El presidente del grupo constructor destaca el reto de tener músculo financiero para seguir creciendo en el exterior
07 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Al hablar con José Manuel Otero, presidente del grupo Puentes, se desprende que él es consciente del papel de su compañía -autora de decenas de puentes como el de Pontevedra, el de Contreras, el de Chiche (Ecuador)- en la economía gallega.
-En el 2019 han tenido dos adjudicaciones de carreteras muy importantes en Texas, EE.UU. (una de ellas valorada en 22,5 millones de euros) y otra en Panamá (de 62 millones). Les han marcado para...
-Nos sentimos muy reconfortados cuando nos llaman constructores especialistas, y es que lo somos. Cada vez que tenemos un contrato es una alegría. Esas dos obras son importantes para nosotros porque la segunda de EE.UU. significa la consolidación del trabajo en un país con un gran futuro para las infraestructuras. En Panamá es la consolidación y el éxito en un gran país de Centroamérica. Me explico más: en EE.UU. la fianza que se exige para realizar una obra es el 100 % del valor de la misma, y en Panamá, del 50%. Ello significa que hemos triunfado en la internacionalización y tenemos músculo suficiente para poder acometer esas obras. Y también significa que si queremos crecer nos hace falta tener un músculo financiero mucho más importante.
-Ustedes creen que en EE UU se acometerán grandes infraestructuras como el AVE. ¿Ese es el motivo de su posicionamiento?
-Sí… es complicado… a ver… Tal y como he dicho antes, la fianza en EE. UU. es del 100 % de la adjudicación de la obra. Hoy, evidentemente, no tenemos músculo financiero para poder presentarnos a tramos del AVE de California que pueden estar en 200 o 300 millones de dólares.
-¿Es lo que pretenden?
-El futuro de las grandes obras estará en las APP, asociación público privada, y para ello necesitamos músculo financiero. Las dos alternativas más fáciles para conseguirlo son la salida a Bolsa, incluido el MAB, o dar entrada en el capital a industriales, a fondos o a grandes empresas constructoras.
-Salieron noticias de que están ultimando la entrada del capital de una compañía china. ¿Es así?
-La exhibición que hemos hecho en Ecuador construyendo dos hospitales de 200 millones de dólares cada uno, en doce y catorce meses, respectivamente, ha suscitado interés internacional, y se nos ha nacercado americanos, franceses, asiáticos. Ellos, lo primero que exigen para empezar a hablar es firmar un documento de confidencialidad. Con este documento ellos y nosotros nos obligamos de manera muy formal, por eso, no puedo confirmar ninguna de estas noticias, y tampoco puedo negarlas.
-Tengo un nombre: China Roads and Bridges Company (CRBC), una de las filiales de CCCC.
-Ese es un dato suyo, que yo no debo comentar.
-Si optan por crecer y dar entrada en el capital a otro grupo, ¿es para abandonar la empresa?
-No, jamás, jamás. Nosotros no abandonamos la empresa. Ni en dos años, ni en cinco. En principio, no. Evidentemente, en la construcción cinco años es un mundo, y tan cambiante y confuso, que no se pueden hacer afirmaciones tajantes. Tengo 69 años. Aunque existe la famosa frase de «las estrategias no se explican, se aplican», voy a contar lo siguiente: en un consejo familiar en el 2013 se decidió separar en la empresa el poder económico (que seguirá manteniendo la familia Otero Viéitez) y el poder ejecutivo (tratando de buscar a los mejores ejecutivos de tal manera que siga manteniendo la excelencia de la que presumimos). Modestamente, uno de los valores de Puentes es la familia Otero, y nadie lo quiere perder. Puedo afirmar que la empresa Puentes seguirá durante muchísimos años teniendo su sede social en Galicia (a pesar de que nadie nos lo agradezca) y seguirá manteniendo todos los puestos de trabajo que tiene. Y yo estaré ahí con las botas puestas hasta que consideren que no puedo aportar nada más.
-¿Ese momento lo van a decidir otros o usted?
-Conduzco muy bien, y no quiero que me echen de la carretera. Cuando me dé cuenta que empiezo a tener fallos en la conducción dejaré de conducir.
-De llevarse a cabo la operación, ¿cuándo entraría más capital? ¿cuándo pensará usted, tengo que acometer esta obra y, sea con chinos o americanos, debo conseguir músculo antes de…?
