Rajoy insta a limpiar el PP valenciano ante varios dirigentes imputados

A. M. Madrid / Colpisa

ESPAÑA

El presidente defendió sus reformas: «El pesimismo ya está en retirada»

09 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La cruda realidad trastocó los planes de Rajoy. Su empeño por evitar una foto del presidente del Gobierno con algún dirigente imputado, fracasó. Era imposible que saliera indemne de un acto donde en las primeras filas aplaudían cuatro cargos públicos implicados en casos de corrupción, los alcaldes de Castellón y Alicante, Alfonso Bataller y Sonia Castedo, Ricardo Costa y Milagrosa Martínez. Junto a ellos, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y el presidente de las Cortes, Juan Cotino, relacionados con Nóos y Gürtel. Una escena que resume la contradicción de un PP que en Génova aún trata de asimilar el terremoto de Bárcenas.

Rajoy llegó a Peñíscola con la idea de dar por superada la corrupción en el PP valenciano. Eludió nombrar las palabras imputado o corrupción y refrendó al presidente de la Generalitat y del PP valenciano, Alberto Fabra, por acometer la rehabilitación del partido y lo instó a proseguir. «Está haciendo lo que tiene que hacer», sentenció con economía de elogios.

Lo que ha hecho Fabra es regenerar el 60 % de la estructura de la organización y cumplir la máxima de expulsar de la cúpula del partido o del Gobierno a cualquiera que sea imputado por un juez, una iniciativa que ha irritado a la vieja guardia, que además cree que Rajoy -que no participaba en un acto del PP en esta comunidad desde el 2011- es injusto al aplicar otra vara de medir muy distinta a Ana Mato, por ejemplo.

Rajoy, como siempre, nadó entre dos aguas. No estuvo siquiera cálido con Rita Barberá. El líder del PP guardó los halagos para Fabra, aunque también sin excesos. Tampoco merodeó las disculpas, como hizo el día anterior Carlos Floriano, que pidió perdón. Eso sí, sacó pecho por que su partido «sabe a dónde va y lo que tiene que hacer».

El año que viene, mejor

Un mensaje optimista en el que tiró del guion habitual y defendió su política económica, que «ya da resultados». Lo más importante, a su juicio, es que «este año será mejor que el pasado, pero peor que el que viene». Instó a los suyos a no escuchar a quienes apuntan a que las reformas estructurales no serán efectivas. España tiene aún dos problemas fundamentales, dijo, «el crédito y el desempleo juvenil», pero «el pesimismo ya está en retirada en nuestro país», zanjó.