Bruselas ve «muy difícil» la situación fiscal de España, que incumplirá el objetivo de déficit
ECONOMÍA
Avala sus cuentas, pero exige un plan de ajuste a medio plazo
21 nov 2023 . Actualizado a las 19:41 h.La Comisión Europea dio ayer luz verde al borrador del plan presupuestario que el Gobierno español remitió el pasado 16 de octubre, al considerar que «está en línea» con las recomendaciones que se le hicieron: retirar las medidas de apoyo frente a la crisis energética, usar esos ahorros para reducir el déficit, no aumentar el gasto primario más de un 2,6 %, aumentar la capacidad administrativa para gestionar los fondos europeos y acelerar el despliegue de energías renovables.
Las cuentas españolas llegaron a los cuarteles comunitarios con el Gobierno en funciones. Por eso Bruselas ha pedido expresamente que se envíe un presupuesto actualizado tan pronto como los ministros tomen asiento.
El comisario de Economía, Paolo Gentiloni, pasó la lupa a todas las partidas. A priori, encajan con la hoja de ruta pactada. Al menos un punto de déficit se podrá ajustar gracias al ahorro que supondrá la retirada de las ayudas para aliviar la crisis energética (desde la bonificación de los carburantes a la reducción del IVA, el subsidio a la factura del gas y el impuesto especial de electricidad en la factura de la luz) y el gasto primario se mantendrá a raya.
A pesar de dar su aprobado, Bruselas también ha instado a vigilar las cuentas porque sus proyecciones para el déficit y la deuda pública de España en el 2024 no coinciden con las del Gobierno de Sánchez, quien da por hecho que logrará reducir el desfase entre gastos e ingresos al umbral del 3 % del PIB que fijan las normas de disciplina fiscal de la UE —se congelaron en la pandemia y se reactivarán el próximo año—, y será en buena medida, gracias a una mayor recaudación de la que estima la Comisión Europea. El Ejecutivo español también calcula que la deuda pública se reducirá hasta el 106,3 % del PIB, muy lejos todavía del objetivo del 60 %.
¿Se han desviado mucho esas previsiones de las de Bruselas? Las proyecciones del Ejecutivo comunitario anticipan que España se anotará un déficit del 3,2 % del PIB en el 2024 y la deuda pública apenas bajará al 106,5 % del PIB. Una situación fiscal «muy difícil» que se prolongará hasta el 2025, según sus funcionarios, quienes todavía tendrán que analizar de forma pormenorizada el impacto de las medidas que anunció Pedro Sánchez en su discurso de investidura, ya que no estaban recogidas en el documento enviado a la Comisión —entre ellas la prórroga de la rebaja del IVA de los alimentos y el transporte gratuito para jubilados, jóvenes y parados—.
«Claramente habrá necesidad de establecer una estrategia fiscal a medio plazo creíble», aseguraron fuentes comunitarias a Colpisa.
La gran sorpresa la han dado las cuentas de Alemania y los Países Bajos, que apenas han pasado el corte. Los viejos adalides de la austeridad, que hicieron esfuerzos denodados por apretar el cinturón a sus vecinos del sur durante la crisis de deuda, han pasado por alto algunas exigencias que se les hicieron para equilibrar las cuentas, según anunció ayer la Comisión. Es la misma situación en la que se encuentran Austria, Italia, Portugal, Luxemburgo, Letonia, Malta y Eslovaquia.
Los presupuestos de Bélgica, Finlandia, Francia y Croacia son harina de otro costal: «Están en riesgo de no ir en línea de las recomendaciones», admite el Ejecutivo comunitario. Una forma amable de decir que deben enmendarlos.
¿Qué hay de Grecia? En el 2015 estuvo al borde de la salida del euro, pero ayer recibió el espaldarazo de la Comisión a sus cuentas, junto a las de España y otro país rescatado, Irlanda, al que también se había incluido en el infame acrónimo PIGS (cerdos) que popularizaron los medios del norte de Europa en la última crisis financiera.
Alemania y los Países Bajos: la austeridad en horas bajas
La gran sorpresa la han dado las cuentas de Alemania y los Países Bajos, que apenas han pasado el corte. Los viejos adalides de la austeridad, que hicieron esfuerzos denodados por apretar el cinturón a sus vecinos del sur durante la crisis de deuda, han pasado por alto algunas de las exigencias que se les hicieron para equilibrar las cuentas, según anunció este martes la Comisión. Es la misma situación en la que se encuentran Austria, Italia, Portugal, Luxemburgo, Letonia, Malta y Eslovaquia.
Las cuentas de Bélgica, Finlandia, Francia y Croacia son harina de otro costal: «Están en riesgo de no ir en línea de las recomendaciones», admite el Ejecutivo comunitario en su análisis. Una forma amable de decir que hay que enmendar los presupuestos.
¿Qué hay de Grecia, el eterno enfermo de la UE al que Berlín quería apretarle las tuercas? En el 2015 estuvo al borde de la salida del euro, pero este martes Bruselas ha dado luz verde a sus cuentas, junto a las de España y otro país rescatado: Irlanda.
La pandemia primero y la crisis energética después han conseguido lo que parecía imposible hace solo ocho años: más flexibilidad.
Berlín congela sus presupuestos tras el bloqueo judicial de 60.000 millones para descarbonización
El de hoy no es el único problema que le ha surgido a Alemania con las cuentas. De hecho, la advertencia de la Comisión Europea resulta anecdótica si se compara con el varapalo judicial que se han llevado sus presupuestos en la última semana.
El Tribunal Constitucional alemán declaró ilegal el trasvase de 60.000 millones de euros del fondo contra la pandemia a la hucha para la transformación económica. La operación se había ejecutado con la intención de subvencionar ingentes proyectos destinados a descarbonizar la economía.
Hasta 197 parlamentarios conservadores de la CDU y la CSU denunciaron la maniobra ante el Tribunal de Karlsruhe, cuyos magistrados han dictaminado que no se ajustó a derecho.
Las consecuencias pueden ser catastróficas. «En el futuro faltarán recursos financieros estatales que estaban previstos para la renovación de la economía y la infraestructura», aseguró el ministro de Finanzas, Christian Lindner, al dominical Bild.
El fallo probablemente obligará al Ejecutivo de Olaf Scholz a reponer los fondos ya gastados en subvencionar el precio de la electricidad o el saneamiento de edificios, entre otros, y a recortar o a buscar fuentes de financiación alternativas para el resto de medidas proyectadas.