Estamos en una España de planta baja con sótano y terraza: arriba, la política no puede ir peor; a ras de suelo, el orden comienza a reestablecerse; y en lo más bajo, continúa creciendo la desigualdad
20 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Si la Bolsa se dispara hasta los 10.000 puntos, lo que para Manuel Pizarro es «claro síntoma de adelanto de recuperación económica»; si la Agencia Tributaria recaudará en el 2014 hasta 30.000 millones de euros más, en parte por la polémica amnistía fiscal y la lucha contra el fraude; si la demanda de comunicaciones crece de nuevo, según Telefónica, y si las exportaciones siguen subiendo, aunque deberíamos multiplicarlas, será señal de que algo bueno empieza a pasar. Insuficiente, desde luego, para hablar de recuperación pero sí para diagnosticar el fin de la recesión. Algo así como que «ya no caemos más». Pero, atención, porque la consabida frase de que ya no podemos caer más la desmintió el genial profesor Fabián Estapé a su aventajado alumno Antón Costas: «Nunca diga que la economía ha tocado fondo, joven. No olvide que siempre se puede escarbar».
Así que podríamos decir que estamos en una España de planta baja con sótano y terraza, con tres ambiente bien diferenciados. En la terraza, lo que más se ve, la política no puede ir peor: la tensión con Cataluña no conoce tregua y el 2014 se anuncia tremendo; los penosos episodios de la financiación del PP no acaban nunca y ahora Barcenas asegura que «mi mano fue la que entregó el sobre a Cospedal», curiosamente la dirigente que más se enfrentó al extesorero; en Andalucía, la jueza Alaya ya se acerca a los doscientos imputados por el fraude de los ERE, en competencia numérica con el caso Malaya y el superproceso contra la Mafia en Palermo; las encuestas auguran la fragmentación de los parlamentos con ingobernabilidad garantizada a corto plazo y, casi sin excepciones, la flor de los liderazgos languidece abrasada por el sol de la realidad cotidiana y la incapacidad para afrontar los desafíos que vivimos.
Pero mientras sigue la decepcionante verbena política en la terraza, en la planta baja, a ras de suelo, algo se mueve. Es como si el orden poco a poco se fuera restableciendo entre muebles e inmuebles desvencijados; y, entretanto, en el sótano del edificio crece la desigualdad y el número de familias próximas a la exclusión social. Eso son los tres niveles, como en una casa de planta baja, de la vida en España: política que va peor, economía que mejora lentamente y situación social en proceso de degradación.
La clave de la velocidad en la recuperación la marcará el proceso de reindustrialización y el crecimiento de las exportaciones. Si no crece la industria no habrá nada que exportar; pero si no exportamos servirá de poco. Oportunidades sobran. El embajador saliente de Colombia en España, Orlando Sardi de Lima, lamenta que solo intercambiemos con ese país 500 millones de dólares al año en cada sentido. Cristina Garmendia, exministra, hoy asesora del presidente colombiano Santos, atribuye la débil relación comercial Colombia-Europa -que podría extrapolarse a otros países del pacífico americano- a la complejidad europea para moverse: «En Europa prima la parálisis por el análisis», sentencia. Fíjense si hay oportunidades que España exporta a toda América Latina una cifra inferior a la que representa el comercio con Portugal.
Esa tarea corresponde a los empresarios, pero los gobiernos podrían ayudar. Sin embargo, la política está ocupada en sus batallas. Del Gobierno catalán no se ha escuchado desde hace mucho tiempo nada que no sea lo identitario. Del Gobierno de Madrid nada que represente un plan de reactivación industrial o algo parecido. Y los gobiernos autonómicos están enredados en recortes, competencias y presupuestos. Es decir: que la planta baja se espabile y ayude a los del sótano sin esperar nada de los de la terraza. Siguen en su verbena.