Las autoridades helvéticas anuncian que saldrán al rescate del banco «en caso de ser necesario»
15 mar 2023 . Actualizado a las 21:04 h.Credit Suisse ha desatado este miércoles el temor en los mercados a una crisis bancaria de gran envergadura. La entidad, que se hunde un 20 % en el mercado a media tarde, habría solicitado al banco central suizo un respaldo público en pleno desplome bursátil y podría acabar siendo rescatada si su posición se deteriora en las próximas horas.
Y es que la entidad financiera, la segunda mayor del país, tiene una importancia «sistémica» para la economía y las finanzas, según el regulador. No obstante, como señala Juan Abellán, director del Máster de Mercados Financieros y Gestión de Activos del IEB, también podría producirse una venta fragmentada a otros competidores en caso de no poder salir en su auxilio: «Se baraja la escisión y venta de diferentes áreas como es la banca de inversión. Veremos en qué termina», señala.
El propio Nouriel Roubini, quien anticipó el colapso financiero del 2008, manifestó sus dudas este miércoles ante ese posible escenario. En su opinión, es «demasiado grande para caer», pero «demasiado grande para ser rescatado».
Y es que el Credit Suisse no es el Silicon Valley Bank (SVB). Ni por nicho de mercado ni por tamaño. Si bien el SVB está especializado en dar servicio a startups tecnológicas y sus activos ascienden a casi 200.000 millones de euros, el Credit Suisse tiene un negocio de crédito e inversión mucho más diversificado y más del doble de activos, valorados al cierre del 2022 en 550.000 millones de euros. También los problemas que ocultaban sus cifras son de distinta naturaleza. El banco estadounidense había cometido el error garrafal de no diversificar riesgos y apostar la mayor parte de sus activos a bonos del Tesoro a largo plazo, quedándose sin caja para hacer frente a la salida de depósitos ahora que las empresas tienen que recurrir a ellos por el encarecimiento de los créditos. Por el contrario, la crisis del Credit Suisse se ha precipitado tras reconocer que podría haber maquillado sus cuentas y después de que su mayor accionista, el Banco Nacional Saudí, se negara a invertir más en la entidad: «La respuesta es absolutamente no, por muchas razones al margen de la más simple, que es regulatoria y estatutaria», dijo su presidente, Ammar Al Khudairy. No se les permite sobrepasar el umbral del 10 % de las acciones.
«La situación de Credit Suisse no es nueva, ya el año pasado perdió hasta 1.760 millones de euros. Este año, a las pérdidas de 7.381 millones de euros (en prácticamente todos sus negocios) hay que sumar controversias en su contabilidad financiera con la autoridad financiera de Estados Unidos. Pero aquí no terminan los problemas», apunta Abellán.
Por eso sobrevuela la posibilidad de un rescate. ¿Deberían las autoridades auxiliar a Credit Suisse? «No. El reglamento too big to fail (demasiado grande para caer) se hizo precisamente para estos casos, para que un banco pueda ir a la quiebra. Espero que no se llegue a eso, pero si Credit Suisse ya no es viable, debe poder hacerlo. Las reglas están diseñadas de tal manera que los bancos suizos de importancia sistémica puedan apartarse y seguir funcionando», deslizó en una entrevista el artífice de ese esquema tras la crisis financiera, Aymo Brunetti.
A pesar de sus reticencias, las autoridades helvéticas han optado por abrir el grifo. Tras una jornada agónica, el Banco Nacional Suizo (BNS) y el regulador suizo (Finma) han anunciado que saldrán al rescate del Credit Suisse: «En caso de ser necesario, el BNS dará liquidez a Credit Suisse», zanjaron en un escueto comunicado conjunto. No obstante, se desconocen las necesidades reales de capital del banco.
La banca europea cuenta con más músculo para resistir
Al margen de las caídas bursátiles que acumulan los bancos europeos, arrastrados por la crisis del Credit Suisse, ambos consideran que las entidades pueden resistir: «La banca europea está más regulada y controlada que los bancos regionales de Estados Unidos. En la banca española la cartera de deuda pública, en su mayoría, está clasificada como bonos a coste de amortización, es decir, sin venta anticipada y por tanto sin influir contablemente hasta su vencimiento y, por supuesto, no es su único activo en cartera, como sí lo fue en el caso del SVB» explica Abellán, quien sostiene que los bancos «están bien anclados».
A pesar de las semejanzas que se intentan sacar con la crisis financiera del 2008, Brunetti insiste en que no son comparables: «Son los bancos individuales los que se han metido en problemas por su modelo de negocio y sus problemas domésticos. Pero hasta donde sabemos, no tenemos un problema estructural como el de entonces, cuando se taparon activos muy tóxicos en los balances de todos los bancos de importancia sistémica».
La complicada decisión del BCE sobre los tipos de interés
El descalabro bursátil se produce un día antes de la reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE). El organismo comandado por Christine Lagarde deberá decidir este jueves si sube los tipos de interés medio punto, como estaba previsto, o levanta el pie del acelerador para evitar que el encarecimiento del crédito deje seca la economía. La situación es extremadamente compleja. La subida acerca más el fantasma de una recesión a la eurozona, pero no está claro que pudiera impactar en la solvencia de las entidades financieras.
Los bancos de la eurozona no han incurrido, en principio, en los mismos errores que sus pares regionales estadounidenses: un elevado apalancamiento en activos de largo plazo. Es más, existe cierto consenso en torno a una posible subida de medio punto. Y hay tres razones que pueden explicarlo.
La primera tiene que ver con una cuestión de credibilidad. El BCE no quiere inducir al mercado a pensar que los problemas de los bancos norteamericanos podrían replicarse en la eurozona, donde el gran desafío de las entidades en estos años ha sido el escenario de bajos tipos y baja rentabilidad. En segundo lugar, el organismo debe mantener en el retrovisor al dólar y el euro cayó este miércoles con fuerza (-1,6 %), alcanzando la práctica paridad. A la UE no le conviene que se debilite el euro porque le costaría mucho más importar energía (la compra en dólares), clave ahora que arranca la temporada de reabastecimiento de gas de cara al invierno.
El problema más acuciante
La tercera razón que podría empujar al BCE a subir el tipo de interés de referencia al 3,5 % es que necesita recuperar el control de la inflación de forma urgente. Y eso aún está lejos de conseguirlo. Alemania cerró febrero con ella en el 9,3 %. Los precios, lejos de enfriarse, se han disparado en algunos casos, como el de los alimentos, que experimentaron un repunte del 21,8 % más caros. En el conjunto de la eurozona, la inflación cerró febrero en el 8,5 %.
Sea cual sea la decisión que tome el BCE, el mensaje que lance al mercado deberá ser igual de coherente que contundente y convencer de que la estabilidad financiera no está comprometida.