Endesa acelera el cierre de la central térmica de As Pontes

Beatriz García Couce
Beatriz Couce FERROL

ECONOMÍA

ANGEL MANSO

Paraliza todas sus térmicas de carbón después de cinco meses en los que la de As Pontes no ha funcionado por la escalada del precio del CO2 y los impuestos que gravan este tipo de plantas

28 sep 2019 . Actualizado a las 09:10 h.

Endesa puso fin este viernes a la incertidumbre que pesaba sobre su central térmica de As Pontes desde hace cinco meses, el tiempo que lleva paralizada. Y lo hizo, paradójicamente, el mismo día en el que se sucedían movilizaciones por todo el mundo en medio de una jornada de huelga climática. A través de un hecho relevante enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores anunció la paralización de todas sus plantas de carbón en España. Oficialmente, el consejo de administración de la eléctrica propiedad de la italiana Enel ha decidido «promover la discontinuidad de la producción» de sus térmicas, pero en la práctica supone no solo la paralización total de las instalaciones, sino el inicio del fin, su camino hacia el cierre.

Desde finales de abril hasta ahora, ha sido el propio mercado el que ha expulsado a las centrales que usan carbón del mix de generación eléctrica del país, debido a la escalada del precio de compra de los derechos de emisión de dióxido de carbono y a los impuestos que gravan el uso de este mineral para producir energía. Pero ahora, Endesa da un paso adelante y, ante las perspectivas de que esas circunstancias no vayan a cambiar, toma la senda del abandono del negocio del carbón en España. El mazazo que temía Galicia, y principalmente el municipio de As Pontes, desde que la caldera de la térmica dejó de funcionar.

«Durante el año 2019 se ha producido una profunda modificación en las condiciones de mercado que afectan a las centrales térmicas de carbón, derivadas fundamentalmente del precio internacional de las commodities y la efectividad de los nuevos mecanismos de regulación del mercado de derechos de emisión de dióxido de carbono (CO2), que desplaza a las centrales de mayor volumen de emisiones en beneficio de otras tecnologías», sostiene Endesa. «Esta situación estructural ha determinado que las centrales térmicas peninsulares de carbón no resulten competitivas, y por tanto su funcionamiento no resulte previsible en el mercado de generación eléctrico en el futuro». Dicho de otro modo, no ve luz al final del túnel para la que en otro tiempo fue la joya de la corona de su cesta de generación, una central en la que estaba realizando una inversión millonaria, de 217 millones de euros, para adaptarse a las normas medioambientales más estrictas de la Unión Europea, la Directiva de Emisiones Industriales (DEI) y las normas Bref. Sin embargo, fue ese mismo mercado comunitario el que dio la primera dentellada a la central pontesa. En solo un año el precio de la tonelada de dióxido de carbono pasó de 16 a 25 euros, esto es, a registrar un incremento de casi el 60 %, lo que la deja sin capacidad para competir con otras tecnologías, mucho más baratas, como las que utilizan fuentes renovables, aupadas además por el proceso de transición ecológica. Además, desde el pasado año, solo las centrales de carbón tienen que hacer frente al céntimo verde, un impuesto que también merma su competitividad con respecto a otras productoras.

Con un mercado de los derechos de emisión controlado por fondos, que han propiciado la escalada en los precios, y un Gobierno en funciones con una convocatoria de elecciones generales en marcha, no está previsto que las circunstancias del mercado vayan a modificarse ni a corto ni a medio plazo.

En su comunicación a la CNMV, Endesa cifra en 1.300 millones de euros el valor neto contable del conjunto de centrales térmicas de carbón, en el que se incluye el importe estimado de la provisión para el desmantelamiento de este tipo de plantas. Es un precio que, con la actual coyuntura, la eléctrica revisará, debido a su devaluación.

Opciones de futuro

La compañía eléctrica afirma que «evaluará opciones de futuro en dichos emplazamientos», apuntando que emprenderá el camino de planes anteriores como el que conocen bien en As Pontes. En la villa, Administraciones y empresa unieron esfuerzos en los 90 cuando comenzaba el fin de la vida útil de la mina para propiciar la reconversión del municipio.

Con todo, la decisión de Endesa deja a Galicia huérfana de centrales de carbón. Naturgy, dueña de la planta de Meirama ya ha tomado ese camino. El mazazo lo soltó a mediados de enero.

Una parálisis que llega en plena transformación de la planta

Hace solo dos semanas llegó el primer aviso a navegantes. Endesa paralizaba la inversión que estaba realizando para ser menos contaminante en dos de sus cuatro grupos generadores de la central de As Pontes. La eléctrica ya había ejecutado la mayor parte de ese programa de modernización de las instalaciones, de tal forma que fuentes del sector apuntaban a que únicamente le restaba por invertir menos de diez millones de los 217 presupuestados en su térmica. Fuentes de la eléctrica subrayaron el carácter temporal de esta decisión, pero ayer demostró que esa medida no solo va a tener continuidad para esos dos grupos, sino que la planta entera va a estar paralizada.

La que se estaba acometiendo actualmente es la tercera gran transformación de una central que siempre se ha caracterizado por su gran eficiencia y competitividad en el mercado de generación. Por ello, no es raro que sus propietarios siempre hayan decidido invertir en sus instalaciones para mantenerlas a la vanguardia del sector.

Inicialmente, la central de As Pontes consumía el carbón —lignito pardo— que se producía en la mina a cielo abierto próxima a sus instalaciones.

Primera reforma

Entre los años 1993 y 1996 se acometió la primera gran transformación de las instalaciones, para reducir sus emisiones a la atmósfera, porque, además de ser una de las plantas de carbón de mayor capacidad del país, también era una de las más contaminantes. Entonces, la central fue reformada para poder quemar en su caldera una mezcla del lignito pontés con carbón importado. En los primeros años de los 2000 de nuevo experimentó otra adaptación —la segunda de envergadura— para, en esta ocasión, quemar únicamente mineral de importación, menos contaminante que el que se extraía en el yacimiento pontés.

Ello propició que se construyese en el puerto exterior ferrolano una moderna terminal descargadora de mineral, un tráfico indispensable para el organismo marítimo ferrolano, que ahora ya admite que verá reducido en un 20 % su movimiento de mercancías solo este año.

Aquella inversión fue de 275 millones de euros. En el 2016, mientras As Pontes contenía el aliento ante el temor de que la eléctrica optase como otras compañías por no renovar sus plantas térmicas, Endesa anunció una inversión de 217 millones de euros para modernizar la térmica de la villa eumesa y también la de Almería. El resto, como la vecina de Compostilla, echaría el cierre. La inversión comenzó a ejecutarse, pero la tecnología, después de la decisión de Endesa adoptada ayer, no llegará a estrenarse.