los bancos mediante la concesión de créditos sobre una contabilidad y unas operaciones inexistente.

Inversiones e insolvencia

Las causas de la insolvencia de Pescanova comenzaron con el desarrollo, entre los años 2007 y 2012, de un intenso plan de inversiones, por importe de 833,8 millones de euros, en infraestructuras dedicadas a la acuicultura, algunas de las cuales, tras la quiebra del grupo, han terminado fuera del grupo, como Pesca Chile, la controvertida planta de Mira (Portugal), o Nova Honduras. Ya no están en la compañía.

De Sousa y su hijo Pablo asesoran a la pesquera Nacqua de Arabia Saudí en la cría de langostino Fernández de Sousa fue un precursor del negocio de la acuicultura, y eso le ha servido para reconducir su vida laborar. Aunque no reconoce ninguna vinculación laboral, fuentes de su entorno lo sitúan a él y a su hijo Pablo como colaboradores «de significación» en el grupo piscícola Nacqua de Arabia Saudí, con funciones de asesoramiento en el cultivo del langostino vannamei. «Tengo una gran experiencia y la gente me consulta», dice a sus amigos. Puede hacerlo incluso trabajando en el país árabe, ya que su imputación en ningún momento ha conllevado retirada de pasaporte, por lo que puede moverse libremente.

Esa experiencia, sin embrago, no evitó que cometiera errores de calado en la compañía que presidió, al recurrir a «prácticas claramente irregulares», que van desde la formalización de créditos documentarios mediante operaciones triangulares entre la matriz y filiales «sin que existiera una transacción real de mercancía»; alteraciones contables, o ampliaciones de capital sobre una información contable falsa.

Presos de las trampas

Los informes judiciales desvelan una práctica irregular que llevó a Pescanova a emitir 41.800 facturas falsas entre los años 2012 y 2013. Lo llama el juez instructor «utilización fraudulenta de las líneas de factoring, un sistema que consiste en el uso irregular de líneas de crédito mediante las cuales la sociedad obtendría liquidez a cambio del compromiso de liquidación de estas facturas». Ahí se gestó el drama de Pescanova. «Toda la financiación exigía generación de más tesorería para cubrir la deuda que iba venciendo, y los intereses bancarios que esta iba devengando».

Las investigaciones concluyen que el grupo estaba en causa de disolución ya en el 2011 Por su situación de patrimonio negativo, el grupo estaría en causa legal de disolución «al menos desde el 2011, año en el que debería de haber solicitado concurso». No lo hizo entonces, sino en marzo del 2013, cuando ya no fue capaz de formular las cuentas, y el pasivo revelado por la administración concursal se disparó hasta los 3.650 euros. Una cifra siempre negada.

Nace Nueva Pescanova

Fue necesaria una quita de 2.000 millones por parte de los acreedores, y una refundación del grupo en el 2015, Nueva Pescanova, con la banca tomando el control, para salvar las instalaciones productivas, los cerca de 12.000 empleos y, sobre todo, la maraca que, aunque renovada, sigue intacta. Hoy, esa vieja Pescanova que en su día fue matriz del grupo, está diluida dentro de la nueva corporación (solo supone un 1,6 % del accionariado).

Con la banca al frente, la compañía facturó el año pasado más de 1.100 millones, tiene un nuevo equipo, y avanza hacia sus primeros beneficios, cumpliendo un plan estratégico que sitúa en el horizonte del 2020 la salida de los bancos, mediante venta de participaciones, salida a bolsa o ampliación de capital. Por ahora, Nueva Pescanova no está dispuesta a negociar su venta, tal y como lo aseguró el consejero delegado, Ignacio González, en un comunicado interno a toda la plantilla del grupo.