Cambio de reina: del bolso al maletín

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Ballesteros

La trayectoria de doña Letizia pone de manifiesto que ella quiere tener un papel más activo

20 jun 2014 . Actualizado a las 17:03 h.

La reina Letizia tiene ante sí la complicadísima tarea de sustituir a su antecesora, Sofía, en el papel de primera dama española. Lleva diez años preparándose, pero está claro que es a partir de ahora cuando comenzarán las comparaciones, porque no es lo mismo ser la joven heredera que la titular del puesto.

¿Será Letizia una versión 2.0 de Sofía? Todo apunta que, a pesar de lo «impagable» del ejemplo y de la estrecha relación que exhiben ambas cuando están juntas, la consorte de Felipe VI estará casi en las antípodas de la Juan Carlos I. Y no solo por ser de dos épocas diferentes, dos sociedades muy distintas en expectativas y exigencias, sino porque sus trayectorias vitales nada tienen que ver.

Desde que en la petición de mano interrumpiese a su prometido para seguir alabando a la reina, con el famoso «déjame hablar a mí», doña Letizia marcó su camino. Según confesó a Vanity Fair Alfonso Ceballos-Escalera, vizconde de Ayala y marqués de La Floresta, asesor de la Casa del Rey durante una década, la reina tiene «mucho carácter (...) y a diferencia de la reina [Sofía], quiere tener un papel».

Sofía de Grecia, en cambio, confesaba a Pilar Urbano en su libro La Reina muy de cerca que su puesto es secundario, que ella no es nadie, pues la Corona solo tiene un titular, el rey. Ella se ve a sí misma como un apoyo, en la misma línea que muchas esposas de su generación, sabedora de que forma equipo con su marido pero él es el que manda.

En cambio, la ambición de tener un peso específico en la pareja más allá del hogar, «un papel», será la clave de la nueva monarquía: la reina Letizia no heredará el bolso de Sofía, sino que llega al trono con un maletín en la mano. Es relativamente habitual ver a la princesa de Asturias llevando una bolsa con el portátil o un maletín con documentación. Ella considera que su puesto no es ser la claque de su esposo, sino estar a su lado, aunque la Constitución no contemple un trabajo para ella. Tal vez doña Letizia eche por tierra esa frase de Pilar Urbano de que «los españoles quieren una reina sin cabeza, una reina que no piense» o lo que ocurre es que el carácter le puede; según la periodista que entrevistó a doña Sofía, esta encuentra cierto parecido de su nuera con su madre, no con la sindicalista Paloma Rocasolano, sino con la princesa Federica Hannover, una figura de armas tomar que para muchos fue más reina de Grecia que su marido.

El comportamiento de ambas también es diferente. Sofía es sonriente y amable, pero muy discreta, apenas destaca; de hecho, pocas veces se le oye hablar en público. Doña Letizia, en cambio, ha sufrido para controlar su discurso, porque es muy habladora, y muestra cierta tensión en sus gestos que choca con la placidez del príncipe.

Exhibir el cuerpo

Si en el carácter y comportamiento, las reinas son tan diferentes, qué pasa con la apariencia. ¿Es la nuera moderna en la misma medida que la suegra lo fue en su momento? Aunque hoy pueda parecer pacato, doña Sofía fue muy criticada por llevar pantalones y fumar en público, dos gestos que se consideraban lanzados para una señora casada. ¿Están al mismo nivel los tacones de doña Letizia, esas plataformas a las que dio nombre, o las minifaldas que a veces se pone? Podría ser, pero entre la estética de una y otra media un aspecto fundamental: la sexualidad. Doña Letizia no esconde su cuerpo: excepto durante los primeros años de su matrimonio, posiblemente hasta el 2009, la flamante reina opta por prendas ceñidas, cortas, que marcan la figura, y las acompaña con melena larga, pestañas postizas y una rinoplastia estética. No es que vaya excesiva, pero sí exhibe su físico frente a la reina Sofía, alta y delgada, que muestra un perfil neutro, con modelos tan serios que casi parecen pasados de moda. El diseñador Elio Berhanyer, que vistió a Sofía siendo joven, recuerda que a la reina «no le gusta la pompa, ni los atrevimientos».

Esta elección en la apariencia sigue la misma filosofía anterior, hacerse visible, y solo hay que recordar cuando en diciembre, durante su viaje a Florida, la entonces princesa apareció con un vestido de espalda espectacular y dijo a los fotógrafos allí congregados: «¿Queréis que os haga un Pataky?», que es la forma coloquial con que se conoce un posado en el que se muestra cara y espalda, y que hizo famoso la actriz española Elsa Pataky.