El supuesto agresor declara que la niña murió por un accidente, aunque reconoce que le tapó la boca
27 mar 2008 . Actualizado a las 11:24 h.«Siempre vimos algo raro en esta pareja». «Era muy extraño que hubieran venido aquí desde Andalucía, con el frío que hace, a vivir en una casa que no tiene ni estufa», repetían ayer los vecinos del pequeño pueblo de Pajaroncillo (Cuenca), de apenas cien habitantes, que durante mes y medio han convivido con Santiago del Valle García, el presunto asesino de Mari Luz Cortés, la niña de Huelva de 5 años cuyo cadáver apareció en la ría onubense el 7 de marzo, tras casi dos meses desaparecida.
El principal sospechoso de este crimen, Santiago del Valle, y su esposa, Isabel García, fueron detenidos el martes sin oponer resistencia por ocho policías en la estación de autobuses de Cuenca, adonde habían viajado en un autocar desde el pequeño pueblo de la serranía de Cuenca. Ayer fueron interrogados en la Jefatura Superior de Policía de la ciudad castellano-manchega.
Intentó abusar de la niña
En su declaración, Santiago del Valle, de 52 años, admitió que la pequeña Mari Luz murió cuando estaba con él, pero aseguró que fue un accidente. Según su relato, conocía a la niña desde siempre, pues eran vecinos, y el día de los hechos la invitó a entrar a su vivienda, donde intentó abusar de ella.
Como la niña se resistió, comenzó un forcejeo en el que Mari Luz recibió un golpe accidental al caer por una escalera, según su versión. El presunto asesino también reconoció que llegó a tapar la boca de la niña para que no chillara. La autopsia practicada a su cadáver reveló que murió asfixiada.
Según el relato del encausado, con antecedentes por pederastia y sobre quien pesa una prohibición de acercarse a sus propios hijos, después de morir Mari Luz decidió deshacerse del cuerpo y huir con su esposa, dadas las sospechas de la policía y de la propia familia de la niña, que siempre desconfió de él porque conocía su pasado.
Optaron por irse a Pajaroncillo para alejarse aún más de la familia de la menor asesinada, por miedo a posibles represalias. En Pajaroncillo, la pareja, que no es de etnia gitana, apenas hablaba con los vecinos. «Aquí hicieron una vida normal», explicó el alcalde del pueblo, Juan Gregorio Requena, que jamás sospechó que pudieran estar relacionados con un asunto así. A quienes trabaron algún contacto con ellos les dijeron que procedían de Sevilla.
Juan José Cortes, el padre de Mari Luz, exigió ayer que el asesino «pague por lo que ha hecho y no se escude en un informe psicológico» para eludir su castigo. Con la detención del principal sospechoso, cree que «se ha dado un pequeño paso, pero no el definitivo» para que se haga justicia.
Visita a la casa del sospechoso
«Se ha abierto la llaga y hemos vuelto a recordar desde la primera hora en que salió la niña de casa», dijo Juan José Cortés. Después, emocionado, aseguró que no le desea el calvario por el que ha pasado «ni al asesino» de su hija. El padre de Mari Luz recordó que las sospechas sobre el detenido surgieron desde el primer día, «fruto del sentido común y de una sensación que tuve». Cortés narró la visita que hizo a la casa de Santiago del Valle la misma noche que desapareció Mari Luz, después de que su hermano le contara quién era el inquilino. «Me dio un escalofrío, y en ese momento supe que no vería más a mi hija viva», explicó. De la conversación con el presunto asesino recuerda la «sangre fría con la que desmentía todo y decía que no le echáramos el marrón encima, porque él no había hecho nada».