Santiago Niño-Becerra: «La tecnología será la protagonista indiscutible, lo que viene es otra galaxia y un nuevo orden mundial»

ECONOMÍA

El economista Santiago Niño-Becerra.
El economista Santiago Niño-Becerra. XOAN A. SOLER

«Teniendo en cuenta las previsiones del Banco Mundial, este verano será un 'Carpe diem'», apunta el doctor en Economía que predijo la crisis del 2009. Él señala como cualidad clave la resiliencia para afrontar el nuevo modelo

09 jul 2023 . Actualizado a las 16:43 h.

El mundo que conocemos irá desapareciendo, irá siendo reemplazado por otro en el que «el poder lo tendrán las grandes corporaciones, no los Estados» y donde la tecnología será la clara protagonista, apunta el doctor en Economía y catedrático emérito de la Universidad Ramón Llull, de Barcelona, Santiago Niño-Becerra, autor de Futuro, ¿qué futuro? Claves para sobrevivir más allá de la pandemia, en el que dibuja el mundo que vendrá en los ámbitos económico, social, en la empresa y en casa, en la realidad geopolítica mundial y en nuestras realidades cotidianas.

—El Banco Mundial habla de recesión, de estanflación. ¿Cómo valora sus últimas previsiones?

—Son unas previsiones demoledoras, ponen los pelos de punta. He ido al informe completo y resaltaría un par de datos: en enero, el Banco Mundial dijo que el mundo crecería el 4,1 % en el 2022. Ahora lo ha bajado al 2,9 %. Las economías avanzadas pasan del 3,8 % de enero al 2,9 % de junio. Para que se haga una idea, entre 1950 y 1973, el mundo creció al 5 % de media. Esta previsión es de ahora y nos dice: «No estamos bien, pero vamos a peor».

—¿Esta inflación no tiene nada que ver con la de los años ochenta?

—Nada que ver. Es una inflación de oferta que el mismo Banco Mundial dice que se parece a la que hubo en los setenta.

—¿Qué escenario nos espera? ¿Este año se recuperará, como han dicho, el turismo en España?

—Me da la sensación de que este verano va a ser un carpe diem: «Vive el momento, que en otoño las cosas se van a torcer realmente».

—La clave será adaptarse, asegura, ser flexible.

—Sí. El tema de la adaptabilidad nos lleva a la tecnología. Habrá personas que no van a saber (porque no pueden) adaptarse, independientemente de su inteligencia. No podrán hacerlo por pura incapacidad físico-mental. Vivimos un gran cambio en el que la tecnología, cualquier tipo de tecnología, va a ser la protagonista indiscutible, si no única.

—En las Xornadas Tecnolóxicas de R, celebradas este jueves en Santiago, señaló la resiliencia como la cualidad clave en personas y empresas. Es un concepto omnipresente, está incluso en los informes del BCE. ¿Qué generación será la más resiliente?

—A la generación Z la veo muy verde: les han dado tortas, no ven expectativas... A los millennials les veo más capaces, es una mezcla de carácter y forma de ser. Un millennial gasta si tiene y, si no, no gasta. Muchos millennials no solo no tienen coche, no tienen ni carné de conducir. Esa generación es de supervivientes natos. Recuerdo la pregunta que me hizo un alumno de la Z: «¿Por qué voy a tener que pagarle la pensión?». Yo le dije: «Es que tal vez no puedas pagármela». La generación Alfa, la siguiente, no podrá comparar. Estos niños yo creo (y estoy caricaturizando) que nacen con un cromosoma más, el cromosoma tecnológico. Es la primera generación para la cual la tecnología es una parte de sí.

—¿Habrá Metaverso para todos?

—Sí. Metaverso es la web 3.0. Pienso que el 95% de ese mundo se va a dedicar al ocio. Yo hablo del trinomio social: «Renta básica, marihuana legal y ocio gratuito para todos». La tecnología seguro que se usará también para hacer cirugías, probar estructuras de ingeniería... Eso seguro.

—¿Cabe aguardar una evolución?

