Los socialistas echan el resto para tratar de evitar una debacle electoral, ante el temor de que el retroceso se extienda después a ayuntamientos y autonomías
19 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.«Yo firmaba ahora mismo lo que dice la encuesta, cuatro puntos por debajo de los populares en las europeas del 7 de junio», admite un secretario regional socialista. Así de difíciles están las cosas, o así se perciben hoy. Todos los recursos se han puesto en marcha para evitarlo: cambio de Gobierno ahora y no después de las elecciones, refuerzo de la candidatura con el desembarco de Ramón Jáuregui, uno de los mejores comunicadores del PSOE, y movilización al máximo de Zapatero y Felipe González.
Zapatero ya ha comenzado marcando a Mayor Oreja, «el político español que más nos apartó de Europa». Mayor Oreja fue una opción conservadora de Mariano Rajoy para cerrar el paso a Rosa Díez y para acallar a los críticos del partido por si no ganaba en Galicia. Hoy, la situación del líder del PP es confortable y Mayor Oreja es el que más teme la euforia desatada porque si el resultado es menos bueno, se le culpara a él.
La situación es difícil para el Gobierno: la crisis financiera internacional que no se encarrila, más la crisis económica española que no toca fondo y el desgaste de cinco años de Gobierno pasan factura. Zapatero resuelve bien el márketing internacional y sus comparecencias con Obama, superando incluso el traspié de Kosovo, pero ese éxito no resuelve los problemas internos. Es más: si el PP fue el partido aislado en legislaturas anteriores, ahora lo es el PSOE, visto el acercamiento entre populares y nacionalistas, resentidos en Cataluña y el País Vasco por la pérdida de poder. Es un asunto que estremece a una parte del electorado popular, pero con tal de derribar a Zapatero, todo vale.
Refundación del curso político
Pero, atención, porque estamos viviendo estos días una refundación literal del curso político de esta legislatura, que arrancó en falso hace un año. Y no solo por el nuevo Gobierno, más político y supuestamente más operativo. Los conselleiros populares de la Xunta de Galicia presidida por Núñez Feijoo toman posesión esta semana; la nueva era vasca con lendakari socialista después de 30 años arranca también, y en Andalucía en pocos días el nuevo Gobierno de Griñán, que sustituye a Chaves, parte en busca de su objetivo: que dentro de tres años el popular Javier Arenas no sea presidente de la Junta en su cuarto intento. Pero lo tiene difícil, porque el PP avanza en las ciudades y las encuestas le dan mayoría absoluta hasta en Córdoba, según reconoce su alcaldesa, Rosa Aguilar, el último bastión en España de IU.
Los socialistas temen una derrota severa, un Dos de Mayo en las europeas, y tratan de contenerla. Pero, aún peor, temen que ese retroceso alcance a sus ayuntamiento y Gobiernos en comunidades autónomas si no se recupera la situación económica y el liderazgo político. A día de hoy, el único que va sobrado en las encuestas es Guillermo Fernández Vara, presidente de Extremadura, pero su vecino Barreda, de Castilla-La Mancha, puede caer frente a María Dolores de Cospedal, secretaria general popular y candidata en la región. Ella es la persona que juega más fuerte en este entramado electoral que se avecina en dos años. «Si gana tendrá un problema: cómo gobernar en Castilla-La Mancha manteniendo la secretaría general del PP; pero si pierde tendrá solo uno, pero quizá más grave», admiten en su entorno.
Entretanto, sigue el embrollo de la financiación autonómica, que Manuel Chaves deberá reconducir; el crecimiento del paro y la crisis, que debe afrontar Elena Salgado; y la nueva etapa de José Blanco, que es el nombramiento que creó más expectación.
La tercera fuerza
En ese panorama surfea Rosa Díez, con el viento que le proporciona un influyente medio de comunicación escrita y todas sus antenas televisivas y radiofónicas amigas. Un tanto catastrofista, anuncia un crac financiero del Estado y se muestra convencida de que será tercera fuerza nacional el 7 de junio. Es una cuenta discutible, porque si bien IU no parece recuperarse, debe descontar el poder en el Congreso de los Diputados de Convergencia y el PNV. Pero puede ser que en Europa el partido de Rosa Díez obtenga dos o tres eurodiputados. Trasladado ese resultado a España, puede no traducirse en capacidad de influencia real a la hora de formar Gobierno en Madrid dentro de tres años.
En cualquier caso, protagoniza el tercer intento de crear una fuerza nacional entre PSOE y PP, empeño en el que fracasaron anteriormente Adolfo Suárez y Miquel Roca con su Partido Reformista. Antonio Garrigues Walker, que estuvo también allí, admite: «Fracasamos sencillamente porque lo hicimos mal». De aquel experimento que cosechó cero diputados solo sobrevivió con éxito un tal Florentino Pérez, que busca ahora renovar la presidencia del Real Madrid.