El mapa político de España puede cambiar radicalmente desntro de nueve meses exactos, el 31 de mayo del 2015, elecciones municipales en toda España y autonómicas en trece comunidades
31 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.1 de septiembre de 2014. Lunes. Comienza el curso más decisivo de la historia política de los últimos años en España. El examen, nueve meses exactos después: el 31 de mayo del 2015 con elecciones municipales en toda España y autonómicas en trece comunidades. El mapa político de España puede cambiar radicalmente ese día con la irrupción de nuevas fuerzas y sorprendentes coaliciones que detenten cuotas de poder impensables hace solo unos meses, antes de las elecciones europeas. Como ejemplo, las dos primeras ciudades del país: Podemos resultó ser en las ultimas europeas la tercera fuerza en la Comunidad de Madrid, por delante de Izquierda Unida; y en la ciudad de Barcelona, Guanyem (Ganemos), la candidatura que encabeza Ada Colau, la exlíder de la Plataforma Antidesahucios, sale tan bien en las encuestas que no se descarta nada, a la vista de la crisis de Convergencia y el hundimiento del PSC, los socialistas catalanes.
Cambio drástico asegurado en las urnas el 31 de mayo pero nada de proclamación de la Tercera República, como en 1931, aunque algunos sueñen con eso. No está en juego la forma de Estado. Está en cuestión una democracia regenerada más abierta, transparente y representativa.
A los conservadores de los principales partidos solo se les ocurre que la solución para mantener el poder en manos del bipartidismo, que viene alternándose en el poder, es formar una gran coalición, a la alemana, entre PP y PSOE. Puede ser una salida a la desesperada pero ambos partidos trabajan para evitarla. El PSOE no se resigna a ello. El brío aportado por el nuevo secretario general, Pedro Sánchez, ha generado unas expectativas de recuperación que deben materializarse el 31 de mayo o el PSOE entrará en una fase de severa decadencia. Hay propuestas de cambio, que quizás lleguen tarde, pero que son interesantes y da la sensación de que están forzando al Partido Popular a moverse. La intervención de la vicepresidenta Soraya Sanz de Santamaría el pasado viernes, tras el Consejo de Ministros, destilaba otro aroma: al menos de cierta disposición a hablar, rompiendo el inmovilismo de los últimos meses.
Pero no solo el PSOE y, en consecuencia el PP, se mueven. En los últimos días un grupo de magistrados y fiscales han aceptado hablar en público, a través del diario El Pais, con declaraciones insólitas hasta ahora. Abrió el fuego Miguel Torres, magistrado instructor del caso Malaya, el escándalo que asoló Marbella, afirmando que «aunque España no es un país corrupto y los funcionarios para nada lo son, existe una corrupción política institucional, de arriba a abajo, una corrupción del sistema». Fue solo el primer disparo. Siguieron otros. El hartazgo de la ciudadanía, expresado en el voto a candidaturas radicales, alcanza a todos los estamentos del Estado. El mundo de la Justicia está alterado y disconforme por lo que su ministro, Alberto Ruiz-Gallardón, ha corrido para ofrecer algo: reducir drásticamente el número de aforados que pasaría de 18.000 aproximadamente a 22. Escasa regeneración es esa pero la propuesta, que la apoya el PSOE, tiene premio añadido: aprobarla exigiría mayorías muy cualificadas. El dialogo sería imprescindible y la reforma de la Constitución quedaría más cerca.
Algo se mueve y la dinámica política se acelera. Pedro Sánchez corre una contrarreloj y Pablo Iglesias ha dicho a los suyos que hay que espabilar antes de que el PSOE se recupere. Izquierda Unida sabe que tiene que mover ficha y no descarta una coalición con Podemos. Y UPyD, aunque dividida, ya considera su coalición con Ciudadanos. Con tanto movimiento, y con los acontecimientos de Cataluña que exigen respuesta, el Partido Popular no puede quedarse como una esfinge. Comienza el curso más intenso y decisivo para el nuevo dibujo de la España electoral. Atentos.
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