Sáenz de Santamaría insiste en pactar con Casado, que quiere medirse con la exvicepresidenta en el congreso del 20 y el 21
08 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.El campo de batalla en el PP se traslada de la arena a los despachos. El pulso entre Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado no exige ahora grandes exhibiciones de fuerza en las sedes y sí dotes de negociación. Los dos candidatos señalados por la militancia para disputarse el relevo de Mariano Rajoy tienen como tarea más urgente recontar sus apoyos para saber en qué condiciones afrontan la segunda parte del proceso. Y, a partir de ahí, intentar sumar nuevas fuerzas para imponerse en el congreso extraordinario del 20 y el 21 de julio.
Ayer se volvieron a repetir los argumentos esgrimidos por los dos candidatos tras las votaciones del jueves. Sáenz de Santamaría quiere un pacto, incluso con Casado de secretario general, que el vicesecretario de comunicación del PP descarta por ahora.
En los días que restan para el congreso, solo la guerra fría parece garantizada. Mañana, el PP dará a conocer los nombres de los 2.612 compromisarios electos que votarán al sucesor de Rajoy en el congreso extraordinario. Son los representantes elegidos por los afiliados. Han confiado en ellos la decisión final y la mayoría son cargos afines a uno u otro candidato. Aunque en la designación participarán también 522 delegados natos, 40 representantes de los populares en el exterior y diez miembros de la comisión organizadora del congreso.
Esa lista será escrutada en los próximos días «provincia a provincia, nombre a nombre» en los cuarteles generales de Sáenz de Santamaría y Casado. Será el momento de evaluar si los aspirantes han jugado bien sus bazas en las jornadas previas a la primera vuelta. Hasta qué punto han logrado colocar el mayor número de compromisarios cercanos a su causa. Y cuántos delegados partidarios de los aspirantes derrotados -María Dolores de Cospedal, José Manuel García-Margallo, José Ramón García-Hernández y Elio Cabanes- quedan liberados.
Si hacemos el ejercicio de traducir los votos de los afiliados en compromisarios, Sáenz de Santamaría podría contar con 984 delegados, Casado se llevaría 844 y Cospedal, 707. Pero en el PP se toman estos datos como orientativos. Es posible, advierten, que muchos militantes hayan optado por un candidato y, sin embargo, su lista de delegados sea próxima a otro aspirante. ¿Cómo es posible? «La gente no sabe con qué nombres rellenar esa segunda papeleta y ahí el aparato provincial ejerce mucha influencia», explican. En todo caso, más allá de estas prevenciones, la lógica tradicional establece que basta con que Sáenz de Santamaría o Casado se garanticen, con ofertas de integración, el apoyo de los afines a la secretaria general para descompensar la balanza.
Pero la realidad es algo más compleja. Fuentes conocedoras de los contactos del exvicesecretario de comunicación aseguran que ya ha conversado en varias ocasiones con Cospedal y que podría intentar sacar partido del rechazo que la exvicepresidenta del Gobierno genera en buena parte del PP y atraer también, precisamente por ello, al entorno de García-Margallo. Pero desde las direcciones regionales llaman a la prudencia y a no dar por sentado que los compromisarios responderán en bloque a las directrices de sus candidatos. Eso exigirá un trabajo de campo en los territorios para seducir y echar cuentas incluso antes de que llegue el día del congreso. «Todo está -insisten- abierto. Ha habido incluso quien se ha preguntado si Rajoy estaría dispuesto a intervenir para facilitar un acuerdo previo al congreso. Pero no parece probable, cuando el aún presidente del partido ha llevado hasta el extremo su voluntad de mantenerse neutral.
Pragmatismo frente a ideología
Sáenz de Santamaría y Casado representan proyectos, al menos encarnan estilos, bien diferentes. Pragmatismo frente a ideología. Y más. Una victoria de la exvicepresidenta se interpretaría en clave de continuidad. De hecho, fuentes del PP sostienen que una derrota suya acabaría con el marianismo. Casado plantea recuperar los valores sobre los que apuntaló su proyecto José María Aznar para aunar el centroderecha.