Casado retrasa el nuevo organigrama para intentar un acuerdo de unidad con Sáenz de Santamaría
22 jul 2018 . Actualizado a las 08:41 h.¿Y ahora, qué? La inexperiencia del PP en la elección de su líder por el voto de la militancia se plasma en el temor a que tras una campaña tan reñida se produzca una ruptura que agrave la situación. De ahí que el primer objetivo de Pablo Casado sea conseguir la unidad. Su rival, Soraya Sáenz de Santamaría, no aclaró ayer si está dispuesta a aceptar la oferta de integrarse en el comité ejecutivo nacional del PP. Y, a la pregunta directa de si aceptaría ser secretaria general, respondió que ella no va a «aceptar nada» hasta que no se lo «propongan». La integración se antoja difícil, porque el triunfo de Casado se debe en buena parte al respaldo nítido que le ha brindado la ex secretaria general María Dolores de Cospedal, máxima rival de Sáenz de Santamaría, y a la que el nuevo líder está más obligado a corresponder.
Sabedor de la dificultad del reto que afronta, Casado retrasa el anuncio de la composición de la nueva dirección, más allá de integrar en ella a sus más leales y también a candidatos que le dieron su apoyo tras ser descartados, como José Manuel García-Margallo o la propia María Dolores de Cospedal.
Complicada integración
Su idea, antes de convocar al comité ejecutivo nacional para refrendar la nueva estructura orgánica del partido, es abrir un diálogo con Sáenz de Santamaría para constatar su disposición a integrarse en un proyecto en el que, acostumbrada a mandar (y mucho), difícilmente se sentirá cómoda. Pero el nuevo líder quiere saber si, siendo generoso en la inclusión en la nueva dirección de miembros del equipo de su rival en las primarias, la paz en el partido puede estar asegurada. Ayer, Casado adelantó que el nuevo organigrama será de «absoluta integración».
Lo más peligroso para el PP es que este congreso se interprete como un triunfo del expresidente del Gobierno José María Aznar frente a Rajoy, porque eso supondría la apertura de nuevas heridas casi imposibles de curar tras las muestras de desprecio que Aznar ha hecho a la gestión de aquel a quien él mismo eligió como sucesor. Nadie cree posible que el antecesor de Rajoy vuelva a la primera línea en el PP. Pero, sin duda, el resultado del cónclave no ha sido el que esperaba Mariano. Aunque públicamente se mostró neutral, expresó en privado su disgusto por las críticas que Casado hacía a la gestión de su Gobierno. Y acabó moviéndose en favor de Sáenz de Santamaría. A la postre, la contundente victoria del nuevo presidente del PP acabó siendo así su última derrota.