La oleada de astilleros en venta empuja al naval gallego hacia otra reconversión

Manoli Sío Dopeso
m. sío dopeso VIGO / LA VOZ

ECONOMÍA

XAIME RAMALLAL

Metalships, Vulcano, Armada y el 51 % de Barreras se traspasan en pleno bum del sector

11 mar 2019 . Actualizado a las 07:57 h.

La construcción naval Gallega está en un buen momento. Todos los astilleros tienen carga de trabajo, y el sector privado (excluida la empresa pública Navantia) saca pecho en Europa con la mayor cartera de pedidos contratada en diez años: una treintena de buques valorada en más de 1.500 millones de euros.

Las cosas vuelven a ir bien. Sin embargo, el sector vive una oleada de astilleros en venta. Los traspasos de Metalships & Docks, Factorías Vulcano, el 51 % de Hijos de J. Barreras (en manos de Pemex) y Astilleros Armada, todos ellos situados en la ría de Vigo, protagonizan una anómala situación, difícil de explicar en su conjunto, más allá de la coincidencia en el tiempo.

Este momento de repunte es el idóneo para negociar un buen precio por una instalación a pie de ría, y eso es lo que mueve de nuevo la sociedad Abada (antiguo grupo Rodman), propietaria del cien por cien del astillero vigués Metalships & Docks, para sacarlo otra vez a la venta, una vez recomprado a los asiáticos de China Sonangol. El precio de mercado se sitúa en torno a los 50 millones de euros y entre las negociaciones que han trascendido destacan las mantenidas con José García Costas, presidente de Hijos de J. Barreras.

Al astillero de Costas le vendrían bien las gradas de Metalships para dar salida a su voluminosa cartera de pedidos de cruceros y ferris, si no fuera porque su accionista mayoritario, la petrolera Pemex, haya decidido desprenderse de su participación, un 51 % al que optan los dos mayoritarios (el grupo de empresas de García Costas y la naviera Albacora), y otros inversores, sin descartar a la propia Xunta de Galicia.

Diferente es la venta de Vulcano. Sería una operación de urgencia y vital para salvar al astillero de la quiebra inminente, tras la entrega del ferri de Balearia que tiene en construcción, si finalmente consigue acabarlo.

Y Astilleros Armada, un histórico de Vigo (fundado en 1924) especializado en buques de pesca también cuelga el cartel de se vende, en este caso por falta de relevo generacional, según fuentes del sector.

¿Qué impacto tendrá el cambio de manos de todas estas instalaciones? Fuentes de la industria hablan de una nueva reconversión que no tendrá impacto en la masa salarial, sino en el modelo productivo, muy profesionalizado y versátil, siguiendo el ejemplo de Nodosa, Armón o Freire, los tres astilleros más pujantes del sector en Galicia y en España.

«Las reconversiones anteriores hicieron un ajuste de capacidad. La situación actual no es comprable. La venta no debería de ser un problema y lo acabaremos viendo. El sector sigue siendo atractivo a la inversión», afirma Ramón Sarmiento, secretario xeral de CC. OO. en Galicia. «Cada astillero ha intentado, a su manera, definir su propio modelo de gestión. Unos con más acierto que otros, pero hay un elemento común de debilidad, y es la falta de un rol de conjunto definido», añade el sindicalista.

Momento de invertir

La patronal, de entrada tampoco ve alto riesgo en las operaciones corporativas que se están fraguando en el sector. «Los posibles inversores que se comprometiesen adquirir capital social de astilleros o industrias auxiliares gallegas acertarían plenamente y aportarían más músculo financiero y económico a la industria naval, lo cual fortalecería nuestra posición a la hora de poder culminar negociaciones para la contratación de nuevos proyectos», sostiene Enrique Mallón, secretario general de Asime (Asociación de Empresas del Metal de Galicia).

Mallón opina que una de las necesidades «estratégicas» del sector es una mayor apuesta económica e inversora por parte sus accionistas, actuales o futuros. «Nos vendría bien más capitalización, sería conveniente contar con más capacidad económica y financiera para afrontar retos de mayor envergadura», sostiene.

La otra pata de la que cojea la industria naval, y que explica alguna de las ventas en curso es la gestión. «Si queremos tener un sector fuerte y de futuro tenemos que ser exigentes con la gestión y con las apuestas de inversión, no solo privadas, también públicas. Los apoyos deben dirigirse de igual manera y sin discriminación hacia las distintas empresas del sector», defiende el secretario general de Asime.

«La venta no debería de ser un problema, es un sector atractivo para la inversión»

Trabajadores del Este para cubrir las demandas de empleo

La buena cartera de pedidos del sector naval ha venido a confirmar los temores que, desde hace tiempo, venían mostrando tanto los sindicatos como las organizaciones sectoriales Asime (metal) y Aclunaga (clúster naval): no hay suficiente mano de obra cualificada en Galicia para garantizar las entregas en plazo.

Hay planes de formación en marcha pero, ante la necesidad, la industria auxiliar ha comenzado a dar entrada a mano de obra de fuera de Galicia para cumplir las contratas en los astilleros. El desembarco de operarios cualificados se está produciendo incluso a través de la subcontratación de empresas enteras, y el sector constata la presencia de numerosos operarios de países del Este.

Fuentes sindicales confirman que en estos momentos están trabajando también en los astilleros firmas procedentes de Portugal, Andalucía y Asturias, en donde la carga de trabajo ha decaído, en contraposición con la pujanza que vive el naval en Galicia.

Con la carga de trabajo que está contratada, al cierre del 2019 el sector metalúrgico gallego habrá incrementado en un 5 % el volumen del empleo actual, llegando hasta 3.000 empleos nuevos, buena parte de ellos de fuera de Galicia.

¿Por qué se ha llegado a este extremo? Dicen las empresas que, con la crisis, se bajó la intensidad en los planes de formación, en parte por la reducción de ayudas públicas y en parte porque las empresas han tenido menos capacidad económica para afrontar ese tipo de costes.

Hay otro inconveniente añadido, y es que no son empleos con grandes salarios. Los sueldos superan en la mayoría de los casos los 1.200 euros brutos mensuales, según los datos que maneja la patronal. «El sector todavía no es capaz de ofrecer continuidad a este repunte, y mucho menos buenos salarios, y los que se han marchado a Holanda o Noruega así no están dispuestos a volver», explican fuente sindicales.