-Cuanto antes. Aunque es imposible marcarse plazos. Este tipo de negociaciones son de dos. Nadie invierte unas cantidades significativas sin haber revisado absolutamente todo. Punto a punto, centímetro a centímetro. Las negociaciones pueden durar meses, incluso más de un año.
-Vienen teniéndolas desde...
-¿Qué negociaciones? Yo no he dicho nada.
-En marzo entró una CEO nueva. Purificación Torreblanca, (Granada, 1970), con 25 años de experiencia en el sector.
-Otra de las decisiones que se tomaron en ese famoso consejo familiar del 2013 fue la de «externalizar» (palabra que no me gusta mucho) el poder ejecutivo. El año pasado decidimos hacer la tercera refundación del grupo Puentes. El presidente y todos los vicepresidentes superaban los sesenta y tantos años. Eso no es el futuro. Nos pusimos en manos de head hunters que durante nueve meses han estado peinando el mercado internacional hasta que nos han propuesto a esta persona.
-Si entra un socio ¿la línea ejecutiva va a ser independiente?
-Sí.
-¿Por qué le va a interesar a un socio estar solo en el capital?
-Porque esta es una empresa muy rentable. Tenemos un ebitda de un 25 %. Pero además es importante porque ha demostrado que en Centro y Norteamérica tiene una capacidad de penetración importantísima y una capacidad de ejecutar obras a un ritmo que nadie más consigue. A este atractivo hay que añadirle el talento de la gente que ya está en la empresa.
-Ustedes seguirían gestionando el talento…
-Es así, lo ha entendido bien.
-La CEO ha venido...
-No solo ha venido la CEO. He dicho que es una refundación: ha venido la CEO, el director de contratación, nuevo director de construcción, estamos incorporando jefes de obra permanentemente para todas las obras de Sudamérica. Ha venido muchísima gente.
-Usted es el que manda aquí. ¿Cómo se define como empresario?
-No sé si soy empresario. Yo me defino como pontífice, que como todo el mundo sabe, significa hacedor de puentes. Evidentemente eso me obliga a ser empresario. En fin, no sé cómo definirme. Pero sí sé decir lo que me gusta, que es hacer obras que queden para que la sociedad las disfrute.
-¿Los que vengan también tienen que tener esa sensibilidad?
-¿Quién va a venir?
-¿Usted sabe chino?
-No, no, pero estoy dispuesto a aprenderlo. Me queda mucho por aprender. Ahora mismo [le sale la retranca gallega e intenta contener la sonrisa] estoy empezando con la repostería.
-Las obras que han encontrado fuera no las han encontrado en España desde la crisis...
-Nosotros la empezamos a notar en el 2009.
-Ya pasaron diez años, y ustedes han protestado a través de la Asociación Nacional de Constructores Independientes porque no se estaban dando obras públicas a todo el mundo, sino a una parte de las grandes empresas.
-Me remito a los Boletines Oficiales del Estado en los que aparecen los listados de los adjudicatarios.
-¿Qué piensa del actual ministro de Fomento?
-Que es un excelente ministro de Fomento, como todos los anteriores. No tengo la más mínima duda.
-¿Tenemos que ir a elecciones?
-Yo no soy como el Rey y, como ciudadano, tengo capacidad para opinar. Evidentemente los empresarios necesitamos urgentemente estabilidad. Los presupuestos están bloqueados. Es una parálisis económica brutal para el sector. Necesitamos urgentemente un Gobierno. Cuanto antes.
-En el 2017 ustedes tuvieron una facturación de 300 millones, y el año pasado de 90. Y un beneficio de 29,7 y pasaron a 9.
-Estuvimos a punto de morir de éxito. El éxito del 2016 y 2017, la ejecución de los hospitales de América nos llevó a concentrarnos en ese reto tan importante que nos olvidamos de contratar, y cuando uno tiene ese olvido lo paga en los años siguientes. Ese bache es lo que hemos sufrido. Estos profesionales que se están incorporando vienen centrados en la contratación. Nosotros somos una máquina de construir. Siempre hemos tenido enormes problemas para la contratación Es un tema muy difícil. No te vienen a traer las obras a casa. Hay que prepararlas con tiempo, tener muchos contactos, es un proceso muy complejo. Pero lograremos en el 2021 facturar 350 millones de euros.
-Fue muy crítico con la estética del nuevo puente de Rande. ¿Ahora ya está un poco más contento?
