A Mariña exige un «futuro» ante el abismo de la desindustrialización

R. G. R. / L. R. / M. C. / J. A. VIVEIRO / LA VOZ

ECONOMÍA

XAIME RAMALLAL

La huelga general, de seguimiento masivo, paralizó la comarca lucense

18 nov 2021 . Actualizado a las 12:20 h.

Las calles vacías, sin apenas tráfico, como si fuese un domingo lluvioso, aunque lucía el sol. Las luces de los comercios, apagadas. Los polígonos, desiertos. En los bares, carteles con idéntico mensaje: «pechado». Los supermercados remitían, a primera hora, a volver en otro momento. La huelga general comarcal convocada por los sindicatos paralizó ayer A Mariña, una comarca que se asoma al abismo de la desindustrialización y que reclamó, con un paro de seguimiento masivo, trabajo y servicios.

CIG, CC OO y UGT se unieron en una convocatoria contra «a pobreza, a desertización industrial e o despoboamento» que amenazan a la comarca. La situación de las plantas de Vestas en Viveiro y Alcoa en San Cibrao, sobre las que planea la sombra del cierre, han encendido las alarmas en A Mariña, que reclama el derecho de sus 70.000 vecinos a poder trabajar y vivir en su tierra.

La huelga, con inicio previsto para la medianoche, se inició en realidad dos horas antes en el complejo industrial de Alcoa, coincidiendo con la entrada de los trabajadores del turno de noche. A esa hora comenzaron los piquetes informativos, que siguieron durante toda la jornada. Con una barricada de neumáticos ardiendo que levantaron en el acceso, los operarios abrieron una jornada de paro que no dejó incidentes pero sí un mensaje unánime de la sociedad mariñana: la necesidad de que las Administraciones se impliquen por un «futuro» para A Mariña.

Las tres centrales convocantes calificaron de «éxito absoluto» la convocatoria y cifraron en el «90 %» el seguimiento de la huelga. «Todos os polígonos están pechados, así como o comercio, a hostalería e o sector servizos», resaltó Xorxe Caldeiro, de la CIG. El paro de la actividad fue prácticamente total en los municipios más cercanos a la industria en crisis, como Viveiro, Xove, Cervo, Burela o Foz. «Esperamos que Xunta e Goberno central nos fagan caso porque queremos traballar na nosa comarca e non emigrar», resumió el sindicalista.

En Alcoa, el seguimiento fue del 100 %, según el comité. La huelga tuvo también un importante respaldo en el sector público, dado que los gobiernos locales se sumaron a la protesta. En el ámbito educativo y en el sanitario, los sindicatos se quejaron de que la Xunta decretó servicios mínimos «abusivos». Aún así, solo tres alumnos acudieron al colegio de Xove y 22, de 118, al de Cervo. El Sergas cifró en el 7,87 % la participación de los operarios de la sanidad pública, cuya situación fue uno de los motivos de la convocatoria.

El primero de ellos, un futuro industrial. Dependiente desde hace 40 años de la fabricación de aluminio, A Mariña prevé una catástrofe si cierra la fundición de San Cibrao. Tras tumbar el TSXG y el Tribunal Supremo un ERE que supondría más de 500 despidos directos y el apagado de la electrolisis, Alcoa insiste en que la planta es «inviable», pero se niega a venderla a un tercero, como le pide el Gobierno central. Pese a la «mala fe» de la compañía, acreditada por dos sentencias judiciales, el Ejecutivo rechaza la vía de la intervención para garantizar una venta, como reclama el personal. Un aparente callejón sin salida que afecta también a empresas auxiliares y a la refinería de alúmina, con otros 500 operarios y que produce en un 25 % para su factoría hermana.

A la crisis de Alcoa se suma la de Vestas. De no mediar una venta, la multinacional danesa cerrará el 31 de diciembre la planta de Chavín. Solo 24 de los 115 trabajadores podrán quedarse en la factoría, que cesará la producción de elementos para parques eólicos para convertirse en un centro de servicios y formación. 

