Los agentes especiales de la policía albanesa que junto a guardias civiles detuvieron el domingo en Albania a Astrit Bushi, presunto líder de la banda que agredió al empresario José Luis Moreno, se vieron obligados a entrar de forma simultánea en siete viviendas para evitar una refriega con el clan de Bushi. Así lo explicó en rueda de prensa el comandante de la Guardia Civil Javier Rogero, que se felicitó por el desarrollo de una operación «limpia y ejemplar», que contó con la colaboración «diligente y rápida» de las autoridades albanesas.
El detenido adoptaba estrictas medidas de seguridad para evitar ser detectado en Laç, su localidad natal, a la que huyó tras ser puesto en libertad en España por un error el pasado 31 de marzo. Vivía en una casa de clase media para no llamar la atención, cuando viajaba en su coche cambiaba continuamente de velocidad y daba varias vueltas en las rotondas para detectar si era seguido y también cambiaba de teléfono cada pocos días. Para dormir, cada noche cambiaba de casa, entre la media docena de viviendas de familiares y amigos que le brindaban protección.
Por ello, las fuerzas de seguridad se vieron obligadas a poner en marcha un dispositivo de gran envergadura en el que han participado casi un centenar de agentes de ambos países.
Noventa policías
A primera hora de la mañana del domingo, unos noventa policías entraban de forma simultánea en siete viviendas de familiares y amigos para evitar una «reacción armada» del clan de Bushi. El fugado en el momento de la detención tenía a mano una pistola cargada, aunque no pudo hacer uso de ella al ser reducido de inmediato por los agentes. Bushi, con gesto de sorpresa, llegó a reconocer a uno de los guardias civiles españoles que le detuvo en primera instancia en España. Sobre Astrit Bushi pesa una condena en su país y un juicio pendiente por el asesinato de un policía albanés.