-No. Sigo sin estar satisfecho, porque Rande era una obra bellísima, extraordinaria. Considero que la solución estética que se le ha dado lo ha empeorado de manera significativa, y creo y manifiesto que se ha perdido una oportunidad histórica para resolver los problemas del viejo puente. Ya se está publicando que se proyecta la ampliación de la ampliación. Ya se podía haber hecho y, además, haber sustituido los viejos tirantes, que, aunque son seguros, tienen 45 años. Pero nada de eso impide que hoy me sienta muy orgulloso porque se acabe de entregar en Nueva York el premio a la ejecución de la ampliación del puente de Rande, en la que nosotros hemos participado de manera significativa.
-Cada vez que usted pasa por el puente de Rande ¿qué siente?
-Tengo una forma de conducir que solo voy por los carriles centrales y fijándome muy bien en el coche que va delante.
-En los laterales, no…
Yo solo he dicho lo que he dicho. El puente de Rande está absolutamente seguro, no tiene ningún problema, pero quizá por querencia histórica conduzco por la parte central, fijándome en los que van delante de mí.
-¿Volvería a ser ingeniero?
-Por supuesto ¿Hay alguna cosa mejor? La carrera es muy dura y muy difícil, pero lo que me ha dado enormes satisfacciones y he disfrutado 46 años, es de la profesión, que es enormemente importante.
-De Soutelo de Montes, ¿qué recuerda?
-Recuerdo Sanguñedo, que está al lado. Recuerdo una aldea muy de la postguerra, en la que la luz faltaba habitualmente, no había abastecimiento de agua. Los caminos eran de lama. Usábamos zuecos en invierno. Para ir a Soutelo solo había una corredoira de dos metros de ancho por la que no circulaban los coches. Cuando vine a estudiar al colegio Peleteiro, con 14 años, y mi padre estaba de maestro en Asturias, mi madre tenía que traerme la maleta en la cabeza porque yo no podía con ella. Soy un enamorado niño de aldea.
-Sus padres fueron los dos maestros.
-Y uno de mis abuelos también. Los otros tres eran agricultores.
-¿Por qué estudió ingeniería?
-Porque era la carrera más difícil. [cuenta la anécdota con tono de broma] Mi madre decía que tenía un hijo muy listo y que valía para ingeniero, y además era la que daba más dinero. Bueno, lo del dinero no me lo dijeron mis padres. Yo iba para ingeniero aeronáutico (me encantan los aviones; y si hoy sale un avión y lo miro, sé el modelo y la marca), pero cuando estaba en la cola para a matricularme de segundo de carrera, un compañero que había hecho un año brillante, aunque menos que yo, me preguntó: ¿de qué te vas a matricular? Y le dije, de aeronáutica. ¿Y para qué si los ingenieros aeronáuticos en España hacen lavadoras?, me contestó. Entonces le pregunté yo a él: ¿Y tú? Yo de Caminos que es la más difícil y la que da dinero, dijo. Taché Aeronáutica y puse Caminos.
[Matiza las palabras sobre su madre]. Mi madre hizo creer a mi padre que él mandaba en casa. Ella le decía a él que yo tenía que ser ingeniero, y él me lo comunicaba a mí.
-¿Sus padres tenían dinero?
-¿Cómo dice? Ganaban creo que tres euros mensuales cada uno
-¿Cómo consiguieron que usted estudiase?
-Mi madre era polivalente. Era un fenómeno de la naturaleza con un coeficiente intelectual muy superior a la media. Escapó de cuidar las vacas gracias a una extraordinaria maestra que había allí, que la convirtió en su pupila. Mi madre cocinaba, planchaba, cortaba trajes, me hacía camisas, pijamas, daba clases. El dinero extra venía de las clases particulares, que daba entre las 5 y las 8 de la tarde, porque después tocaba la cena. Ese sobresueldo de las clases particulares se destinó a mis estudios en Madrid, en 1967.
-¿Cuándo nació?
-El 26-05-50 [contesta exactamente con esos números: veintiséis, cero cinco, cincuenta]
-¿Cuál fue el consejo de sus padres que más le marcó?
-Me marcó la obsesión de mi padre de cumplir con su deber: con su patria, familia, vecinos… La satisfacción que produce hacer las cosas bien hechas porque estás cumpliendo con tu deber. Y mi madre me inculcó que no hay éxito sin esfuerzo. Y ambos, un altísimo sentido de la justicia.
-¿Usted qué consejos les da a sus hijas?
-Los mismo que he recibido yo.