Protagonistas gallegos del 15J rememoran los temores que rodearon la primera cita con las urnas tras la dictadura y la gran esperanza que suscitó aquel proceso
15 jun 2017 . Actualizado a las 03:33 h.Once asesinatos de ETA aquel año, ocho más del Grapo, la matanza de los abogados laboralistas de Atocha y el temor constante al ruido de sables en los cuarteles. Ese era el telón de fondo que acompañó a las elecciones generales del 15J, las primeras de la democracia, una convocatoria en la que confluyeron millones de ciudadanos sacando la cabeza de la dictadura para construir un nuevo país. «Había miedo y una gran incertidumbre», sostiene la exdiputada ferrolana Nona Inés Vilariño. Con cada avance hacia la democracia, «sonaban los cascos del caballo de Pavía», añade el pontevedrés Rivas Fontán. Con todo, la enorme ilusión y esperanza que se generó entre la gente fue suficiente para doblarle el pulso al miedo, como sostiene el exdiputado socialista Francisco Vázquez, si bien otros como Xosé Manuel Beiras remarcan que, en aquella cita, ya se podían apreciar las «frustracións» que iba a generar un modelo que fue muy precocinado desde arriba.
Hay protagonistas de aquel 15J que relativizan un poco más los temores de 1977. Es el caso de Elvira Souto, entonces secretaria xeral de la UPG, un partido aún clandestino (tardó casi un año más que el PCE en ser legalizado), y que concurrió a las elecciones como la agrupación de electores BN-PG. «O medo pasámolo antes, foi tremendo», sostiene la exdirigente nacionalista, que en 1975 logró huir de milagro de una redada de la policía franquista en Ferrol en la que abatieron a tiros a su compañero Moncho Reboiras.
«Pagou a pena?, penso que si»
«Si aquilo pagou a pena?, eu penso que si -añade Souto-, porque no nacionalismo acumulamos experiencia para resistir e defendernos como pobo, ás veces con fracasos, outras con acertos... si pagou a pena?, penso que sí, pero eu estou aquí para contalo e eu non perdín a vida».
Una de las personas con mayor influencia política en aquel entonces fue José Luis Meilán Gil, catedrático de Derecho Administrativo y cabeza de lista de la UCD por A Coruña. Pone el acento en la «enorme ilusión» que se generó con la ley para la reforma política, a la que él contribuyó, y con las primeras elecciones, pues liquidaron realmente el viejo régimen y «dejaron que hablara el pueblo».
No fue un proceso sencillo, ni mucho menos, liquidar un período que se prolongó durante cuarenta años. «Había preocupación porque muchas personas todavía querían seguir con el franquismo sin Franco», puntualiza Francisco Puy, quien en 1977 formó parte de la candidatura coruñesa de Alianza Popular que patrocinó Manuel Fraga.
Prueba de que el ambiente que rodeó a las primeras elecciones fue tenso es que en el mitin de AP en el pabellón de Riazor, en el que participó el exministro franquista López Rodó, «volaron sillas por el aire desde las gradas», rememora Puy.
«Yo palpé el odio en la mirada de alguna gente que veía en Suárez a un traidor», sostiene Nona Inés Vilariño. Su temor era hacia la extrema derecha de su Ferrol natal. «Niños de 12 años pisaron mi foto delante de mi sobrino diciendo 'vamos a matar a tu tía'», relata con amargura.
Con José Vázquez Fouz, funcionario del Ministerio de Agricultura y número dos del PSOE por Pontevedra, tomaron represalias por su implicación política. «Me sacaron de la jefatura como castigo», relata. Al centrista Rivas Fontán le gritaron «¡traidor!» en una procesión de Viernes Santo en Pontevedra. ¿La acusación?. Que se proponían sacar a Dios de la Constitución.
Los diputados constituyentes apuestan por renovar el espíritu de diálogo que marcó la transición
¿Existe algún paralelismo entre la situación política de 1977 y la que vive España hoy en día?. La gran mayoría cree que no, aunque algunos comparten que la proliferación de casos de corrupción y la crisis de las instituciones coloca al país ante un test de estrés que comparte algunos rasgos con el que hubo en la transición. «Pero no hay ningún paralelismo», sostiene categórico Francisco Vázquez, «más allá del afán que tienen algunos por acabar con el espíritu de diálogo que inspiró aquel 15 de junio de 1977 y el pacto constitucional».
Tanto es así que la gran mayoría de los que fueron diputados en las Cortes Constituyentes apuntan por renovar el clima de concertación entre los partidos que se impulsó en el país hace 40 años. «Hoy la política se ha convertido exclusivamente en una lucha por alcanzar el poder», subraya Nona Inés Vilariño, quien considera necesario «abordar de nuevo una tarea conjunta» para recuperar la confianza en el futuro. Rivas Fontán defiende abiertamente una reforma de la Constitución, con su correspondiente referendo, e incluso abrir el melón sobre el modelo de Estado. Francisco Puy es más contenido y señala que en 1977 había «una motivación» para establecer un marco constitucional, que era «aplicar la cirugía» que permitiera pasar de una dictadura a la democracia. «Ahora es distinto. ¿Hay corrupción?, sí, pero se actúa contra ella».
«La Constitución es joven»
Meilán Gil abona la idea de «recuperar la ilusión pasada», renovando el espíritu de diálogo entre los partidos. «Pero la Constitución Española, en lo esencial, sigue muy vigente», insiste Meilán, en línea con lo que apunta Francisco Vázquez: «La Constitución es muy joven, solo tiene 40 años; la americana tiene 200 y sigue. A lo mejor hay que incorporar artículos para amoldar lo que ocurre en Cataluña, que es un reflejo de la deslealtad de los nacionalistas».
De esta opinión se desmarca con rotundidad Beiras, quien sí habla de paralelismos entre 1977 y el 2017. «Daquela o proceso de quebra democrática, que tiña un enorme potencial cidadán, foi afogado», y cree que el proceso de descrédito institucional de hoy da lugar a «un proceso deconstituinte por abaixo» que puede hacer cambiar las cosas. Eso si, advierte de que la primera batalla a nivel de las institucional para la ruptura «perdeuse» con las elecciones del 2016.
Beiras: «Houbo frustración porque non se pudo escoller a forma de Goberno»
Un total de 22 partidos se presentaron en casi todas las circunscripciones, cifra récord, pero solo tres lograron representación en Galicia: UCD, PSOE y AP. El Partido Socialista Galego (PSG) de Xosé Manuel Beiras fue uno de los que no pasó el corte, pese a que se daba por hecho que O Principiño, como llamó a Beiras el dibujante Siro López, también miembro de la lista del PSG, tendría escaño en el Congreso. No fue así. «Eu tiña o profundo convencemento de que ía ser unha catástrofe para o PSG», relató ayer Beiras, al rememorar la enorme crisis personal que vivió entonces. De los comicios de 1997 dice que «a ilusión foi a medias», pues «houbo frustración por non elexir unhas Cortes Constituíntes e escoller a forma de Goberno». La monarquía era «intocable», zanjó.