Jesús Vieito: «Tenemos ofertas de compra de chinos y franceses, pero Unifersa no se vende»

Sofía Vázquez
sofía vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

ANA GARCÍA

La compañía se trasladará de Fene a 42.000 metros cuadrados en A Laracha

12 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

De la manera de hablar de Jesús Vieito Fuentes (Negreira, 12 de mayo de 1956), consejero delegado de Unifersa, se desprende que le gusta —y sabe cómo— impulsar proyectos, tiene grandes dosis de realismo y, además, es una persona hiperactiva confesa.

—¿Es hiperactivo? [pregunta realizada por la capacidad de comunicar a una velocidad de vértigo]

—Sí [lo dice contundente, sin dudar y surgen las primeras risas].

—¿Por qué se fundó Unifersa?

—Porque había una necesidad en el mercado gallego de unir sinergias en el ámbito de los suministros industriales para comprar mejor. Se constituye en Culleredo y ahí empieza su actividad, hasta que en el 2012 nos trasladamos a Fene. Fueron 17 los socios fundadores de Unifersa. Creamos esta central de compras y logística para mejorar las condiciones de todos estos puntos de venta asociados, pero sin que ninguno de ellos perdiera la independencia. Hoy somos 34 accionistas, casi 200 asociados y 1.500 clientes repartidos por todo el territorio nacional, incluidas las islas. En el 2008 creamos una división de venta al por mayor. Aquella foto inicial nada tiene que ver con la actual. El desarrollo en estos 15 años ha sido tremendo.

—Sin parar de crecer.

—Sin parar. Hemos crecido permanentemente. Hubo un pequeño lapsus en el 2012 con la crisis de la construcción, que coincidió con el traslado que también hicimos. A partir de ahí volvimos al crecimiento sostenido entre el 10 y el 20 % anual, algunos años más. De Culleredo nos trasladamos a Fene, con unas instalaciones de 10.000 metros cuadrados; y de aquí a Laracha, donde estamos construyendo en una parcela de 42.000 metros cuadrados. La inversión será de 14 millones, aproximadamente.

—Esos 42.000 metros cuadrados equivalen a nueve Camp Nou. ¿Cambiarán la sede social?

—Sí. La obra se acabará a mediados o finales del 2023, y en ese momento nos trasladaremos. Las instalaciones multiplicarán por cuatro las que tenemos hoy.

—¿Por qué se trasladan. Me imagino que el Ayuntamiento de Fene debe de estar «doente»?

—Me imagino que sí, pero nosotros nos llevamos bien con todo el mundo. Al Ayuntamiento le comunicamos nuestras necesidades. Alrededor de nosotros hay cuatro o cinco parcelas que los propietarios estarían encantados de vender y Unifersa de comprar, pero al final se metió el Sepes (sociedad estatal de gestión de suelo) y, si las adquiríamos, habría unas cargas a futuro... Nosotros no queríamos tener esas cargas en una propiedad que íbamos a comprar y a pagar. En resumen, anexionar esas parcelas alrededor de las instalaciones actuales no era solución de futuro para nuestro crecimiento sostenido. Así que decidimos buscar otra ubicación. En A Laracha nos ofrecieron suelo a precio razonable y hemos comprado y pagado. Estamos ahora con la construcción. Esta empresa no puede parar.

—¿Qué pasó con el Sepes? ¿Qué cargas eran?

—En resumen, el Sepes exige al actual dueño de las parcelas haber construido en ellas antes de venderlas para no imponer una carga en ellas al futuro propietario. El comprador (Unifersa) siempre tendría una carga encima y la parcela nunca sería nuestra. El tema tiene mucho recorrido. Nos hemos desgañitado en viajes a Madrid para intentar hablar con el Sepes. Intervino el Ayuntamiento de Fene también (el alcalde anterior y el actual), y contamos con el apoyo del conselleiro Francisco Conde para intentar arreglarlo, pero no lo conseguimos. Nuestros servicios jurídicos nos desaconsejaron totalmente la operación. O las parcelas eran nuestras y lo edificado encima de ellas era nuestro, o no podíamos abordar el proyecto.

—Total, que Fene se queda sin Unifersa, empresa con un volumen de negocio de 34 millones.

—Tal cual. Mi cabreo y el del consejo de administración es... El funcionamiento del Sepes es un sinsentido. No podíamos tener su espada de Damocles permanentemente encima de la cabeza. Le hemos dado muchas vueltas, nos hemos empleado a fondo y al final nadie nos ha podido dar una solución. Los dueños de esas parcelas quieren vender; no quieren construir. Los terrenos siguen estando libres, llenos de tojos. Es lo que hay

—¿Venderán sus instalaciones?

