Retrasar un año la jubilación aumenta el riesgo de morir antes de cumplir 70

Amparo Estrada MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

EUROPA PRESS

Las ocupaciones con mayor exigencia física o emocional son las más expuestas

28 ago 2024 . Actualizado a las 19:30 h.

Retrasar un año la salida del mercado laboral aumenta significativamente el riesgo de morir entre los 60 y los 69 años, según una investigación de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) realizada sobre un archivo de datos de las vidas laborales de individuos nacidos entre 1935 a 1955 al que la Seguridad Social ha dado acceso a los investigadores. El riesgo se concentra especialmente en las ocupaciones físicamente más exigentes y las sujetas a un mayor nivel de estrés emocional y mental, y es mucho menor para los individuos que tienen acceso a mecanismos de jubilación parcial que les permiten reducir su carga laboral a partir de cierta edad.

Los investigadores se basan en un experimento generado por una reforma legal de 1967 que modificó la edad de jubilación anticipada en España en función de la fecha en la que los individuos comenzaron a cotizar al sistema de Seguridad Social, endureciendo así el retiro adelantado para determinadas cohortes de población. En particular, aquellos que comenzaron a cotizar antes de 1967 podían jubilarse voluntariamente a partir de los 60 años, mientras que el resto (con algunas excepciones) tenían que esperar hasta los 65.

Comparando a los individuos que comenzaron a cotizar doce meses antes y después del 1 de enero de 1967, encontraron que los individuos que comenzaron a cotizar tras la reforma retrasaron su salida del mercado laboral en casi medio año, y solicitaron en mayor medida pensiones parciales y de invalidez para abandonar el trabajo antes de alcanzar la edad legal de retiro. Lo más sorprendente es que vieron que también hubo más casos en los que no se llegó a solicitar ninguna pensión, pues murieron antes de poder hacerlo. Los investigadores señalan que encontraron muestras de mortalidad considerables y concluyen que retrasar un año la salida del mercado laboral aumenta el riesgo de morir entre las edades de 60 y 69 años en 4,4 puntos porcentuales (38 %). Las respuestas a la mortalidad son más fuertes entre las edades de 60 y 64 años (60%), antes de poder acceder a la jubilación.

Determinan con esto que el aumento de la mortalidad se debe a la imposibilidad de acceder a planes de jubilación anticipada. Un análisis más detallado muestra que las personas que trabajaron en empleos peligrosos, arduos y de bajo valor personal antes de retirarse ven incrementada su mortalidad, pese a ser los que menos retrasan la jubilación.

Además, el estudio muestra que permitir que los trabajadores reduzcan gradualmente su carga de trabajo puede incentivarlos a permanecer más tiempo en el mercado laboral sin afectar negativamente a su esperanza de vida. «Como no está claro si existe un efecto de simetría entre adelantar y posponer la edad de jubilación, nuestros hallazgos sobre el efecto en la mortalidad de retrasar la jubilación son particularmente relevantes», señala el estudio, que insta a examinar los efectos distributivos de las reformas de las pensiones teniendo en cuenta las consecuencias para la salud.

No compensa

En el estudio calculan el coste o beneficio social de restringir la jubilación anticipada y muestran que el impacto adverso sobre la esperanza de vida supera las ganancias fiscales. Utilizando el valor de un año de vida ajustado por calidad a los 60 años en España, concluyen que un adelanto de 0,46 años de la edad en el momento de la muerte se traduce en una pérdida social valorable en 8.564 euros por individuo.

En concreto, la reforma provocó un retraso en la salida del mercado laboral que generó, en promedio, una aportación adicional al sistema de pensiones y unos ingresos fiscales de 1.925 euros por cotizante. Además, debido a que provocó una mortalidad temprana, el ahorro para la Seguridad Social fue de 3.228 euros por jubilado por el menor desembolso en pensiones. Como resultado, la Seguridad Social obtuvo una ganancia fiscal de 5.213 euros per cápita gracias a esos cambios normativos.

En suma, los ahorros fiscales derivados del retraso en la jubilación y la reducción de la duración de los pagos de las pensiones no compensaron la pérdida social asociada a la reducción de la esperanza de vida, lo que sugiere que la reforma no fue económicamente beneficiosa.

En un momento en el que la prolongación de las vidas laborales puede ser un instrumento imprescindible para garantizar la sostenibilidad de los sistemas de pensiones, los resultados del estudio apuntan a la necesidad de diseñar con cuidado los detalles de las políticas de jubilación, atendiendo a sus posibles efectos sobre la salud de los trabajadores.