—Sí, pero habrá también una evolución de la desigualdad. La desigualdad va a más. Aquí va a haber «los que sí y los que no», «los de antes y los de después». «Los que sí» serán los que generen, los integrados, los que participen... Ya estamos hablando de otra galaxia, pero eso no minusvalora en absoluto el poder de la tecnología. En el nuevo modelo que viene habrá dos claros protagonistas: uno será la tecnología, en general, no solo el Metaverso, y otro, el nuevo orden internacional que se está cociendo, en el que China será la clara ganadora. Europa en este nuevo orden, claramente, pierde.

—¿Y La India, es una potencia emergente a nivel global, avanzará?

—China tiene un organismo central que dice: «Por aquí», y todos por aquí. «Y el que no, me lo cargo, y no pasa nada». En La India esto no va así, hay castas, etnias... Aquello es un maremágnum. A La India veo zonas que sí, como Bangalore, pero en general no la veo.

—¿Pero habrá cambios positivos en el trabajo, en el ámbito de la salud o en el avance de las energías alternativas frente al petróleo y al gas? ¿Qué es lo mejor que nos deparará la tecnología?

—Esto tiene su parte buena. En clase analizamos la película Matrix, que tiene dos lecturas, la buena y la mala. La mala está clara, y la buena es que la tencología resuelve muchas cosas. En EE.UU., por ejemplo, se ha logrado reconstruir una oreja humana usando el tejido de la paciente para crear un bioimplante con tecnología de impresión 3D. Esto es parte de lo bueno.

—¿Desaparecerán las ideologías, qué papel tendrá la política?

—Yo a la política, tal como la hemos conocido o la conocemos hoy, le veo un recorrido muy corto. 

—¿Pero habrá partidos, solo un partido?

—Bueno... puede haberlos, pero su capacidad de influencia será mínima. Dependerá de decisiones que tomen las grandes corporaciones. Yo pongo el ejemplo siguiente: si retrocediésemos a los sesenta, no más atrás, y fuésemos a Francia, Alemania, Italia, España... y dijésemos: «En el 2000, todos los países europeos cederemos toda nuestra autonomía monetaria a una cosa que se llamará el Banco Central Europeo», no se lo creería nadie. Cedimos nuestra autonomía monetaria al BCE y él es quien decide los euros que pueden imprimir España, Francia... y a la vez es el inspector de todos los bancos de la UEM.

—¿Hemos cedido esa autonomía engañados?

—Bueno, no lo sé, pero algo que hace 50 años era absolutamente impensable hoy lo tenemos, y lo hemos asumido. O nos lo han impuesto, pero el caso es que está funcionando. Entonces, cosas que hoy nos pueden parecer inimaginables o de ciencia ficción dentro de diez o quince años pueden estar perfectamente operativas. La eutanasia hace 20 años era inimaginable, y ahora la tenemos legal en varios países. 

—Habrá problemas irresolubles, que ni siquiera pueda resolver la tecnología...

—Supongo que sí, pero todo dependerá del nivel de exigencia que tengamos.

—El nobel Kazuo Ishiguro, a quien cita en su último libro, crea una amiga artificial especializada en cuidado de niños y Jeannette Winterson dice que nos enamoraremos de robots. ¿Habrá una convivencia armónica entre las inteligencias artificial y humana?

—Creo que hay dos niveles de aproximación al tema. Por un lado, queremos creer que podemos convivir con las máquinas, en un entorno rodeado de máquinas. Habrá una convivencia a todos los niveles, nos ayudarán... Esto es lo que queremos creer. Pasará, sí, pero mucho menos de lo que queremos creer. Pongo un ejemplo. Actualmente, las empresas automovilísticas están usando unos exoesqueletos para el trabajador tenga que hacer menor esfuerzo, y funciona realmente. El paso siguiente es dar más funciones a ese exoesqueleto. Y el paso posterior es que lo haga todo el exoesqueleto, sin necesidad de persona. Llegado este punto, ¿la convivencia cómo será? Otro ejemplo: recuerdo que los primeros robot-aspirador costaban entre dos mil y tres mil dólares. Actualmente, puedes conseguir por 300 euros uno de estos trastos que van realmente bien. ¿El paso siguiente cuál será? Quizá que el trasto decida cuándo tiene que limpiar, qué debe limpiar más...

—Igual con eso se acaba la explotación laboral de mujeres dedicadas a la limpieza del hogar.

