Santiago es un microcosmos político cuyos biorritmos permiten extraer conclusiones de amplias dimensiones. Aquí las mareas tienen referentes gallegos como Noriega o Beiras, pero también a Bescansa. Aquí, en Ames, se fraguó una crisis que visualizó la endeblez de Ciudadanos en Galicia. Aquí, Cancela armó la resistencia socialista en sintonía con Besteiro. Aquí el PP tiene históricamente un colchón en generales y autonómicas ejemplo de su capacidad para asaltar nuevas mayorías tras el espejismo de la «unidade popular». El desgaste de Podemos-En Marea en Santiago ya había comenzado el 20D respecto a las municipales y ahora se consuma al dejarse cuatro puntos en seis meses. El socialismo, exánime en Santiago tras las locales del 2015, se rearma para intentar en las autonómicas su propio sorpasso inverso ante una marea que se liberará de las gruesas ataduras de Iglesias. La batalla está servida y será dura, con PP y PSOE fortalecidos pero lejos, hoy, de reverdecer el bipartidismo imperfecto compostelano. También en Galicia.