El mundo judicial, del que Toharia es un observador privilegiado, tampoco parece estar en su mejor momento.
-¿Cómo se ve desde la óptica sociológica?
-También con desconcierto, porque para el ciudadano medio es algo gaseoso, difuso, que tiene muchas caras: el ministro de Justicia, el Poder Judicial, el fiscal general, la policía y los 4.000 jueces de los cuales conoce a unos más que a otros. Los españoles piensan que los jueces son buenos, pero el sistema de Justicia es malo. Eso puede resultar un poco chocante. La explicación es que perciben que la Justicia está politizada en exceso, no en las decisiones individuales de cada juez, sino en los órganos colectivos de gobierno.
-Las encuestas del propio Consejo General del Poder Judicial dicen que el 60% de los españoles creen que la Justicia está anticuada y funciona mal o muy mal.
-Sí, lo de que está anticuada lo dicen por el lenguaje, sobre todo de las sentencias, porque no las entiende y por el tipo de organización procesal. Lo de que funciona mal es un poco tópico. No se refieren tanto a que cada juez no sea independiente, sino a los intentos de determinados sectores sociales y políticos de condicionar y molestar el funcionamiento de la Justicia.
-También muestran que la pérdida de fe en su trabajo alcanza ya a la cuarta parte de la plantilla judicial.
-Están desanimados porque perciben que quienes los tienen que nombrar no lo hacen en función de méritos y capacidad, sino de criterios de oportunidad o de amiguismo. Eso es un cáncer para la judicatura. Que los propios jueces cuestionen la capacidad del consejo para hacer nombramientos, es muy grave.
-¿Qué efectos tienen asuntos como el caso Garzón o la sentencia del Estatuto catalán?
-La han marcado negativamente porque se han convertido en hechos escandalosos, al margen de su propio contenido. No se entiende cómo el constitucional puede tardar cuatros años en dictar la sentencia. En cuanto a Garzón, la mitad de la población lo adora y la otra lo critica, pero hay una mayoría, exactamente el 66% de la población, que considera que está siendo objeto de un ajuste de cuentas. Eso es muy grave.