—Pero la explotación de esas mujeres se podría arreglar, pero parece que esto no se quiere abordar; es un tema legal. Si esos trastos que limpian llegan a hacerlo tan perfecto que puedan sustituir a esas señoras, ¿qué harán esas señoras, en qué trabajarán entonces?

—Señala que, con los años, ha cambiado drásticamente el concepto de crecimiento. ¿Cómo puede hacerse sostenible? ¿Será, por ejemplo, sostenible el sistema de pensiones?

—El crecimiento será sostenible, pero en la zona baja. Instituciones como el sistema de pensiones que hemos conocido, argumentado con la normativa que hemos conocido, no será sostenible. La pensión media del pensionista medio que se está incorporando actualmente al sistema de pensiones es un 20 por ciento superior al salario medio de la persona que se está incorporando al mercado de trabajo.

—¿Y esa brecha va a continuar creciendo?

—Claro. Entonces, ¿qué harán? Recortar, meterle la tijera al importe que te abonan cada mes, esto de entrada no lo harán. Aumentarán la edad de cotización, los años cotizados para tener derecho a la pensión máxima... De entrada, ahora debe abordarse por exigencia europea la segunda fase de la reforma de las pensiones. Podemos ha dicho que se tiene que destopar la base de cotización. El PSOE se niega en rotundo. No me decanto ninpor una cosa ni por la otra, pero esto incide en los ingresos del sistema...

—¿Qué mensaje lanzaría a las empresas respecto al nuevo modelo que está por venir para que superen el desafío?

—Que analicen permanentemente su viabilidad, que sean abiertas y flexibles, que miren lejos y que colaboren entre ellas.

—Hay inversiones millonarias en Metaverso, ¿seremos más avatares que personas, seremos una realidad híbrida? ¿Se implantará, finalmente, el teletrabajo?

—Los avatares se parecerán cada vez a las personas que los están usando, yo creo. Cuando se combine esto con proyecciones holográficas será lo máximo. Cuando se llegue a eso, el teletrabajo se va a imponer, por descontado. Esto depende sobre todo de dos cosas, de que la tecnología evolucione, que lo hará, y depende del coste de la tecnología. Hay dos tipos de tecnología, la de consumo, la de uso cotidiano, incluso para empresas, y la tecnología de punta, que es la que marca el hecho diferencial, la que te da la ventaja competitiva. Para desarrollar esta, harán falta cantidades gigantescas de capital, otra cosa que favorecerá la creación de corporaciones. 

—Dibuja un futuro con zonas de influencia, clústeres y oligopolios de corporaciones mundiales. Otra de las claves de ese escenario probable que avanza será la cooperación. 

—La cooperación sí, pero yo la cooperación la veo entre rangos del mismo entorno.

—¿Cooperación los grandes con los grandes y los pequeños con los pequeños?

—Creo que los medianos y los pequeños se van a convertir en satélites de los grandes. Y ya hay ejemplos de esto, sobre todo en sectores como el del automóvil. La cooperación será, más que nada, entre los grandes.

-¿Cómo debemos prepararnos las personas y las empresas para todo lo que viene?

-Hay tres patas. La primera, el tándem adaptabilidad y flexibilidad. En segundo lugar, resiliencia. Es decir, aquí, o o te enfundas es un traje que te impermeabilice, que te dé capacidad de aceptación, o adiós. Estas fluctuaciones que vivimos ahora desaparecerán, los crecimientos serán muy muy bajos, habrá una estabilidad, pero esto será a nivel macro. A nivel micro, a nivel personal, hemos entrado en un mundo de incertidumbre permanente. 

En el cóctel posterior al coloquio de las Xornadas Tecnolóxicas de R celebrado esta semana en Santiago, Niño-Becerra recordó que la inteligencia artificial crea como un artista. Un grupo de investigadores de los Países Bajos, según recordó el economista, presentaron un nuevo Rembrandt, un retrato inédito creado por un ordenador siguiendo el estilo del maestro. Se consultó a una selección de expertos y la mayoría lo dieron, de hecho, por un auténtico Rembrandt. La duda ahora es si esa inteligencia artificial será capaz de hacerlo sin las instrucciones de un humano. Y si será capaz de crear un genio que supere, sin imitarlos, a todos los humanos.