Inditex se multiplica por once en el parqué

G. Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

La compañía valía poco más de 9.200 millones de euros cuando comenzó a cotizar hace 20 años; ahora supera los 100.000 millones. Por cada empleo que tenía entonces, ha creado otros cinco

23 may 2021 . Actualizado a las 10:53 h.

Hace hoy veinte años, el 23 de mayo del 2001, Inditex se estrenaba en Bolsa. No fue su fundador, Amancio Ortega -al que el mundo le había puesto por fin cara un año y medio antes, a través de una foto publicada en la memoria anual de la compañía-, el encargado de dar el simbólico toque de campana en el parqué madrileño, sino un grupo de directivos encabezados por el entonces vicepresidente de la textil, José María Castellano.

El estreno de la compañía en el parqué fue un éxito. Incluso antes de empezar a cotizar. No en vano, las peticiones de títulos superaron hasta en 26 veces la oferta, una demanda insatisfecha que catapultó la acción más de un 22 % en su primer día. Si la compañía había sido valorada en algo más de 9.200 millones de euros antes de ponerse en manos de los inversores, en esas primeras horas en el mercado la cifra engordó en más de dos mil millones.

Veinte años después, el valor de la multinacional se ha multiplicado por once (y eso sin contar, como explican desde la firma, el retorno en forma de dividendos abonados a los accionistas durante estos dos decenios). Esta misma semana, la capitalización bursátil de Inditex superó de nuevo la barrera de los 100.000 millones, un listón que la consolida como la mayor empresa cotizada del país, a mucha distancia de Iberdrola (75.400 millones) y el Santander (algo más de 58.800).

 

Pero en este tiempo la gran textil gallega no solo ha crecido en Bolsa. La compañía, presente al cierre del año 2000 en 33 mercados, cuenta hoy con tiendas físicas en 96 países, pero puede comercializar sus productos en otros 120 gracias a la venta online, que ha marcado la gran transformación reciente del grupo (formado hoy por ocho grandes cadenas, de las que tres nacieron con la empresa ya en el parqué: Oysho, Zara Home y Uterqüe). Esa expansión internacional ha sido clave no solo para la diversificación del grupo (que hoy obtiene el 85 % de sus ingresos fuera de España, que suponía casi la mitad de las ventas cuando empezó a cotizar) sino, sobre todo, para generar alrededor de la multinacional un ecosistema de empresas proveedoras y contratistas -muchas de ellas desconocidas para el gran público por la discreción con la que opera Inditex-, que han generado miles de empleos en Galicia en los últimos años y que han ganado tamaño y han dado el salto al mercado exterior de la mano de la textil.

 Aunque ahora el crecimiento se aborda de otra manera. Es la era de la omnicanalidad. El objetivo ya no es crecer en puntos de venta. De hecho, aunque la compañía tiene muchas más tiendas que cuando salió a bolsa (superaba las 6.800 al cierre del ejercicio 2020, frente a las 1.080 que tenía veinte años antes) a mediados del año pasado inició un proceso para cerrar más de mil establecimientos en todo el mundo, una cuarta parte de ellos en España. La filosofía es centrar los esfuerzos en las tiendas con mejores ubicaciones y de mayor tamaño (de hecho, se espera un incremento de la superficie comercial), que pueden actuar como un showroom donde el cliente puede tocar y probarse las prendas, reduciendo el riesgo de devolución, o como un punto para preparar y recoger los pedidos online.

Un hecho diferencial que explica el plus de resistencia mostrado por Inditex durante la pandemia. Tras registrar entre febrero y abril del año pasado los primeros números rojos de su historia, la compañía tiró de todos los avances implantados desde el 2012, como el inventario único integrado, que permitieron distribuir desde tienda 46 millones de pedidos online por un importe total de 1.155 millones de euros.

En total, las ventas a través de Internet crecieron el año pasado más de un 77 % , hasta alcanzar los 6.600 millones. Uno de cada tres euros que ingresó la multinacional entró por ese canal, superando de largo el objetivo del 25 % marcado para el próximo ejercicio en su plan Horizonte 2022.

Pero ninguno de esos avances sería posible sin el capital humano de la firma, como destacó hace poco más de año y medio el propio presidente del grupo, Pablo Isla: «Cuando se habla de Inditex se habla de muchas cosas, como la calidad o la tecnología. Pero el principal activo que tenemos son nuestros empleados». Una plantilla que se ha multiplicado por seis desde la salida a bolsa. Si entonces eran 24.000 los profesionales que formaban parte del grupo, al cierre del 2020 había más de 144.000, aunque la cifra está distorsionada por la no contratación de los equipos de refuerzo por la pandemia. De hecho, un año antes había casi 33.000 empleados más.

 

Un equipo diverso (con representación de 171 nacionalidades diferentes), con presencia mayoritaria de mujeres (el 76 % de la plantilla) y concentrado en las tiendas (que dan empleo al 86 % del personal, frente al 7 % de los servicios centrales, el 6 % de la logística y el 1 % en las fábricas). De los 60 países en los que el grupo tiene empleados, España, con más de 40.200 (el 91 % indefinidos), es el país con la plantilla más numerosa, frente a los dos únicos trabajadores en Pakistán.