Eduardo Abad: «El sistema de cotización de los autónomos está podrido: es insolidario, injusto e insostenible»

Gabriel Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

xoan a. soler

El presidente de UPTA destaca que un 87 % de los trabajadores por cuenta propia en Galicia pagan por la base mínima

17 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Eduardo Abad Sabarís (Vilagarcía, 1972) es el presidente de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), una de las tres grandes asociaciones del colectivo de trabajadores por cuenta propia. Aunque las negociaciones del nuevo sistema de cotización copan los titulares, advierte que el colectivo tiene muchos más problemas acuciantes a los que hacer frente, entre ellos la falta de relevo generacional: «En Galicia tenemos la tasa de autónomos con mayor edad de toda España, casi un 67 % pasan de 60 años y eso es un problemón de cara al futuro. Tenemos que incentivar que se incorporen nuevos emprendedores».

—El objetivo es difícil si se martillea la idea de que ser autónomo es casi una condena a la pobreza, entre impuestos y cotizaciones...

—Dejemos ya de vender al autónomo como el perdedor. Es cierto que hay autónomos con bajos ingresos, pero están en sectores muy atomizados, por eso hay que hacer una transformación del sector que empiece por la formación, incentivando la FP, y que atraiga emprendedores en sectores con alto valor añadido que ocupen esos espacios.

—¿Tras la pandemia se ha reducido el porcentaje de los que cotizan por la base mínima?

—El 87 % de los autónomos gallegos cotizan en su base mínima. Sigue siendo la misma proporción, que es un absoluto disparate.

—El plazo comprometido con Bruselas para cerrar un acuerdo sobre el nuevo sistema de cotización por ingresos expira el día 30. ¿Llegarán a tiempo?

—Debiéramos ser capaces, ya solo por responsabilidad. Es un momento crucial para el cambio de un modelo que lleva 40 años funcionando y no se ha modificado en nada. Solo ha habido avances desde el punto de vista de la protección social, incluyendo el cese de actividad, pero el sistema de cotización no ha cambiado. Un autónomo de un barrio de Vilagarcía que tiene un pequeño bar, que sufre para llegar a fin de mes y tiene rendimientos de trabajo de menos de 1.000 euros, tiene que hacer frente a un recibo de la Seguridad Social de 294 euros todos los meses. Y más si supera los 48 años. Y es lo mismo que paga el notario del centro de Santiago, cuando lo que perciben uno y otro no tienen nada que ver. Es un sistema que está podrido. Es injusto, insolidario y no es sostenible.

—Sin embargo, con el avance de la negociación se ha ido renunciado a la progresividad. La última propuesta fija una horquilla de cuotas mínimas entre 245 y 565 euros. ¿El Gobierno ha bajado los brazos ante el año electoral?

—Es fruto de lo que hemos ido negociando los agentes sociales y las organizaciones de autónomos. El Gobierno lo que hace es ir moldeando su primera propuesta porque nosotros hacemos que varíe. Ahora es el momento del diálogo social, que es el que ha traído los grandes avances en esta legislatura, no de propuestas extemporáneas como la que ha presentado Podemos o lo que hizo el PP tratando de paralizar el cambio de modelo, haciendo enmiendas o presentando mociones. Tenemos que llegar forzosamente a un acuerdo mayoritario, aunque eso no quiere decir que tengamos que estar todos dentro.

—Entre las asociaciones de autónomos hay sensibilidades muy dispares...

—Las organizaciones de autónomos representamos sensibilidades muy similares, lo que ocurre es que tenemos distintos perfiles, especialmente las dos grandes. El de UPTA es el de un trabajador con rendimientos medios y bajos, el autónomo del día a día, el fontanero o el taxista. La patronal [ATA] representa los intereses de autónomos cualificados económicamente. Y claro, es un choque decirle a alguien que gana mensualmente 2.300 euros que su cuota mínima va a ser de 500 euros. Puede resultar dañino desde el punto de vista organizativo, pero no deja de ser justo. Y aquí estamos hablando de justicia contributiva.

—Una de las cuestiones que más preocupan a los autónomos ante el cambio de modelo es cómo se calcularán los rendimientos netos.

—Es algo muy claro. El rendimiento neto es lo que percibe el autónomo una vez se deduzcan los gastos de la actividad y se proceda a hacer las deducciones fiscales permitidas por ley. No hay que darle más vueltas. Es lo que declaras en el IRPF como rendimiento del trabajo, al igual que un trabajador por cuenta ajena.

—Pero luego se permitirá una deducción adicional del 7 %. ¿Qué cubrirá?

—Es para cubrir gastos de difícil justificación. Estamos tratando de resolver el fiasco de la ley aprobada en el 2017, con la que se engañó a los autónomos, tanto en la deducción de los gastos de manutención como por los suministros de los autónomos que desarrollan su actividad en el domicilio, que pasó del 30 al 9 %. Ahora hemos pedido que vuelva al 30 % y meter ese 7 % de gastos de difícil justificación para meter ahí la comida. Esto tendrá una repercusión directa en la cotización. Porque cuantos más gastos deducibles, menor base de cotización, ya que se minoran los rendimientos netos.

—Los gastos de manutención siguen generando choques con Hacienda...

—Es un tema recurrente, no es que haya choque, es que no se pueden deducir, La carga de la prueba para desgravar los gastos de manutención corresponde al autónomo, tienes que probar que estás desarrollando tu actividad para poder deducirlos, que es algo que no se requiere a ninguna sociedad. Un empresario que invita a un cliente a una mariscada puede deducirla como gasto de la actividad económica, pero un autónomo no puede deducirse un menú del día cuando tiene que comer fuera de casa.

—¿La Estrategia del Trabajo Autónomo que negocian con Yolanda Díaz va a incluir el derecho de los autónomos a la huelga?

—Es un texto que busca transformar el mercado de trabajo por cuenta propia. Entre las medidas se encuentra el derecho a la huelga, que debe ser un derecho fundamental, porque hasta ahora lo que había eran paros patronales que suponen un problema jurídico tremendo para quien decide sumarse a una movilización.