15.000 manifestantes en Burela

Hay una generación de niños y adolescentes que en los últimos tres años ha aprendido los cánticos a los que se agarran sus padres: ‘sen industria non hai futuro' o ‘queremos traballar e non emigrar'. Ayer volvieron a sonar —más de un año después de una protesta en el mismo lugar, por los mismos motivos— en una manifestación que recorrió Burela, desde el Hospital da Mariña hasta la plaza del consistorio. Unas 15.000 personas, según la organización y la Guardia Civil, participaron en el evento central de la jornada de huelga.

Los manifestantes insistieron en la reivindicación de contar con una área sanitaria propia, con menos obras en el hospital y más recursos y especialistas sanitarios. También exigieron que las Administraciones salden «débedas históricas» con la comarca, como la autovía A-74 o la VAC Costa Norte, las alternativas comprometidas cuando se decidió que la A-8, nombrada entonces Transcantábrica, dejaría en Ribadeo el litoral. La modernización del FEVE o la apertura del dique norte del puerto de Alcoa son otras de las reclamaciones de una comarca de A Mariña que, según indicó el presidente del comité de empresa de San Cibrao, José Antonio Zan, «está de huelga porque sabe lo mucho que se juega».

La Xunta apunta al Gobierno central y la oposición le pide que lidere la solución 

El vicepresidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, interpretó como «unha chamada de atención para todo o mundo» la huelga general comarcal en A Mariña lucense. Aún así, puso el foco sobre el Gobierno central al vincular la situación industrial de la comarca mariñana «a todo o que ten que ver coa transición enerxética» y con el precio de la electricidad».

«Estas empresas funcionaban ben ata que todo isto se puxo en cuestión e quen ten que mover ficha é o Executivo, que non o está a facer», argumentó Rueda. «A Mariña ten un potencial industrial enorme e ten que ter un futuro, que agora está en perigo», alertó finalmente.

El conselleiro de Economía e Industria, Francisco Conde, advirtió sobre el problema del elevado precio de la energía e instó al Gobierno central a dar una solución. «É inasumible tamén esta transición enerxética que está a destruír empregos e familias».

Desde A Mariña, la portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, reclamó al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, que lidere una solución para la crisis industrial de la zona. «De nada serve un presidente que se dedica a buscar culpables», manifestó. «Basta de fotos e de promesas incumpridas, a comarca precisa de medidas concretas no DOG e no BOE, e que no caso concreto de Alcoa pasan pola intervención pública, coa implicación do Goberno central e do galego porque hai 1.100 empregos directos en xogo», advirtió.

«A crise industrial da Mariña obedece a causas políticas —como un marco enerxético que prexudica a competitividade das empresas nunha Galicia rica en electricidade—, e por iso as solucións deben ser políticas», aseveró.

También desde Burela se pronunció el secretario general electo del PSdeG, Valentín González Formoso, que respaldó la reclamación de «garantías de traballo» para A Mariña, que «precisa dun impulso claro por parte de todas as Administracións» para salir adelante.

A la manifestación de Burela acudió también el secretario general del PPdeG, Miguel Tellado, quien echó en falta a la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, y centró su discurso ante los medios de comunicación en el Ejecutivo de Pedro Sánchez: «Foi o que provocou esta situación e é o único que pode resolver este conflito. Tras 17 meses de espera, aínda non contamos cun prezo competitivo da electricidade que evitaría que Alcoa deixase o país», afirmó.

«Sen industria non haberá servizos, poboación, nin peso político» 

En la manifestación de Burela, los sindicatos sintetizaron la amenaza que se cierne sobre el norte de la provincia de Lugo: «se pecha a industria, as infraestruturas irán a menos, e daquela non virán alternativas industriais; entón a xente emigrará e baixará a poboación, e daquela os servizos serán cada vez peores e mínimos. E esta comarca terá un nulo peso político», razonó María José Novoa, de CC OO.

Por su parte, Diego Ballesteros, de UGT, reconoció el esfuerzo de quienes tuvieron que cerrar ayer su empresa y sus establecimientos en un momento de recesión económica, como el comercio y la hostelería, castigados en los dos últimos años por los brotes de coronavirus.