Pablo Iglesias carga de nuevo contra las donaciones de Amancio Ortega al asegurar que «la sanidad no puede depender de ningún millonario»
ELECCIONES 2020
El líder de Unidas Podemos visita Vigo, Vilagarcía y Ferrol y evita parar en Santiago y A Coruña tras el distanciamiento con Martiño Noriega y Xulio Ferreiro
23 may 2019 . Actualizado a las 12:28 h.Tras abrir la polémica contra las donaciones de Amancio Ortega a la sanidad pública española, el secretario general de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, ha reiterado hoy en Vigo su posición en contra de las ayudas dadas a los servicios públicos por el fundador de Inditex u otras personalidades y empresas. Iglesias enmarcó sus críticas a dichas donaciones en la falta de libertad que asegura existe en España, y equiparó dicha libertad a la consecución de la igualdad de condiciones y acceso a los derechos sociales de todos los españoles. «La diferencia entre una dictadura y una democracia, es que en una democracia cualquier persona, independientemente de su cuenta bancaria va a poder ir a un hospital público y le van a atender los mejores profesionales y los mejores medios y eso no va a depender de la caridad de ningún millonario, sino del Estado. Sin derechos sociales no hay democracia», continuó.
Antes de sumarse a una concentración a las puertas de la factoría de PSA, donde cinco sindicatos han convocado la segunda jornada de huelga pidiendo una mejor organización de la carga de trabajo, Iglesias cargó contra bancos, empresarios de grandes firmas y medios de comunicación, a los que unió en lo que definió como una estrategia para evitar que Unidas Podemos llegue al Gobierno. Pese a ello aseguro que su formación esta más cerca que nunca de llegar al poder, tanto en el Gobierno central como en comunidades autónomas. «Hay una mayoría social que está reivindicando que hace falta un nuevo estilo», afirmó.
Pablo Iglesias comenzó su segunda intervención en Vigo en un mes asegurando que en estos cinco años que han transcurrido desde la creación de Podemos «han cambiado cosas que antes tardaban décadas». Pero alertó de que aún tienen que cambiar más, pese al precio que afirmó corre el riesgo de tener que pagar su formación. Aludió en ese punto al poder que atribuyó a los fondos de inversión, bancos y medios de comunicación, de los a los que aseguró que tratan a su formación como enemiga y que quieren , «evitar que llegásemos al Gobierno. Pero estamos más cerca que nunca de formar parte del Gobiernos del Estado y de algunas comunidades», auguró.
Y aunque hasta después de las elecciones municipales Podemos no tenía pensado avanzar las líneas de negociación con el PSOE para formar un nuevo gobierno, Iglesias adelanto hoy que «solo vamos a pedir lo que esté dentro de la Constitución», indicó subrayando especialmente un sistema fiscal progresivo, o el derecho al empleo con sueldos dignos, momento en que atribuyó a su formación que se elevase a 900 euros el salario mínimo. «Que los millonarios paguen lo que les corresponde, y no que sean los autónomos, los asalariados y hasta los parados los que asuman la carga fiscal en este país. No pedimos la luna, pedimos que se cumpla el artículo 31 de la Constitución», dijo aludiendo al derecho al trabajo y a un salario digno.
El líder estatal de Unidas Podemos, centrado en una dialéctica de ricos y pobres, de lo público y lo privado, o de la libertad y la falta de la misma, no hizo en cambio referencia alguna a la división que en Galicia sufre el espacio que todavía integra su formación con En Marea en el Parlamento gallego, ni tampoco a no acudir ahora a apoyar a los alcaldes de Santiago y A Coruña, que en las pasadas generales eludieron definirse electoralmente en favor del partido de Iglesias.
Rubén Pérez, candidato de Marea de Vigo a las lecciones municipales, sí hizo en cambio un canto a favor de la unidad de dicho espacio, que en el caso de los comicios municipales olívicos sí se mantiene y se ha agrandado respecto a hace cuatro años con la entrada ahora de Podemos y Equo. Pérez concluyó su intervención advirtiendo que pedirá al espacio que forman IU y Podemos que se oponga a la reelección de Abel Caballero como presidente de los alcaldes de España. Aludiendo al regidor vigués, el candidato de Marea de Vigo afirmó que hay colectivos que están perdiendo el miedo a mostrar su oposición a su gestión y políticas, en una ciudad que definió como condicionada por el «clientelismo y el control». «No hay porque reírle las gracias y cuando baile, cuando menos que le tiremos un tomate, porque hay mucha gente que lo está pasando mal», concluyó Rubén Pérez pidiendo conformar una nueva correlación de fuerzas en la izquierda para controlar de manera más estrecha la gestión de Caballero en Vigo y evitar que vuelva a liderar la FEMP.
La de hoy es la primera ocasión que Pablo Iglesias vuelve a Galicia después de la polémica abierta en su formación con las donaciones que el fundador de Inditex, Amancio Ortega, lleva a cabo en favor de la sanidad pública en España, a las que el líder de Podemos llegó a calificar como «limosnas de multimillonarios». Dicha aseveración ha recibido las críticas de colectivos de lucha contra el cáncer, profesionales de la sanidad y organizaciones sociales.
De la planta automovilística y tras participar desde allí en un programa de televisión en directo (solo para ese programa), Iglesias se desplaza a Vilagarcía y de allí a un nuevo mitin a Ferrol. Evita así las plazas de Santiago y A Coruña, a cuyos alcaldes apoyó decisivamente en las anteriores municipales, pero de los que se ha distanciado al no pedir ninguno de los dos para Unidas Podemos el voto en las pasadas generales. Tanto Martiño Noriega como Xulio Ferreiro han tratado de restar trascendencia al hecho de no haber requerido la presencia de Iglesias en la actual campaña o que el líder de la formación morada no haya optado por sus ciudades incidiendo en que se trata de unas elecciones locales, hecho que no semeja haber importado ni a Rubén Pérez, candidato de Marea de Vigo, ni a Jorge Suárez, de Ferrol En Común, y ambos militantes de Esquerda Unida.
A las puertas de la planta de Citroën Pablo Iglesias llegó a asegurar que «sus trabajadores son maltratados», conflicto al que también aludió Rubén Pérez al asegurar que la planta de PSA sufre la acción «del sindicalismo amarillo», en alusión a la central mayoritaria en la planta de automoción.