Las grandes tecnológicas se pasan la tijera antes de que llegue la recesión

Gabriel Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

JUSTIN LANE | EFE

Tras un año para olvidar en bolsa y amenazadas por el incremento de los tipos de interés, los gigantes del sector recortan plantillas y ajustan gastos

25 nov 2022 . Actualizado a las 15:59 h.

Fueron los mayores, si no los únicos, ganadores de la pandemia. En la primavera del 2020, con medio mundo aún encerrado en casa, las grandes tecnológicas vieron cómo sus acciones, que como las demás se habían teñido de rojo en las primeras semanas del confinamiento, volvían al verde y rebotaban con fuerza gracias al cambio de hábitos de los consumidores. El auge de las ventas online, de los pedidos de comida a domicilio o del uso de las redes sociales y las aplicaciones de videoconferencias dispararon sus cifras de usuarios y las previsiones de ingresos. Y con ellas, claro, el furor de los inversores.

Las acciones de Meta, el conglomerado propietario de Facebook, Instagram y WhatsApp, llegaron a superar la barrera de los 380 dólares hace poco más de un año, en septiembre del 2021, casi el doble del nivel al que cotizaban en las semanas previas a la pandemia. Desde aquel pico, los títulos han perdido casi un 70 % de su valor, un batacazo agravado en las últimas semanas por la presentación de unos resultados que decepcionaron al mercado. La caída de los ingresos y el incremento de los costes provocaron una estampida de inversores que tampoco acaban de ver clara la apuesta de la compañía por el metaverso, un negocio de momento muy poco tangible.

Solo el anuncio, el pasado miércoles, de un ajuste de plantilla para despedir a 11.000 trabajadores, el 13 % de su plantilla global, logró calmar el ánimo de los inversores y elevó la acción de nuevo por encima de la barrera de los cien dólares, de la que no había bajado en los últimos siete años.

No es un caso aislado. Antes que Zuckerberg, la mitad de los trabajadores de Twitter, unos 3.700 en todo el mundo, recibieron un correo electrónico en el que se les notificaba su despido con carácter inmediato. Aunque afectados y sindicatos ya han anunciado que impugnarán el proceso por incumplir la normativa laboral (tanto en Estados Unidos como en la filial en España), los planes del nuevo dueño de la red social, el siempre polémico Elon Musk, son claros: reducir costes para combatir la caída de los ingresos publicitarios. La misma política que aplicaron meses antes competidores como Snap (gestor de Snapchat), que prescindió de 1.200 trabajadores, Netflix (con casi medio millar de bajas desde la primavera) o Intel, que ha anunciado un recorte del 20 % de su plantilla, aún sin consumar. Solo en Estados Unidos se han producido más de 100.000 despidos en el sector en lo que va de año.

Ni Amazon se libra. El gigante del comercio electrónico, que empezó anunciando que congelaba las contrataciones, prepara ya un plan para recortar gastos, que según avanza The Wall Street Journal afectará a departamentos que no se consideran rentables, como el de desarrollo de dispositivos conectados (Alexa), que presenta unas pérdidas anuales cercanas a los 5.000 millones de dólares.

El precedente de las puntocom

Para encontrar un momento tan turbulento para el sector tecnológico como el actual hay que retroceder más de veinte años, a principios de la década del 2000, cuando el pinchazo de la burbuja de las puntocom, que en España tuvo su epicentro en la caída de Terra, provocó unas pérdidas de cinco billones de dólares en los mercados mundiales.

Para los expertos, la situación ahora es muy diferente, porque ya no se trata de empresas con un modelo de negocio incipiente, sino gigantes empresariales con presencia global y más capacidad de reestructuración que una industria convencional. Enrique Dans, profesor de innovación y tecnología en la IE Business School, explica que lo que hay es un redimensionamiento de las compañías, tras un crecimiento descontrolado en los últimos años, especialmente a raíz de la pandemia.

A juicio del experto, tres son los factores que han debilitado el negocio de las grandes tecnológicas y las han obligado a ajustarse el cinturón. En primer lugar, «un entorno recesivo» que las ha llevado a una estrategia «mucho más conservadora» que la que adoptaron al inicio de la pandemia, cuando se confiaba en que se asentasen tendencias como el teletrabajo o el ocio en casa. «El segundo factor es regulatorio, las bigtech se encuentran ahora con que las fiscalizan mucho más», prosigue Dans, que explica cómo en Estados Unidos la Administración Biden ha colocado en las agencias reguladoras expertos en legislación antimonopolio para tratar de poner orden en el sector. A juicio del profesor, el tercer elemento que ha hecho mella en estas empresas es el de la publicidad y el manejo de datos, cada vez más controlado por las autoridades y, sobre todo, por los usuarios. «La intimidad está mucho más protegida», apunta, explicando cómo los nuevos ajustes de privacidad de los dispositivos de Apple, que permiten rechazar el rastreo de la actividad en aplicaciones de terceros, golpearon con fuerza a empresas como Meta, que vio caer sus ingresos publicitarios, al no poder perfilar con tanta precisión al público objetivo de dichos anuncios.

Subida de tipos

Más allá de su negocio, otro factor que está pesando, y mucho, en la caída de los valores tecnológicos en bolsa es el cambio de política de los bancos centrales y el fuerte aumento de los tipos de interés, que ha sido más abrupto en Estados Unidos, donde estas firmas tienen su sede. «Son el sector más perjudicado porque muchas de estas empresas funcionan sobre una rueda de deuda. Hay un problema de base de rentabilidad que se agrava si la financiación se encarece», apunta Javier Flores, analista independiente de mercados.

De hecho, las fuertes caídas que acumulan estos valores en los últimos meses se han suavizado ligeramente en días pasados, coincidiendo con la publicación del dato de inflación en Estados Unidos, que ha sido mejor de lo previsto y sugiere que la Reserva Federal podría ralentizar la subida de tipos en los próximos meses.

Flores coincide con Dans en que los recortes de plantilla y de gastos anunciados en los últimos días se explican porque las bigtech «están anticipando recesión». Y recuerda que el propio Zuckerberg, fundador de Facebook, reconoció esta semana su fallo de cálculo. «Al comienzo del covid, el aumento del comercio electrónico condujo a un crecimiento descomunal de los ingresos. Mucha gente predijo que esto sería una aceleración permanente que continuaría incluso después de que terminara la pandemia. Yo también lo hice, así que tomé la decisión de aumentar significativamente nuestras inversiones. Desafortunadamente, esto no salió como esperaba». «No solo el comercio en línea ha vuelto a la tendencia anterior, sino que la recesión, el aumento de la competencia y la pérdida de anuncios han provocado que nuestros ingresos sean mucho más bajos de lo que esperaba. Me equivoqué».

Impacto en España

La onda expansiva de los recortes en las grandes tecnológicas amenazan con golpear también en España. No solo por los despidos de trabajadores de sus filiales aquí (casi una treintena en el caso de Twitter, que los sindicatos denunciarán al entender que son nulos por no haberse tramitado como un ERE), sino también al poner en riesgo inversiones ya anunciadas. Es el caso del centro de datos de Meta en la localidad toledana de Talavera de la Reina, que lleva aparejada una inversión de 1.000 millones de euros y cuyas obras deberían empezar el año que viene.

Aunque el Gobierno ha mostrado su confianza en que los compromisos se mantengan (también la ampliación de las oficinas de Madrid o la conexión del cable submarino 2Africa con España), la empresa ha anunciado su intención de desplazar sus recursos a un «pequeño número de áreas prioritarias de alto crecimiento», lo que deja en el aire más de 2.000 nuevos empleos en nuestro país.