Diario de campaña | Vox, el mejor aliado de Sánchez en las provincias más pequeñas
ELECCIONES 23J
Son muchos los que se preguntan qué pasa con mi voto, en qué provincias puede ser decisivo que opte por un partido o por otro. Es sencillo. Aquellos que se dividen entre elegir al PP o a Vox están decidiendo algunas cosas que van más allá del sentido de su elección. Optar por Feijoo o Abascal tiene trampa en las provincias españolas que reparten cinco o menos diputados. Las provincias más pequeñas pueden ser las más matonas para las mayorías. Vox, gracias a la ley del matemático belga d'Hondt que rige nuestro sistema electoral, es el mayor aliado de Sánchez o de Yolanda Díaz, según qué territorios. Así de surrealista. Los votos de Vox que se queden a la puerta del escaño del reparto proporcional y que se le escapen al PP le darán el diputado al PSOE o al frente de izquierdas de Yolanda Díaz. Lo mismo sucede donde los nacionalismos tienen su pegada. Por ejemplo, en Galicia, con el BNG.
El crecimiento de Vox, en las segundas generales del 2019. Subió un millón de votos. Pasó de 2,6 a 3,6 millones. El subidón en diputados fue tremendo. Casi duplicó su grupo en el Congreso: de 24 escaños a nada menos que 52. Y es que se llevó, a costa del PP, todos esos diputados que se reparten después de que las dos fuerzas mayoritarias (PP y PSOE) logren los dos primeros escaños provinciales. Fueron zonas de Castilla-La Mancha y de Castilla y León que le hicieron crecer mucho a Vox. Entonces, además, el daño para el PP era todavía mayor, ya que en su espacio de voto también estaba Ciudadanos. ¿Recuerdan a Inés Arrimadas? Cuantas más papeletas por la derecha o por la izquierda, menos posibilidades para los dos grandes partidos. La división debilita a los socialistas y a los populares. Gripa los grandes resultados de un bipartidismo que se empieza a recuperar de una sangría que llegó de la mano de los nuevos partidos: Podemos, Ciudadanos y Vox.
Sánchez le llamó a Vox el pegamento para el PP, el «superVox». Sucedió en el debate del lunes, pero el chiste sobre un posible pacto tiene una realidad con retranca. En efecto, Vox puede dañar al PP, pero no solo a la hora de pactar. Es un virus que funciona desde el momento en que un elector de derechas duda entre Feijoo y Abascal. Son 17 las provincias españolas a las que les corresponden cinco o menos diputados. Lean un reparto muy habitual donde el PP es mayoría y que puede servir de guía a la hora de tomar la decisión final en una provincia de cinco escaños. Imaginemos: el primer escaño para el PP; el segundo para el PSOE; y el tercero es también para el PP. En el cuarto es donde viene la fiesta. A ese puesto, que decidirá mayorías, puede optar de nuevo el PP, con lo cual ganaría la provincia por tres a uno al PSOE, o puede irse de nuevo al PSOE o suponer el primero para Sumar o el BNG en Galicia. De una victoria por tres a uno, se pasa a un empate a dos. El PP no optará a ese tercer escaño donde los votos se le escapen a Vox. En algunos sitios, si Vox está fuerte, podría ser para ellos, pero en otros es regalarle el voto a la izquierda. En las autonómicas gallegas no sucedió así por la irrelevancia de Vox: solo 26.000 votos. Cuanto más voto de Vox recoge Feijoo, más suma él y más menguan la izquierda y el nacionalismo. Todo por la ley de un matemático belga.