El escenario incierto que deja el 20D vuelve a salpicar al líder del PP gallego y puede trastocar sus planes de no aclarar antes de abril si optará o no a un tercer mandato
22 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.El PP obtuvo el domingo sus peores resultados en unas generales en Galicia desde 1989. Ganó, claro, y lo hizo de nuevo con holgura. Pero cerca de 260.000 electores que hace cuatro años habían llevado a las urnas papeletas populares se decantaron esta vez por otras alternativas. Es el peaje que paga el PP por la crisis, por esas muy difíciles medidas del Gobierno de Rajoy a las que Feijoo se refirió en la noche electoral. Y también por el desgaste de otra gestión sobre la que se hace menos autocrítica, la de los escándalos de corrupción que sacudieron el partido. Pero todo esto, con ser relevante, no es más que el contexto añadido sobre el que el líder del PPdeG deberá adoptar las decisiones que tienen a los populares en vilo. ¿Optará a un tercer mandato? ¿Será reclutado para pilotar un nuevo proyecto en Madrid? De las respuestas a esas incógnitas dependerá el futuro del partido en Galicia.
El propio Feijoo puso fecha en la precampaña para zanjar todas esas especulaciones. Será en abril, coincidiendo con el congreso de los populares gallegos, cuando decida si volverá a ser candidato a la presidencia de la Xunta en las autonómicas del próximo otoño. Por cierto, otro calendario que solo le compete a él concretar. Pero todo puede saltar por los aires ante el complejo escenario que el domingo dibujaron las urnas para el PP. La frágil posición en la que ha quedado Rajoy refuerza al único de sus barones que gobierna con mayoría absoluta. El perfil de Feijoo, fijo desde hace años en las quinielas, parece llamado a consolidarse como uno de los mejor situados ante una eventual nueva convocatoria de las generales, allá por mayo. Y si salta Rajoy, volverá a sonar junto a Soraya Sáenz de Santamaría.
Aunque su posible desembarco para encabezar la renovación en Génova tendría una contrapartida evidente en Galicia. Si Feijoo tiene un sustituto natural en el PP gallego, nadie es capaz de identificarlo. No hay delfín a la vista. Y el margen para elegir un sustituto y convertirlo en candidato de garantías para las autonómicas es más bien escaso. También en este plano el desenlace de las generales añade incertidumbres. Porque el PP encara los comicios gallegos en un escenario comprometido. Las extrapolaciones no son una ciencia exacta, y menos entre convocatorias que responden a claves tan distintas como las generales y las gallegas. Pero sí apuntan tendencias. En Galicia, las elecciones del domingo consolidan el rápido avance de la coalición En Marea desde que las fuerzas que la integran despuntaron en las municipales de mayo. Con los resultados del 20D, el PP precisaría negociar con Ciudadanos para conservar a duras penas la mayoría absoluta en el Parlamento autonómico.
Despejada en primavera la incógnita de su futuro, Feijoo sí dejó claro en la noche del domingo que su receta para controlar la iniciativa política en los próximos meses pasa por profundizar en la renovación. Es la idea que ya llevó a la práctica a principios de octubre, cuando remodeló por sorpresa su Gobierno para imprimir un giro social a sus políticas, con la idea de sacar a la Xunta de la burbuja de San Caetano para ganar proximidad con los problemas de los ciudadanos.
La continuidad de esa agenda reformista, que ha deparado medidas fiscales para las familias y atención para los afectados por desahucios, se hace imprescindible para recuperar el pulso que el PP está perdiendo en las principales ciudades y en sus áreas de influencia. Ahí está el gran caladero electoral en el que las mareas no dejan de ganar fuerza. Para centrarse en esta tarea, los populares deben resolver primero un futuro de Feijoo que también pasa por el jeroglífico del 20D.