Lo que ha sucedido en Mondragón es un reflejo de las luchas internas que existen en el PNV entre el sector más pragmático, encabezado por Urkullu y proclive a los acuerdos con el PSOE para aparcar el plan Ibarretxe y detener la caída electoral, y el soberanista, que lidera Joseba Egibar, partidario de no romper con los proetarras. Ese pulso ya le costó el puesto a Josu Jon Imaz. De momento, Urkullu se ha impuesto a Egibar, aunque ambos trataron de guardar ayer las formas, sentándose a la misma mesa desde la que el líder del PNV leyó el comunicado.
La decisión de rechazar la moción de censura contra la alcaldesa de ANV fue tomada y explicada por Egibar, en tanto que presidente de Guipúzcoa. Urkullu le dejó hacer, sin atreverse a dar un puñetazo en la mesa y desautorizarle sin más, como había hecho su antecesor, Josu Jon Imaz.
Sin embargo, Urkullu se dio perfecta cuenta ayer de que el «caso Mondragón» había arruinado totalmente su estrategia de alcanzar acuerdos con el PSOE en Madrid. El presidente del PNV contaba con que los socialistas necesitarían a su partido como socio preferente en esta legislatura, dada la dificultad que tienen para pactar con CiU.
Desde esa posición de fuerza pretendía obtener algún tipo de compromiso del Gobierno (blindaje del Cupo vasco, un nuevo Estatuto con más autogobierno) que le permitiera «vender» a su partido que había que dilatar los plazos marcados por Ibarretxe para celebrar su referendo, que está previsto para el 25 de octubre.
La caída del PNV
En el telón de fondo de la crisis interna están los resultados de las últimas elecciones, en las que por primera vez el PSE se convirtió en la primera fuerza política en las tres provincias del País Vasco.
Desde que Ibarretxe se empeñó en sacar adelante su plan de autodeterminación, el PNV está en caída libre. Una sangría que Urkullu trata de parar potenciando una de las «dos almas» del partido, la más moderada. Su objetivo es dejar de lado los planteamientos maximalistas del lendakari para tratar de retener el poder en unas elecciones donde el PNV se arriesga a perder.