—Sí, se pondrán a la venta.

—¿Hacia dónde se dirige Unifersa?

—Hacia el ámbito nacional con más fuerza. El 75 % de nuestro negocio es Galicia y el 25 % el resto de España. En el futuro quizá estos porcentajes tendrán que darse la vuelta como una tortilla.

—¿Darán el salto al mercado internacional? Por ejemplo, a Portugal

—Hicimos un primer intento y fracasamos. No éramos lo competitivos que debíamos ser para entrar con fuerza. Por muchas cosas: por precio, por surtido, por la gama de productos... Las instalaciones de A Laracha nos darán una oportunidad de volver a intentarlo porque incrementaremos nuestra competitividad. Conocemos profundamente el norte de Portugal, donde tenemos a gente que nos quiere y sus puertas están abiertas. Pero si compran a 100, quieren hacerlo a 99 y no a 101. Tenemos que ser capaces de ir allí con 98 y así, además de querernos, haremos nuevos asociados.

—Usted es de los que se rinden.

—Para nada. Madrugo. A las 6.15 toca mi despertador y a las 7.50 estoy aquí, en la empresa.

—Tienen algunas ofertas de compra por Unifersa.

—De chinos y de franceses...

—¿Van a vender?

—¡De ninguna manera! Unifersa no se vende. Hoy, el valor contable de las acciones de la compañía pasaría por multiplicarlo por tres. Sumar el fondo de comercio, nuestro esfuerzo y nuestro trabajo, al que jamás le hemos puesto precio.

—Así que ni chinos ni galos tienen dinero para comprar Unifersa.

—Me parecía una prepotencia por mi parte, pero lo ha dicho usted [risas].

—Lo cierto es que Unifersa es un empresón que gana dinero.

—En el 2021 sus beneficios fueron de 1,5 millones de euros. Con los dividendos del 2021, los socios habrán recuperado el 100 % de su inversión. Del total, repartimos un tercio en dividendos y dos tercios se van a reservas voluntarias. Somos una sociedad anónima con ánimo de lucro, y el beneficio en el punto de mira permanentemente.

«Las universidades tienen trabajo por delante. Deberían vivir más el mundo de la empresa»

Desde el principio de la entrevista, Jesús Vieito Fuentes se emplea en destacar la importancia del equipo humano que le ha acompañado en el proyecto de Unifersa.

—Hay competidores que nos llaman «milagro Unifersa», y esta empresa nunca hubiera existido sin el equipo. El milagro fue el trabajo. Hacer las cosas bien a la primera, y no a la segunda o a la tercera. Cuando los fundadores pusimos en marcha Unifersa estábamos convencidos de que se podía hacer. El mercado estaba acostumbrado a recibir suministro cada quince días y la sorpresa con nosotros fue que las hacíamos a las pocas horas de que nos lo solicitaran. Entregamos el mismo día que recibimos el pedido o al siguiente. Otro paso importante fue cuando dimos acceso informático para conocer exactamente el stock disponible y los precios de los productos.

—Su hijo, Abraham Vieito Ponte, ha ascendido a la gerencia de la compañía. Varios premios nacionales también destacan su trayectoria.

—Sí, está en Unifersa desde su constitución. Tiene 39 años y ya puede coger el timón. Está respaldado por la junta general de accionistas y por el consejo. Me ha de relevar cuando tengamos el traslado acabado.

—¿Pero usted se va a jubilar?

—El consejo de administración dice que no será posible, pero el consejo tiene una idea y yo otra. [Mantiene la sonrisa] Tengo nietos y también hay que atenderlos.

—Por curiosidad, ¿qué estudios cursó?

—Soy un autodidacta total. Aprobé el Bachiller, estuve muchos años en Finanzauto y ahí me formé muchísimo. Pero no tengo títulos universitarios ninguno. Soy autodidacta total.

—¿Qué cree que le falta a las universidades?

—Buena pregunta. Las universidades todavía tienen mucho trabajo por delante. En mi opinión, deberían vivir el mundo de la empresa de una manera más directa, más intensa. La cátedra y los pensamientos universitarios son magníficos —y eso no es discutible—, pero la realidad del mundo es otra.

—¿Las instalaciones de A Laracha generarán nuevas contrataciones?

—Sin duda. Por ejemplo, hoy tenemos nueve comerciales y deberíamos aspirar a tener uno por cada provincia española. Estaríamos hablando de más de 40 repartidos por todo el territorio nacional, incluidas las islas.