Acusa a los populares de tensar el debate del terrorismo por electoralismo
01 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.El PP se ha quedado solo en la caza a Alfredo Pérez Rubalcaba. Ningún otro partido está dispuesto a seguirlo y apoyar su exigencia de responsabilidades políticas al vicepresidente y ministro del Interior por la supuesta connivencia del Gobierno con ETA en el proceso de paz del 2006 que reflejan las actas incautadas a la banda terrorista. Es más, tanto CiU como PNV, IU y ERC se unieron ayer a los portavoces del PSOE para acusar a los populares de «deslealtad» con el pacto antiterrorista y coincidieron en que la beligerancia del principal partido de la oposición en este asunto solo es una estrategia política para liquidar a uno de los favoritos a suceder a Rodríguez Zapatero como candidato socialista y lograr «réditos electorales». La imagen de la soledad se visualizará la semana próxima, en la reunión de la Junta de Portavoces del Congreso, cuando ningún grupo respaldará la comparecencia urgente de Rubalcaba en el pleno reclamada por el PP.
La falta de apoyos no rebajó el tono de las acusaciones del PP contra el Gobierno, aunque sí los llevó a proclamar sin matices su intención de mantener pese a todo la unidad antiterrorista y dejar a salvo de cualquier fractura el pacto de gobierno en el País Vasco. Los populares también modificaron su estrategia de reclamar la dimisión de Rubalcaba, pese a que el vicepresidente ha perdido para ellos su confianza y toda la credibilidad.
Versión «falsa»
Mariano Rajoy ignoró el llamamiento del resto de partidos para que saque a ETA del debate político. Durante un mitin en Talavera de la Reina, aseguró que la versión exculpatoria de Rubalcaba sobre el chivatazo es «falsa», exigió al Gobierno que dé explicaciones sobre su gestión política de la tregua y reclamó que «deje de engañar» porque «ya es suficiente». En una frase dirigida a quienes lo critican, resumió: «Lo único que pedimos es que se expliquen y digan la verdad a los españoles, porque eso es una democracia y la oposición tiene la función de controlar al Gobierno».
Los socialistas replicaron y, en palabras de José Bono, destacaron que «ETA se alegra cada vez que PP y PSOE se enfrentan en este asunto». El ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, apreció «deslealtad» en los ataques de los populares y les recordó que el PSOE también «podría haber utilizado las actas de las negociaciones [con ETA] de 1998 para lesionar al PP».
El resto de la oposición cerró filas con el Ejecutivo. Josep Antoni Duran i Lleida, el portavoz de CiU en el Congreso, dijo «sentir vergüenza» al ver que los populares «se vuelven a equivocar al usar el terrorismo como arma política» y como elemento para «erosionar» al Gobierno. El PNV está convencido de que el principal partido de la oposición, «con sus aspavientos», solo persigue «la cabeza de Rubalcaba» y que sus acusaciones de connivencia con ETA son «una campaña de erosión en toda regla» hacia el Ejecutivo.
En la misma línea, Gaspar Llamazares, de IU, está convencido de que los populares ponen en peligro el pacto antiterrorista para obtener «réditos electorales».