Eva Domínguez, consejera delegada de TecdeSoft: «Intentar que la industria avance en mi tierra es para mí un orgullo»
ECONOMÍA
La directiva advierte que sin firmas industriales solo cabe el decrecimiento
09 oct 2021 . Actualizado a las 16:30 h.Es transparente, clara y, aunque nacida en Madrid -de casualidad-, lleva a Galicia a flor de piel. Eva Domínguez García (21 de mayo de 1975) es consejera delegada de TecdeSoft (Técnicas de Soft), una empresa que a principios de los noventa prácticamente contaba con paridad entre sus accionistas.
—Pregunta facilona: ¿qué hace una chica como tú...?
—Circunstancias de la vida. Esta empresa fue montada por mi padre y mi madre en el año 91 con otros tres socios, de los que dos continúan en la empresa. Somos tres hermanos y nunca pensamos en trabajar para la empresa familiar. Soy ingeniera de caminos de formación. Cuando llegó la primera crisis en el 2008 y la construcción se vino abajo, tanto yo como mi marido, que también es ingeniero, buscábamos un poco de estabilidad geográfica (estábamos en la edad de tener niños). Lo hablé con mis padres y me animaron.
—Rompes moldes. Tienes un alto puesto de alta responsabilidad en una empresa técnica, y eres de formación ingeniera. Sabes que hay poca representación femenina tanto en las carreras técnicas como en las empresas.
—Esta empresa en el 91 fue muy puntera en ese sentido. De los cinco socios fundadores, dos eran mujeres. Con cargos de responsabilidad y presentes en el consejo de administración.
—¿Qué aportan las mujeres?
—Quizá somos más empáticas.. pero lo que realmente creo es que tiene que haber variedad -no de hombres y mujeres- de opiniones y puntos de vista para enriquecer la compañía.
—En cuanto a accionistas ¿cuántas ramas hay?
—Tres. La familia Domínguez (mis padres y hermanos) y los otros socios fundadores: José Luis García, gerente y presidente del consejo de administración, y Antonio Rodríguez. José Luis está muy metido en el día a día, y tanto él como Juan Jesús Pardo, director técnico. se ocupan del desarrollo de negocio, llevan la parte de I+D. Ellos son dos pilares muy importantes.
—TecdeSoft se dedica a la automatización de procesos relacionados con ingeniería industrial. ¿Por ejemplo?
—Es una explicación más del área técnica [ella se dedica más a los números de la parte financiera], pero lo intento. Trabajamos para el sector industrial en general, pero en donde tenemos más presencia es en el energético y el metal. Automatizamos procesos que se hacen de manera manual. El objetivo es ganar eficiencia. Imagínate una central hidroeléctrica en la que las compuertas se abren y se cierran a través de un operario que mira el nivel del agua. Ese proceso se puede automatizar.
—¿Quiénes son sus clientes?
—Somos una empresa pequeña que depende de clientes grandes y de proveedores grandes. Por ejemplo Naturgy, Endesa, Iberdrola, Repsol. Nuestros proveedores son los grandes fabricantes de automatización como Siemens. Trabajamos también para la Siderurgia Nacional Portuguesa.
—¡Menudos amigos! [A la primera da la impresión de que no pilla la indirecta con las eléctricas].
—Es un lujo porque con las crisis que hemos pasado, tener este tipo de clientes nos ha venido bien. Te dan una estabilidad económica importante. Ahora, quizá están un poco «demonizados» [risas], pero la verdad es que están haciendo grandes inversiones, también en Galicia, y eso se agradece. Nosotros llevamos con gran pena noticias como la de Alcoa, y ya no solo por nuestro negocio, sino porque significa empobrecer nuestra tierra. La industria lo mueve todo. Si no hay industria no hay crecimiento, y si no hay crecimiento hay decrecimiento.
—¿Qué hay que hacer para que las industrias se asienten?
—Es complicado. ¡Depende de tantas cosas! Tampoco veo claro por qué se van. No creo que la solución esté en mantenerlas con subvenciones, pero tampoco tengo claro... La realidad es que estamos en un mundo cada vez más global y nosotros hemos pasado de ser un país con mano de obra intensiva, a tener que reinventarnos para aportar valor añadido que no sea por la vía laboral. De ahí la importancia de que surjan empresas que trabajen para otras, y hagan una cadena. Hay otro aspecto importante, que es la internacionalización. Tenemos que ser globales.
—Estáis presentes en A Coruña, Santiago, Vigo y Portugal.
—También tenemos oficinas en Zaragoza, por ejemplo, Hace dos años montamos una filial en Portugal, donde operamos desde el principio de los tiempos. Trabajamos con la Siderurgia Nacional Portuguesa. Si queríamos competir allí, teníamos que montar una estructura en el país. Portugal se ha puesto mucho las pilas. Nuestra internacionalización la estamos haciendo de la mano de las grandes empresas con las que trabajamos. Viajamos a Sudamérica, por ejemplo. Pero este es un capítulo que queremos afrontar para crecer y conseguir esas oportunidades de negocio que pueda haber en otros países.
—¿Cuál será la facturación?
—Me gustaría estar en el entorno de la lograda en el 2019. La pandemia se hizo notar en el 2020. Pero no lo sé. Para nosotros el último trimestre es en el que se decide todo. Tenemos muchas esperanzas puestas en las energéticas y en otros proyectos de inversión.
—¿Qué es para ti Galicia?
—Te dije que había nacido en Madrid, pero fue de casualidad. Mis padres son de Lugo. Mi padre es ingeniero de telecomunicaciones [recuerda lo que le costó estudiar porque sus abuelos «no tenían nada más que vacas y pinos»], y cuando terminó la carrera se tuvo que ir a trabajar a Madrid, y mi madre se marchó con él. Pero mi padre en cuanto vio que había posibilidad de venirse a trabajar a Galicia en el año 81 cogió las maletas y nos volvimos todos. Estuvo en varias empresas, después conoció a los socios y en el 91 decidieron crear Técnicas de Soft, y aquí estamos. Cumplimos 30 años ahora el 19 noviembre. Los gallegos tiramos por la tierra. Creo que yo estoy influenciada por la visión que tenían mis padres: hacer avanzar la industria, intentar que las empresas de aquí sean más grandes, que puedan crecer, que puedan ser rentables... Poder lograr esos objetivos en el sitio de donde eres, es un orgullo. Es un orgullo poderlo hacer en tu tierra, donde te encuentras bien, donde tienes a la familia.
—Eres una mujer de palabra.
—Creo que sí. Soy defensora de la justicia, una defensora muy extrema. Demasiado, quizá.