Los tipos impositivos no son más bajos que la media de la UE, pero las reducciones del IVA o los módulos de los autónomos merman los ingresos
18 jul 2019 . Actualizado a las 13:00 h.En el 2017, último ejercicio del que hay datos comparables para todos los países de la Unión Europea, España ingresó más de 402.000 millones de euros en impuestos y cotizaciones sociales. Una cifra que, pese a ser la más alta de toda la serie histórica (por encima de los años de la burbuja del ladrillo), solo supone el 34,5 % del PIB nacional, un nivel de presión fiscal claramente por debajo de la media europea (que supera el 40 %). Solo nueve países recaudan menos impuestos que España en relación al tamaño de su economía.
De igualarse a los estándares comunitarios, el erario podría ingresar otros 66.000 millones de euros adicionales cada año. Una cantidad que duplica, de largo, el déficit presupuestario del año pasado, que Eurostat cifró en algo menos de 30.000 millones.
Que la presión fiscal sea mucho más baja en España no quiere decir que los tipos impositivos sean inferiores a los de los países de nuestro entorno. Como se puede ver en el gráfico que acompaña esta información, el general del IVA se encuentra en la media europea (por encima incluso de los que se aplican en Francia o Alemania), mientras que el de sociedades está por encima y el IRPF, también. De hecho, en el caso de la renta, aunque la oficina estadística comunitaria atribuye a España un marginal del 43,5 % ese es el más bajo de los que se aplican en las comunidades españolas, en concreto el de Madrid. En Galicia está actualmente en el 45 % y en comunidades como Andalucía y Cataluña llega al 48 %. Si se aplicara la reforma fiscal que anuncia el Gobierno para gravar más a las rentas altas, ese tipo máximo del impuesto podría llegar en algunas autonomías al 52 %, el mismo que se aplica en Holanda.
Si el problema no viene por los tipos impositivos, ¿dónde está? Los expertos apuntan a dos causas. Por un lado, la inmensa bolsa del fraude fiscal (Funcas cifra su impacto en 70.000 millones al año) y, del otro, los «agujeros recaudatorios». Deducciones, exenciones y sistemas especiales que rebajan considerablemente la factura fiscal. Por ejemplo, la larga lista de productos que se benefician de tipos reducidos de IVA, que el FMI reclama con insistencia que se recorte para mejorar la recaudación por este impuesto.
En el caso del IRPF, además del amplio catálogo de deducciones, está la excepción que se hace con ciertos autónomos a través del sistema de módulos, que permite tributar no por los ingresos reales sino por una estimación en función de las características del negocio. Así, si los asalariados pagan un tipo medio del 17,7 % en este impuesto, y los autónomos que tributan por estimación directa un 20,3 %, los acogidos a módulos abonan apenas un 7,27 %, según un informe del fisco.