El mensaje tras la hojarasca

Tino Novoa EN LA FRONTERA

ESPAÑA

25 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Muy a menudo, los árboles no nos dejan ver el bosque, el artificio del envoltorio nos deslumbra y esconde el contenido. Más allá de la peripecia personal de Ortega Cano y de todo el ruido mediático que lo acompaña conviene no perder de vista que ha sido condenado por homicidio imprudente como responsable de la muerte de una persona que un día tuvo la desgracia de toparse con el torero en la carretera. El Código Penal es un complemento inherente a la libertad y fundamento esencial de cualquier sociedad. Frente a la autonomía del individuo para decidir y comportarse según su voluntad, el colectivo se protege fijando qué conductas considera antisociales y el castigo que les corresponde. El sistema de penas no es un instrumento de venganza sino una herramienta para prevenir acciones indeseables bajo la amenaza de sanción, un mecanismo por el cual la sociedad se protege ante la libertad del individuo incluso para hacer el mal. Y uno de los males más mortíferos de nuestro tiempo es el generado por las imprudencias, negligencias y temeridades al volante. Un vehículo puede ser un arma mortal en manos de irresponsables. Y la sociedad debe protegerse de ellos. Hay que evitar que la púrpura de la celebridad oculte lo esencial, y es que las locuras al volante se pagan con la cárcel. La notoriedad de Ortega Cano debe servir para reforzar y extender a toda la sociedad este mensaje preventivo, no para ocultarlo. Aunque parezca escaso el precio por una muerte.